Para Platón, la peor forma de injusticia es la justicia simulada. No es inusual que algo sea legal, pero no justo. En esa línea, monseñor Romero retomó una frase que le escuchó a un campesino: la ley es como una serpiente, solo pica a los que andan descalzos. Lo que están viviendo unas 75 familias que hasta hace unos días habitaban una parcela de la finca El Espino nos recuerda esta realidad. El miércoles 16 de mayo fueron desalojadas por un numeroso contingente de antimotines que dieron cumplimiento a la orden del juez de paz de Antiguo Cuscatlán. El litigio por esta porción de tierra es antiguo.
Según los pobladores, vivían en el lugar desde que eran colonos en las antiguas fincas de café. Algunos que rondan la tercera edad aseguran haber nacido allí. Sin embargo, los Dueñas reclaman el terreno como suyo. De acuerdo al juez de paz, la ley le da razón al reclamo de esta familia y, por ende, calificó de usurpadores a las más de 250 personas de la comunidad. Desde ese día, pernoctan en la calle al lado de las pertenencias que la Policía sacó de sus casas y les dejó en las áreas verdes de los alrededores.
Antes, hubo varios intentos de desalojo, pero ahora, según el juez, la cuestión es definitiva. Pero se equivoca al afirmar que todo es legal, porque la ley no permite un desalojo, incluso habiendo una orden judicial, cuando se deja a las familias sin hogar. Además, la medida contradice el derecho internacional de los derechos humanos. A la comunidad se le está violando el derecho a la vivienda y a la dignidad ante el reclamo de una familia para la cual esa porción de tierra es una minucia.
Para los niños, adultos y ancianos de la comunidad, el lote del que los expulsan es todo lo que tienen en la vida. Según historiadores, la Dueñas fue una de las principales familias beneficiadas por la reforma liberal que privatizó las tierras ejidales y comunales a finales del siglo XIX. De acuerdo a investigaciones, esta familia llegó a acumular decenas de miles de manzanas de tierra. Las 75 familias desalojadas de El Espino ocupaban juntas entre 2 y 3 manzanas.
En 2015, cuando se detuvo el desalojo por la admisión de un amparo por parte de la Sala de lo Constitucional, advertimos en este espacio que esa medida, pese a ser solo un parche temporal, representaba una oportunidad para buscar y encontrar una salida digna para la comunidad y su derecho a la vivienda. Pero pasaron los años y hoy el caso vuelve a ser motivo de noticia, exhibiendo la pobreza y desamparo de estas familias. Aunque la ley haya dictado sentencia, sigue siendo necesaria una solución que haga justicia de manera definitiva.