La burbuja se mantiene firme

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Editorial UCA
08/06/2022

Es muy distinto cómo dice el Gobierno que está el país y su gente, y cómo lo perciben observadores independientes y la comunidad internacional. Mientras la ingente propaganda oficial afirma que El Salvador ya es otro país, uno de los lugares más seguros del mundo, que va camino a la prosperidad gracias al bitcóin, etc., los datos afirman otra cosa. Para comenzar, si El Salvador es el lugar donde se cumplirán los sueños de todos sus habitantes, no se explica por qué la migración, lejos de reducirse, ha aumentado. Entre octubre de 2021 y marzo de 2022 se contabilizaron casi 50 mil compatriotas detenidos en la frontera sur de Estados Unidos. 30 de cada 100 personas dicen que quisieran migrar y, en promedio, 300 salen cada día buscando oportunidades que en su propia tierra se les niegan.

Por otro lado, un país seguro es aquel donde se respetan los derechos humanos. Pero Amnistía Internacional y otros organismos han denunciado que el Gobierno está violando masivamente los derechos humanos con el estado de excepción. Destacan las detenciones arbitrarias, las torturas, los malos tratos, así como la muerte de más de 30 personas capturadas. Aunque a muchos esto les es indiferente y otros tantos más bien lo aplauden, lo cierto es que la barbarie impera. Tampoco es seguro un país en el que se persigue a las voces críticas. Reporteros sin Fronteras denunció el 2 de junio que el Gobierno multiplicó los ataques y amenazas contra los periodistas críticos, creando así en la población la imagen de una prensa enemiga. Y sigue abierto el tema de la intervención de las comunicaciones a opositores y críticos de la administración Bukele a través del programa Pegasus. Otro dato: gracias al estado de excepción, el país ocupa el primer lugar en el mundo en número de presos por cada 100 mil habitantes. Es decir, ninguna otra nación en el planeta encierra a tan alta proporción de su gente como El Salvador.

Un buen país garantiza un nivel de vida digno para toda su gente. Hasta el momento, la apuesta por el bitcóin ha fracasado y las agencias calificadoras de riesgo han rebajado la calificación de El Salvador a un nivel que indica que hay una alta probabilidad de que no pague sus deudas. Además, en la región centroamericana, El Salvador será el país que menos crecerá, tal y como ha sucedido desde los años noventa. Finalmente, un país democrático es aquel que rinde cuentas a su población, pero El Salvador es el país peor evaluado de Centroamérica por falta de transparencia presupuestaria. El país tiene la nota más baja de la zona; está 24 puntos abajo de Guatemala, a 22 de Costa Rica, a 16 de Honduras y un punto abajo de la sufrida Nicaragua.

Por el momento, pese a los embates de la realidad, cada vez más contundentes y abundantes, la burbuja del país publicitado se mantiene firme. Y sobre la firmeza de esa ilusión es de lo poco que hay certidumbre en El Salvador.

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