Mucha hipocresía y mentira estamos viendo en la campaña electoral. Con suma facilidad, se hacen afirmaciones y a continuación se toman acciones que son incoherentes con lo dicho. Porque no buscan más que engañar para ganar votos a su favor, es importante desenmascarar algunas de estas posiciones. En primer lugar, llama la atención que Arena, que durante cuatro años ha criticado la política social del Gobierno diciendo que no es viable y que no tiene beneficios reales para la población, diga ahora con desfachatez que continuará con los programas sociales de la administración Funes, con la diferencia de que ellos lo harán mejor. En la misma línea, hoy prometen que de ganar la elección se reactivará el esquema generalizado del subsidio al gas, cuando antes esa fórmula fue calificada de populista y criticada por sus graves consecuencias para las finanzas públicas y su contribución al incremento de la deuda. Deuda de la que también se responsabiliza al actual Gobierno.
También es notoria la hipocresía de algunos medios de comunicación que presumen de objetividad informativa e imparcialidad, pero no dudan en poner todos sus espacios al servicio de la fórmula de Arena o del FMLN. Por ejemplo, en la sección de opinión de El Diario de Hoy y de La Prensa Gráfica, desde hace semanas casi todos los columnistas están haciendo propaganda a favor de Arena, pidiendo el voto para ese partido, y anunciando el desastre que para el país sería el triunfo del FMLN. No solo eso: cada día se presentan notas, reportajes y artículos que no tienen otro objetivo que desprestigiar al Gobierno y al partido de izquierda. Por su lado, el Colatino obra de la misma manera, pero a favor de la fórmula del FMLN. Por supuesto, esa forma de proceder no es correcta ni responde al ideario ético que enarbolan los medios de comunicación.
En tercer lugar, fue un error grave de la Presidencia de la República, y una clara transgresión a la ley electoral y a la Constitución, la avalancha de publicidad estatal que pautó no solo el día de la elección, sino durante toda la campaña. Una transgresión que se esperaba cesara en esta segunda parte de la campaña. Es hipócrita y mentiroso decir que esa publicidad no solicita el voto para el FMLN; no lo hace explícitamente, pero sí de manera tácita. Igualmente hipócrita es exigirle al Gobierno que no siga haciendo propaganda de sus acciones, afirmar que es ilegal e incorrecto, y al mismo tiempo no tener ningún empacho en publicar los anuncios y spots gubernamentales en los canales de televisión. ¿Dónde queda la ética de los medios de comunicación que, a sabiendas de que se estaba transgrediendo la ley, aceptaron la publicidad del Gobierno el día de la elección? Puestos a elegir entre los ingresos de esa publicidad y la ética y la responsabilidad con la ley, optaron por lo primero. Eso también es hipocresía.
Y hay más. El presidente Funes declaró recientemente que no se está pensando en reformar el sistema de pensiones. Eso no es verdad. La reforma es urgente e insoslayable, y él lo sabe, pues es insostenible para el país la deuda que el sistema genera anualmente, y porque no ofrece la pensión digna que todo trabajador merece al finalizar su vida laboral. Si el Presidente no está siendo sincero en este tema, tampoco los candidatos, que no han dicho una sola palabra de lo que harán al respecto si ganan la elección. Y especialmente hipócrita es que El Diario de Hoy aparezca ahora como defensor de los intereses de los trabajadores y se oponga a que se modifique la edad de jubilación. El periódico miente al decir que se está buscando reformar el sistema de pensiones en perjuicio de los trabajadores, y que el problema está en que el Gobierno toma dinero de los fondos de jubilación para pagar las pensiones del antiguo sistema a bajo interés.
Es necesario decir la verdad: el sistema actual es incapaz de ofrecer una pensión digna al trabajador y tiene un costo muy alto para El Salvador. Quien impuso este sistema de pensiones fue uno de los Gobiernos de Arena; durante la administración de Francisco Flores, el partido de derecha decidió seguir a pies juntillas todos los postulados de las políticas económicas neoliberales, sin tener en cuenta el daño que eso causaría a la gente. La cuestión es de suma gravedad: después de 2016, los trabajadores no podrán tener una pensión digna si no se modifica la edad de jubilación y se incrementa la cotización laboral y patronal. Y esto lo tendrá que hacer el que gane la elección, sea quien sea.
Igualmente hipócrita es mostrar hoy preocupación por la pobreza y la delincuencia, cuando a lo largo de 20 años se impulsaron políticas que agudizaron ambos problemas, cuando se oponen cerrilmente a incrementar el salario mínimo de modo que pueda al menos cubrir el costo de la canasta básica o no se dice nada acerca de la necesaria equiparación del salario mínimo agropecuario al de otros sectores productivos. Dice el Evangelio que la verdad nos hará libres; en sentido contrario, mientras se siga mintiendo descaradamente, no se alcanzará la libertad. Y esa es la libertad que El Salvador necesita: la que brota de poner la verdad de las cosas sobre la mesa, desechando todo lo que se sustenta en la hipocresía y la mentira.