Libertad religiosa

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Editorial UCA
30/10/2023

Hablar de libertad religiosa parece asunto del pasado, pero el tema es actual en Nicaragua y lo ha sido recurrentemente en muchos países latinoamericanos. En El Salvador, se está iniciando el proceso de beatificación como mártires de 47 personas (laicos, religiosas y sacerdotes), lo que es un signo de que hasta hace relativamente poco tiempo la libertad religiosa era seriamente golpeada. Hoy, después de algunos años en que este derecho parecía ser respetado, surge de nuevo la preocupación, pues se observan tendencias autoritarias, desprecio a las leyes, violación sistemática de tratados internacionales de derechos humanos e interpretaciones arbitrarias de la Constitución. El 27 de octubre, Día Internacional de la Libertad Religiosa, nadie habló de ella, pese a que el autoritarismo y la arbitrariedad legal no suelen respetarla, pues está muy relacionada con la libertad de conciencia, pensamiento y expresión.

La causa de fondo de las violaciones al derecho a la libertad religiosa se encuentra en la función profética de la fe cristiana, que lleva a denunciar injusticias, exigir respeto a la dignidad humana y anunciar un mundo diferente, en el que no haya explotación y donde los seres humanos vivan en fraternidad y amistad social. La profecía está siempre en las Iglesias al servicio de la actualización del mensaje de Jesús de Nazareth. La condena moral de la explotación, del autoritarismo represivo, de la corrupción, del abandono de multitudes en pobreza termina molestando a los regímenes autoritarios, especialmente cuando buscan perpetuarse en el poder. Así ocurrió en el pasado y así pasa en Nicaragua en la actualidad, país donde crece el ya abultado número de personas exiliadas, desterradas, privadas de su nacionalidad y encarceladas; entre ellas, un buen grupo de sacerdotes y religiosas. A los que quedan en libertad ni siquiera se les permite rezar públicamente por el obispo Rolando Álvarez, verdadero preso de conciencia y víctima de persecución religiosa.

En El Salvador, la libertad religiosa peligra. Una de las señales más evidentes de ello es el odio que desde las redes sociales se lanza contra toda persona, sacerdotes incluidos, que públicamente critica acciones o decisiones del Gobierno. Como dice la ONU, los mensajes de odio pueden convertirse fácilmente en delitos de odio. Además, debe tenerse en cuenta que la libertad religiosa es más amplia que la pura confesión pública de la fe o el derecho a organizar o participar en actos religiosos. En la interpretación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la libertad religiosa incluye el derecho a promover las doctrinas sociales y políticas vinculadas a la visión teológica de una comunidad religiosa. En el caso del cristianismo, el Evangelio y el Nuevo Testamento en general tienen un contenido social crítico que a todo cristiano le corresponde actualizar en su época. Denunciar responsabilidades sociales o políticas de males o injusticias es, además de un deber, un derecho. Lo único que con respecto al tema prohíbe el sistema latinoamericano de derechos humanos es el fomento del odio religioso. Y eso debería estar prohibido también por todas las Iglesias. La libertad religiosa, en la medida que busca el bien común y la justicia social, implica siempre un beneficio para las naciones y su gente.

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