Para construir un país se necesitan ideales; sin ellos no se camina. Pero también hay que dar pasos concretos en el día a día; sólo así se avanza hacia el futuro. En ese contexto recorremos algunos de los pasos que hay que dar.
Queremos para El Salvador una sociedad culta, informada, educada. Tenemos que avanzar en calidad educativa, pero también hacia una escolaridad plena, universal, que cubra al menos hasta los 17 años. Dignificar el magisterio, diversificar la carrera docente, ampliar el grado de maestro hasta la licenciatura orientada a la docencia son cuestiones indispensables. Se están dando acciones importantes en la inclusión, se está planificando la calidad y buscando trasparencia, pero no puede pasar este Gobierno sin dejar una herencia de las que llamamos estructurales. Por ejemplo, lograr que en los años de bachillerato, a partir del último año de este Gobierno, sólo se contrate a licenciados. Para ello es importante cambiar las leyes que rigen la formación de los maestros y comenzar cuanto antes con las licenciaturas docentes de cuatro años. Hay experiencia y capacidad en El Salvador, y hay ejemplos en otros países.
Se habla en salud de un sistema único. Es una deuda atrasada. El actual Gobierno está dando ya los pasos para instaurarlo en algunos departamentos del país. Esta sería una herencia estructural en el camino adecuado.
Con respecto a las pensiones, se menciona una pensión compensatoria en los municipios más pobres para los mayores de 70 años. Este es un avance, pero no suficientemente estructural. Se debe revisar todo el sistema de pensiones en su conjunto y buscar fórmulas que incluyan en el sistema a mucha más gente de la que ahora está incluida. Dado el incremento en la expectativa de vida, que además aumenta enormemente a partir de los 30 años, El Salvador tiene que plantearse el atraso de la edad de jubilación. Establecer distintos rangos de jubilación entre los 65 y los 62 años, iguales para hombres y mujeres, posibilitaría mejorar el sistema de pensiones y abrir nuevas fórmulas, más universales, de pensión compensatoria. Obstinarse, como conquista de unos pocos, en mantener el sistema actual de jubilación (a los 55 años para las mujeres y 60 para los hombres) puede convertirse en una muestra radical del egoísmo.
En vivienda hay planes, pero se ha caminado a un ritmo demasiado lento. Acelerar los proyectos no sólo respondería a una necesidad para el bien de la familia salvadoreña, fuente principal de valores, sino que contribuiría enormemente a la reactivación económica.
El acceso a la información pública debe también acelerarse. Ha sido una promesa muy clara, que tiene además como respaldo el establecimiento de una subsecretaría que se llama a sí misma "de transparencia". Ante propuestas bien elaboradas de la sociedad civil, no se puede salir diciendo que no bastan las leyes, sino que hay que construir las instituciones que las defiendan. Esa es una falacia, porque en las propias leyes se pueden asignar funciones fácilmente a las instituciones existentes. Dar información no es una tarea difícil, y ello le compete a las instituciones del Estado. Sancionar los incumplimientos puede ser más complejo, pero tampoco es una tarea complicada si hay voluntad política.
El desarrollo científico y tecnológico es indispensable para avanzar hacia el desarrollo. En este terreno, se ha dado un paso importante con el establecimiento del Viceministerio de Ciencia y Tecnología, y con el nombramiento, al frente del mismo, de una persona muy capaz. Pero es necesaria todavía una ley de ciencia, tecnología e innovación que no sólo le dé el marco de acción a la nueva estructura ministerial, sino que incluya el apoyo a las actividades universitarias y de otra índole que se vayan dando en esta esfera. Sería, de nuevo, una gran herencia estructural.
En política energética, deberíamos acelerar los pasos iniciales dados durante la administración pasada. Nuestras inversiones en energía se están quedando muy atrás con respecto a otros países centroamericanos. El desconocimiento de la importancia de estos temas en algunos sectores populares y la demagogia que en torno a los mismos se puede crear se convierten en un verdadero desafío para el país. Tener una política bien definida, aclarada ante la opinión pública, compatible con la cultura ecológica, con la soberanía energética y con el desarrollo científico y económico es indispensable para la construcción del futuro.
Y aunque podríamos seguir enumerando temas estratégicos, dejamos para otro día una nueva lista de necesidades y urgencias. Recordar lo que necesitamos, ver hacia dónde podemos ir, es también una manera de contribuir en la construcción del futuro.