El domingo 17 de noviembre culminaron las actividades mayores en recuerdo de la masacre perpetrada hace 30 años en la UCA, enmarcadas todas en el lema “Llenan de luz la historia”. Las diversas exposiciones, conferencias y actividades en honor a los mártires son un ejercicio de memoria, conciencia y solidaridad. La memoria como fuerza del pasado. Los mártires tuvieron la capacidad de servir a los más pobres, y con ellos a todo el país, hasta dar la vida. Dejan un ejemplo que no solo es fortaleza y ánimo en el recuerdo, sino que demuestra históricamente que si se recuerda a las víctimas, si dejamos que reproduzcan en nosotros sus fuerzas de indignación, justicia y solidaridad, terminan venciendo sobre victimarios que parecían invencibles.
“Recordar” significa etimológicamente volver a poner lo pasado en el corazón. En ese sentido, identificar a las víctimas de la historia violenta y a sus verdugos es la mejor garantía de no repetición de las masacres, desapariciones forzadas, torturas, violaciones y tantas otras desgracias que a nuestro sufrido pueblo le ha tocado padecer. La publicación en UCA Editores del libro La verdad, que narra la persecución y el secuestro en Miami de la única testigo visual del asesinato de los ocho mártires de la Universidad, es una muestra más de cómo la memoria se impone sobre la brutalidad de los poderosos. Las diversas intervenciones reflexionando sobre el legado de los mártires, 30 años después de aquellos tiempos recios, desembocaban siempre en la conciencia y el compromiso con la actualidad.
La memoria nos ayuda a tomar conciencia. Y la conciencia nos lleva siempre a analizar críticamente el presente en el que vivimos. La obra de teatro Plegaria bajo la luna y la arboleda, de Jorgelina Cerritos, traslada un hecho del pasado a un presente en el que la memoria, abriéndose paso con dificultad, termina generando conciencia en las nuevas generaciones. El foro sobre las desapariciones forzadas, repleto de víctimas de ese delito continuado, unió de nuevo el pasado con la conciencia. La migración, el desplazamiento forzado, la corrupción, la impunidad, el abuso contra la mujer fueron temas abordados de un modo sistemático en este XXX aniversario desde la oración, la reflexión y la palabra beligerante y crítica. Las intervenciones del cardenal Michael Czerny, uno de los invitados especiales de la celebración, insistieron en la necesidad de adquirir conciencia crítica de la realidad desde el Evangelio y el diálogo comunitario en torno a la vida concreta de los más pobres.
La solidaridad con nuestros hermanos en necesidad siempre surge cuando la crítica se hace con corazón abierto y compasivo, y desde una lectura sin prejuicios del Evangelio del Señor Jesús. Una solidaridad que debe ser samaritana, yendo siempre al encuentro del golpeado por la historia. Y que también debe ser estructural. Las reflexiones del rector de la UCA resultaron impactantes para todos los que participaron en la eucaristía conmemorativa del 16 de noviembre. Invitando a construir un mundo sobre el amor, el rector nos recordó el odio estructural manifestado ante el dolor del pobre en tantas actitudes estatales y personales. Odio a detenidos de barrios populares, encarcelados dos o más años a pesar de ser inocentes; odio a mujeres pobres que tienen partos extra hospitalarios; odio a los grupos LGTBI; odio a los campesinos, expresado en el olvido de ellos y de su pobreza.
Construimos futuro responsable cuando somos capaces de descubrir las injusticias del pasado y clarificarlas desde la verdad, cuando identificamos causas y hechores de la brutalidad, y reconocemos la humanidad de las víctimas, su dignidad y sus valores. Los aniversarios de los mártires no son nunca mera exaltación del pasado, sino revulsivo que nos impulsa a la no repetición tanto de los hechos como de las causas que crean muerte, hambre, migración y violencia. El recuerdo de la gente generosa, que fue abatida precisamente por querer transformar una realidad injusta, nos anima a analizar nuestra historia contemporánea, a frenar todo tipo de abuso y a construir un futuro más fraterno. Para quien haya seguido las actividades, escritos y reflexiones de este XXX aniversario de la muerte martirial de los seis jesuitas, Elba y Celina Ramos, no habrá duda: la memoria de un pasado trágico engendra conciencia crítica, y esta conduce a la solidaridad y a la planificación de un porvenir en el que la justicia y la paz se besen, como dice poéticamente el salmo 84. Por eso, los mártires llenan de luz nuestra historia.