La comparecencia del expresidente Flores ante la comisión de la Asamblea Legislativa formada especialmente para investigar donaciones del Gobierno de Taiwán ha sido la noticia más difundida en las últimas horas. Y con mucha razón. Aunque los medios han dado gran cobertura porque la culpabilidad o inocencia de Flores pueden afectar negativa o positivamente las aspiraciones electorales de su partido, la importancia mayor de este hecho radica en que es la primera vez en la historia reciente del país que un expresidente es citado con el objetivo de investigarlo por sospechas de corrupción. Por supuesto, esto no significa que él sea el primer mandatario que enfrenta dudas sobre su honradez, pero sí al que se le cuestiona pública y oficialmente al respecto.
No obstante, si lo que se esperaba era que se aclarara el uso del dinero proveniente de Taiwán, las declaraciones de Flores crearon frustración, pues lo único que hizo fue sembrar dudas sobre ese episodio de su quinquenio. Como cabía esperar, los medios de comunicación que tienen compromisos políticos inocultables cubrieron la noticia con sesgo, restándole importancia al hecho o, peor aún, casi exculpando al arenero. Pero hay que reconocer que el exmandatario y asesor de Norman Quijano dejó grandes lagunas en sus declaraciones. Además, su partido lo ha dejado prácticamente solo en su enredo. La reacción de los areneros ante las acusaciones contra Flores no ha sido ni la sombra de la que tuvieron cuando salieron en defensa de Guillermo Sol Bang.
Flores, ciertamente, se esforzó por desvincular a Arena de las sospechas de corrupción que pesan en su contra. Repitió con frecuencia que el dinero taiwanés le fue entregado directamente. "Nunca participaba ningún funcionario, era una cuestión personal y privada, y el embajador siempre me dijo: ‘Aquí le envía el presidente de Taiwán’. Nunca hubo ningún protocolo, todo fue informal", declaró ante los diputados de la comisión. Probablemente en su empeño por dejar fuera del escándalo al partido y a cualquiera de sus miembros de cara a la contienda electoral, el expresidente perdió de vista que sus palabras pueden ser usadas en su contra.
La justificación de Flores para recibir los fondos a título personal fue que se trataba de una costumbre taiwanesa. "Nunca gestioné ni recibí fondos de Taiwán para una cuenta pública, no los recibí dentro de ningún convenio de cooperación ni bajo ningún protocolo establecido, sino que los recibí de una persona que me lo entregaba a mí", dijo. Esto fue así porque "era práctica común" que "la cooperación viniera en un cheque personal a nombre del jefe de Estado o de una organización". Una práctica que, según Flores, "duró por décadas y que se dio del Gobierno de Taiwán con los países que lo ayudaban".
El exmandatario omitió mencionar el contexto y las consecuencias de esta generosidad de Taiwán. No dijo que el que fue su homólogo en la isla asiática está en prisión por corrupto y que en su confesión reconoció que parte de los fondos que malversó los utilizó para "operaciones diplomáticas secretas". Tampoco hizo alusión a que varios de sus excolegas centroamericanos han sido procesados judicialmente por haber recibido dinero taiwanés para beneficio personal. Alfonso Portillo, de Guatemala, fue extraditado a Estados Unidos acusado, en parte, de apropiación de dinero proveniente de Taiwán. Miguel Ángel Rodríguez, de Costa Rica, fue enjuiciado y encarcelado por recibir fondos del país asiático. Y a la expresidenta panameña Mireya Moscoso se le acusó de haber recibido un millón de dólares como regalo de cumpleaños de parte del mismo presidente de Taiwán que dice Flores le ayudó a él personalmente.
Por otra parte, Flores afirmó que nunca depositó ningún cheque y que el dinero siempre se usó para los propósitos para el que fue solicitado. Pero si fue así, ¿quiénes distribuyeron los fondos en El Salvador? Las supuestas ayudas ¿se entregaron en efectivo a todos los beneficiarios? ¿Dónde se cambió el cheque original? En el mejor de los casos, y asumiendo ingenuamente que los fondos se manejaron de la manera que dice el expresidente (sin registro, sin comprobantes, sin cuentas exactas sobre la cantidad que se recibió, pero con fines lícitos), su labor como mandatario y la de su partido quedan seriamente cuestionadas en términos de rendición de cuentas y transparencia. Pero hay que ir más allá de este espectáculo y abrir una investigación seria, cuyas conclusiones no den pie a duda y trasciendan cualquier posible montaje electoral.