A cuatro días de cumplirse el primer año del Gobierno del presidente Funes, consideramos importante seguir comentando la encuesta que el IUDOP realizó para conocer la opinión de la población al respecto. En esta ocasión, nos centraremos en la economía, que para un tercio de los salvadoreños es el principal problema del país, ocupando el segundo lugar después de la inseguridad ciudadana, la delincuencia y la violencia.
Un 42% de la población considera que la economía ha empeorado en este último año, contra un 24.8% que considera que ha mejorado. La gran mayoría no ha visto que la mejora en la economía y la generación de empleos sean logros de este primer año de gestión. Más bien, un 13.6% considera que la economía ha sido el principal fracaso del primer año de gobierno del presidente Funes, ocupando el segundo lugar en la lista de los principales fracasos, después del 26.7% que opina que el principal ha sido no poder combatir adecuadamente la delincuencia. En este contexto, no sorprende que el ministerio peor evaluado sea el de Economía, con una nota de 6.04, y que más del 40% de las personas encuestadas considere que la principal tarea del Gobierno en el próximo año debe ser mejorar la economía, combatir la pobreza, controlar el costo de la canasta básica y crear más fuentes de empleo.
Históricamente, la economía ha sido el talón de Aquiles de la realidad salvadoreña. La pobreza de la mayoría de la población y la incapacidad de abrir espacios democráticos de los gobiernos militares y opresores de los años sesenta y setenta fueron las principales causas de uno de los conflictos armados más largos y dolorosos de la región.
Aunque en los años posteriores a los Acuerdos de Paz y el fin de la guerra la economía tuvo un crecimiento importante, este nunca fue suficiente para que se diera una transformación real de la sociedad salvadoreña. Junto al crecimiento económico, aumentó también la desigualdad, y la exclusión social siguió afectando a un alto porcentaje de la población. Si bien es cierto que se redujo la pobreza en un porcentaje significativo, esta volvió a las tasas anteriores en el momento en que aumentaron los precios internacionales de los alimentos y de las materias primas en el año 2007.
Y, para agudizar aún más el problema, a mediados de 2008 sobrevino la crisis internacional, que afectó enormemente a la economía nacional con la pérdida de más de 30 mil empleos formales, la disminución de las remesas procedentes de nuestros emigrantes (por primera vez en la historia reciente) y el durísimo golpe a la economía informal, de la que vive más de la mitad de la población.
A pesar de este panorama sombrío, la población sigue manteniendo la esperanza y se muestra confiada en que el Gobierno será capaz de cambiar esta difícil realidad económica en los próximos años.
Para estar a la altura de esa esperanza y esas expectativas, para transitar hacia una economía que favorezca más a las mayorías, que sea capaz de disminuir la pobreza y la exclusión, se requiere de reformas estructurales de gran alcance. En primer lugar, es necesario aumentar drásticamente la inversión, tanto pública como privada, a fin de crear fuentes de empleo y proveer de las infraestructuras que demanda el país para salir adelante. A la vez, debe aumentarse la carga fiscal y ponerla a los niveles adecuados para financiar el desarrollo. Una carga fiscal que debe ser progresiva, que castigue el derroche y el lujo, y cuya recaudación se dedique en buena parte a la protección social. Por último, es necesario que el país deje de vivir consumiendo más de lo que produce. No hay economía que sea sostenible a mediano plazo si el gasto es mayor que el ingreso; debe fomentarse el ahorro y la austeridad.
El cambio en la economía pasa por un cambio de políticas económicas y de visión. Favorecer el desarrollo de las micros y pequeñas empresas; potenciar los proyectos de infraestructura que beneficien a la población tradicionalmente más abandonada; desarrollar obras que protejan y eliminen los riesgos de las zonas más vulnerables; priorizar aquellas inversiones que generen más empleo son algunos ejemplos de una visión que se enfoque más en los grupos sociales hasta la fecha marginados. Al iniciarse el segundo año de gobierno, la población está esperando este cambio y tiene confianza de que el equipo del presidente Funes es capaz de emprenderlo. No hay que defraudarla.