La verdad

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Editorial UCA
19/09/2014

Hace unos días, en Estados Unidos fue publicado el libro La verdad, que reúne el testimonio de Lucía Barrera de Cerna. Doña Lucía es poco conocida aquí, aunque la historia reciente de El Salvador le adeuda un lugar especial en la lucha contra la injusticia y la mentira. Ella y su esposo, Jorge, contrariaron la orden de no dejar testigos, pues presenciaron y sobrevivieron la masacre de los jesuitas, de Julia Elba y de su hija Celina. Lucía hacía labores de limpieza en la casa de los sacerdotes, quienes la conocían y apreciaban. Cuando el Ejército respondió a la ofensiva del FMLN en noviembre de 1989, ella, su esposo y su hija de apenas 4 años tuvieron que abandonar su casa en una colonia de Soyapango para ponerse a salvo de los enfrentamientos. Ese 15 de noviembre salieron, como cientos de personas, caminando hasta un lugar donde sentirse seguros. Ella y su familia fueron a pedir refugio a la casa de los jesuitas. Huían de la guerra sin saber que serían testigos de un acto criminal perpetrado con lujo de barbarie.

Valientemente declararon lo que vieron, aunque eso significaba poner en riesgo sus vidas y la de su pequeña hija. Sus declaraciones tiraron por la borda las mentiras del Gobierno de Alfredo Cristiani, que negaba la autoría del Ejército y adjudicaba el horrendo crimen a la guerrilla. Los tildaron de mentirosos y de ser voceros del FMLN. Como era costumbre en días de la guerra, atreverse a decir la verdad era firmar una sentencia de muerte. La familia Cerna tuvo que salir del país en búsqueda de refugio y desde entonces no se supo más de ellos. Veinticinco años después de la fatídica noche, Lucía se atreve a contar lo que vivió y cómo aquel acontecimiento les cambió por completo la vida a ella y a los suyos.

La pesadilla que enfrentó por decir la verdad no terminó con la salida del país. Cuenta que a su llegada a Estados Unidos, agentes del FBI los estaban esperando en el aeropuerto, de donde se los llevaron prácticamente secuestrados. Por varios días los mantuvieron cautivos, cambiándolos a diario de hotel e interrogándolos con la ayuda de un coronel salvadoreño que se unió al equipo de supuestos investigadores. Cada día volvían a contar lo que vivieron, pero los agentes del FBI y el militar salvadoreño no querían conocer la verdad, sino forzarlos a negar lo visto y escuchado en la madrugada del 16 de noviembre de 1989; esa verdad que incrimina directamente al Ejército salvadoreño y también a Estados Unidos, pues era el principal auspiciador de la Fuerza Armada y estuvo a cargo del entrenamiento militar del batallón Atlacatl, al que pertenecían los autores materiales de la masacre.

Al final, la historia dio la razón a Lucía y a Jorge. Tiempo después de que el Gobierno salvadoreño se empeñara en decirle al mundo que el responsable de la masacre no fue el Ejército, los mismos militares confesaron con detalle cómo ejecutaron la orden que salió de las máximas autoridades del país, sin que a la fecha se haya procesado a los autores intelectuales de la masacre. Lucía cuenta su historia cinco lustros después, porque quiere que su verdad sea conocida. No lo hace en El Salvador porque todavía siente miedo de pagar las consecuencias de su valentía, sobre todo cuando nunca se ha procesado a todos los implicados, algunos de ellos son vistos fanáticamente como héroes de la guerra y otros hasta exhiben aspiraciones políticas para las próximas elecciones.

Han pasado más de dos décadas y los recuerdos están intactos en la vida de los Cerna. No han olvidado aquella noche. Compartir la verdad alivia la carga y da sentido a lo que sufrieron todos estos años. El valiente testimonio de estos humildes esposos derrotó a la mentira de los que estaban en el poder. Y es que la verdad, aunque tarde mucho en ser reconocida, hace justicia y dignifica la vida de las víctimas de la violencia irracional.

