Inversión, no palabras

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Editorial UCA
01/10/2018

Como todos los años, en septiembre se hizo desfilar a muchos jóvenes como si fuesen soldados dispuestos a defender la patria. En ese mismo mes, dos instancias de las Naciones Unidas, gracias al trabajo responsable y profesional de un grupo de salvadoreños, publicaron sendos informes sobre la niñez, la adolescencia y la juventud que no solo impactan por su calidad científica, sino porque evidencian las privaciones que afectan a este sector de la población. Reflexionar sobre estos textos es un homenaje a la patria mucho más importante que esos obsoletos desfiles de herencia militarista. Ambos informes nos muestran la riqueza de las capacidades de la niñez y la juventud, y reflejan cómo se desaprovechan esas capacidades al no invertir adecuadamente en su desarrollo.

Si en El Salvador tuviéramos petróleo, sería una locura no aprovechar esa riqueza. Ciertamente, unos pocos querrían aprovecharlo para beneficio individual, pero habría una mayoría que insistiría en que los beneficios de dicho recurso se redistribuyeran adecuadamente entre toda la población. Con los niños y jóvenes no funciona así. Hay en ellos enormes capacidades, valores y recursos para el futuro, pero no una inversión adecuada, y se les sigue transmitiendo demasiada violencia, desigualdad, individualismo consumista y defensa de la ley del más fuerte. Quizás se pueda decir que en el pasado ignorábamos el camino del desarrollo. Sin embargo, dada la cantidad actual de indicadores, estudios, reflexiones y propuestas inteligentes, nadie puede alegar que no sabe que hay que invertir en la gente, especialmente en los niños y jóvenes. Y menos lo pueden decir los políticos y funcionarios públicos.

Pese a ello, el debate en la Asamblea Legislativa no prioriza a la infancia y la juventud. Los diputados prefieren discutir sobre la partida secreta que hacer propuestas sustantivas sobre la salud y la educación. Una reforma fiscal seria, que establezca el impuesto predial y que organice un IVA diferenciado, que aumente el gravamen de los productos de lujo y revise el impuesto sobre la renta de los grandes capitales y de las grandes ganancias personales, es un tema que no se toca. Más bien se asusta a la gente afirmando que si se suben los impuestos, los que pagarán más son los pobres, cuando en realidad una buena reforma fiscal puede y debe gravar más a quienes más tienen, para distribuir después en forma de servicios esa riqueza producida entre todos. Se repite sin cesar que los niños y los jóvenes son el futuro de la patria sin sentar las bases para que ello sea cierto.

Unicef y el PNUD han presentado propuestas factibles para planificar un futuro diferente. Sus documentos hacen ver los riesgos de no cambiar el ritmo actual de inversión en la niñez y la juventud. Políticos y candidatos a la presidencia acudieron a los foros de presentación de los informes, pero todo sigue el curso acostumbrado, como si nada hubiese sido dicho. ¿Podrán los niños de hoy soportar el estrés hídrico en 2030 si no se garantiza una administración eficiente del agua, libre del afán de lucro de unos cuantos? ¿Tendrán seguridad jurídica los jóvenes si los diputados continúan postergando la elección de los magistrados de una Sala de lo Constitucional imparcial e independiente? Los derechos humanos no son tema de juego, pero desde la Asamblea y otros órganos del Estado se muestra muy poco interés en la protección de los débiles y las víctimas. ¿Es este el ejemplo que necesitan nuestros jóvenes? Comienza ya el debate preelectoral, con los gritos, pasiones y acusaciones acostumbrados. ¿Habrá tiempo y espacio para lo importante, para pensar a largo plazo y apoyar decididamente a quienes llamamos el futuro de la patria? Hace falta inversión, no palabras.

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Anónimo
10/10/2018
11:41 am
Los desfiles de estudiantes del 15 de septiembre, fecha de la independencia de 1821 del \"yugo español\" como burlonamente se le sigue llamando, no fue tal sino que aparentemente la provincia de El Salavador se zafó de la capitanía de Guatemala y lo demás siguió igual. Esos desfiles son obsoletos y no sirven para nada. Si en El Salvador tuviéramos petróleo, hierro, oro, plata, madera , agua, otros minerales, otro gallo nos cantaría. Pero por desgracia somos el territorio llamado pais mas pequeño de Latinoamérica y el más lleno de gente. Algunos ilusos dicen que la gente es la mayor riqueza de esta tierra y lo que hay que hacer es educarla para tener miles de médicos, abogados,ingenieros, arquitectos,científicos, etc.¿En qué trabajarían estos profesionales sino hay creación de empresas que generan empleos?Aqui no hay nada de nada y de la nada no se obtiene materia prima para producir. Como no tenemos nada el pueblo ni hambre tiene .No nos demos paja,como dice Paolo.
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