Tenemos nuevo Fiscal. Romeo Barahona ha sido Fiscal General Adjunto en dos administraciones de la Fiscalía; e incluso, Fiscal General en funciones. Conoce por dentro la Fiscalía. No va a perder tiempo en conocerla, puede pasar inmediatamente a la acción, y eso es una ventaja. Pero también puede tener las inercias de quien ha padecido en silencio los defectos de una institución que no se ha caracterizado por su efectividad. Por la misma razón, es necesario que la sociedad civil esté atenta, exigente y dispuesta tanto a la colaboración como a la crítica. Y en ese contexto queremos aportar algunas ideas sobre los retos que le esperan.
El primer reto es la eficacia. Y parece que el nuevo Fiscal lo tiene claro. En sus primeras declaraciones ha insistido en que hay que fortalecer la investigación en la Fiscalía. Por supuesto, la ciudadanía debe apoyar su propuesta, porque precisamente la investigación ha sido muy débil en una Fiscalía que no consigue superar significativamente los altos porcentajes de impunidad que se dan en nuestra sociedad, y que ha estado también marcada por débiles resultados en los casos judicializados. En esta tarea de fortalecer la investigación, bueno será que el Fiscal dialogue con la propia sociedad civil y con aquellas instituciones que desde la misma han luchado contra la impunidad y que con frecuencia han encontrado dificultades en la propia Fiscalía.
En segundo lugar, la institución tiene que adecuarse a la racionalidad y transparencia que pide una sociedad avanzada. Las declaraciones de Ástor Escalante siguen marcando un desafío para la dirección de la Fiscalía. El alquiler del edificio en el que la Fiscalía se ubica es un escándalo nacional. Y dado que el Fiscal General tiene la facultad de romper contratos en determinadas condiciones y momentos, bueno será que rompa ese contrato al menos a partir del año próximo. Incluso no estaría demás que la propia Fiscalía iniciara una investigación interna sobre las condiciones contractuales, los dueños del edificio y las posibles conexiones de un contrato desproporcionado con corrupciones y amiguismos.
En tercer lugar, la Fiscalía tiene que enfrentar con mayor claridad el seguimiento de los casos internacionales. Hay sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que no han sido debidamente ejecutadas. La Fiscalía no puede ser un órgano que entorpece la justicia. En los casos internacionales, hasta el presente, ha hecho el ridículo y se ha presentado generalmente ante la opinión legal seria como enemiga de la justicia.
La sociedad salvadoreña quiere enfrentar la violencia y el crimen. La Fiscalía debe buscar en la ciudadanía su mejor apoyo, y la ciudadanía debe apoyarla. Pero para recibir el apoyo ciudadano la Fiscalía debe corregir una serie de defectos, que son de larga data y que han dificultado ese diálogo amistoso necesario en el mediano plazo para superar los exageradamente altos índices de delincuencia en nuestro país.