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Anónimo
03/10/2014
16:34 pm
Espero que la UCA traiga su libro, para saber la experiencia tan dura por la que paso Lucia, que Dios cuide a su familia y se encargue de esos malditos
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Anónimo
22/09/2014
08:31 am
Que triste episodio de ese noviembre que no debe ser olvidado en ningun detalle. Que bueno que doña Lucía deja por escrito sus memorias y las comparte, con nosotros y la posteridad. Nos guste o no, ese episodio no debe ser olvidado, y sus detalles deben ser conocidos; de lo contrario, El Salvador seguirá viviendo una fantasía donde a las cosas no las llaman por su nombre.
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Anónimo
22/09/2014
08:31 am
Buen editorial. Me gustaría saber si la UCA gestionará la presentación del libro en El Salvador, para poder tenerlo o si nos pudieran facilitar algún enlace para comprarlo en línea. Muchísimas gracias. Felicidades y agradecimientos a los esposos Lucía y Jorge, por su valor y coherencia y no dejar que un hueco de mentiras nos impidiera conocer la verdad de lo ocurrido.
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Anónimo
21/09/2014
18:31 pm
No hay duda que la mente si que crea conflixto en otras mentes,o somos valientes o miedosos y nos escudamos en pretectos.....resumen todo sigue lo mismo o peor dolarisar es corruption...
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Anónimo
20/09/2014
19:31 pm
Y olvidamos el autor intelectual mencionado por la Comisión de la Verdad, cuando estuvo ONUSAL acà( Dabuison papa. Siempre me he preguntado, quien lo asistiò espiritualmente en sus últimos minutos de vida a ese Señor? Y el hijo no le da vergüenza de seguir en la política, A veces abusamos de la infinita misericordia de Nuestro Señor Jesucristo....
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Anónimo
20/09/2014
14:31 pm
Cuando existira la verdadera libertad de expression en El Salvador? Creo que lo que es insultante es la nota abajo al filtrar la libertad de expresion??? \"\"\"No se publicarán comentarios insultantes, que no aborden directamente el tema del texto o escritos solo en mayúsculas.\"\"\"
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Anónimo
20/09/2014
13:31 pm
No comprendo Porque la gente que Odia Los EEUU Siempre se Refugian en EEUU? Esto aplica a simpatizantes de el gobierno y la guerrilla que para mi Han Sido lo mismo dos grupos de asesinos .
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Anónimo
20/09/2014
13:31 pm
Me tome un par de minutos para leer algo que todo el mundo sabe. Hubiera sido mas interesante si hubieran publicado un fragmento del testimonio de Doña Luisa. El articulo hace uso de muchas palabras para decir algo que hubiera sido resumido en dos oraciones y que todos ya sabemos.
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Anónimo
20/09/2014
11:31 am
Rest In H
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Anónimo
20/09/2014
11:31 am
No debemos olvidar , que ya existe un recurso de inconstitucionalidad ante la Sala de lo constitucional de la corte suprema de justicia, la cual debe resolver cuanto antes, de ahí depende que se sepa la verdad sobre muchos hechos violatorios de los derechos humanos, y también el hecho de que se inicie el proceso de autentica reconciliación , sobre la base de la verdad.
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Anónimo
20/09/2014
11:31 am
Felicito a los esposos Cerna y a Doña Lucía en particular. Siemrpe he admirado su valor, su decisión firme de no dejar que la impunidad reine en este país. Ella y su familia deberían de recibir un premio Nobel, por el valor. Gracias Doña Lucía.
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Anónimo
20/09/2014
06:31 am
Razón tenían los mártires jesuitas de oponerse a la guerra.Hoy los que antes se tiraban balas gozan de las mieles del poder sin reparar los grandes crimines que se cometieron. Todavía falta mucho para que en Centro América las hienas y chacales militares reciban su castigo por los crimines de lesa humanidad con los pueblos.
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Anónimo
19/09/2014
21:31 pm
En el Salvador, los intereses de poder son mas fuertes que querer reconocer la verdad. Asi ni el fmln se interesa porque los autores intelectuales y materiales de asesinatos de lesa humanidad, como el de los sacerdotes jesuitas sea esclarecido y que los asesinos si no van a la carcel, que seria lo correcto, al menos tengan la valentia de pedir perdon a la ciudadania por estos crimenes. Aunque los conocidos militares involucrados en estos crimenes parece que sienten que la verdad les va acortando distancia, por eso algunos de ellos, estan buscando un puesto politico, que les proporcione blindaje a traves de un fuero y seguir siendo intocables. Pareciera que el partido Arena se esta convirtiendo en refugio de corruptos, asesinos y ladrones.
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Anónimo
19/09/2014
13:31 pm
Y la verdad os hará libres. Por eso debe derogarse la ley de amnistía, pues no hay otro camino para la reconciliación que la verdad y la justicia, cosas difrentes al silencio y la impunidad. Si se aplicaran las primeras, El Salvador caminaria por senderos de autentica reconciliación, y ello de alguna u otra forma se reflejaría en la disminución de la violencia que vive nuestro querido país. Estas historias, alimentan la esperanza. Divina esperanza.
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Anónimo
19/09/2014
11:31 am
Dios ya se encargo del primer sesino: Rene Emilio Ponce. siguen los demas. No lo duden.
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