No más campaña sucia

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Editorial UCA
31/10/2018

Casi un mes ha transcurrido desde el inicio de la campaña para los comicios presidenciales del próximo año, que arrancó con algunos, pocos, mítines masivos y ha continuado con actividades no muy diferentes a lo que ya hacían los candidatos antes del 3 de octubre. De hecho, en el caso de Carlos Calleja y Nayib Bukele, sus respectivas campañas iniciaron mucho antes de ser nombrados como candidatos por los institutos políticos que los respaldan.

En los últimos días, a esa dinámica ya conocida se añadió un nuevo elemento. Mientras los candidatos visitan municipios, se reúnen con sus estructuras partidarias y se encuentran con la gente para atraer el voto, en las redes sociales entró en escena una campaña sucia directa e intensiva: videos, noticias falsas y montajes de variado tipo, cuyo principal objetivo es desacreditar al contrario. Por ahora, los principales protagonistas de esta campaña paralela son el candidato de GANA y el de Arena, enfrascados en una guerra de acusaciones mutuas, cada vez más subidas de tono, que es contraria a la ética y genera violencia política.

Si a los pocos días del inicio de la campaña oficial ya se están poniendo en práctica este tipo de estrategias, preocupa que el tono escale y que la agresividad virtual encuentre eco en las calles. Además, no sería extraño que poco a poco entren en este peligroso juego otros partidos políticos y candidatos, convirtiendo lo que debería ser una fiesta cívica en un campo de batalla plagado de dardos envenenados, puyas, medias verdades y falsedades rotundas.

Este tipo de campaña está expresamente prohibida en la ley electoral. Urge ponerle fin. Las violaciones a la ley no han hecho más que acumularse. La propaganda comenzó un mes antes de la fecha estipulada legalmente, y pronto se pasó por alto la prohibición de injuriar, difamar o calumniar. ¿Dónde está el Tribunal Supremo Electoral? A este le corresponde por ley velar para que estas situaciones no tengan lugar y sancionarlas. Estamos acostumbrados a que en la campaña se permita todo y a que el Tribunal ejerza con tibieza y ambigüedad el papel que le corresponde como árbitro y ente sancionador.

Este tipo de campaña hace mucho daño a la democracia, pues imposibilita el diálogo abierto y el intercambio honesto de ideas, impide que sean las propuestas las que tengan el mayor peso a la hora de decidir por quién votar. Además, los que la practican se exponen a ser víctimas de sus propios métodos. Si los partidos y sus candidatos aspiran a gobernar y servir al país, conducirlo hacia una nueva etapa, en la que la paz, la justicia social, el trabajo, el desarrollo y la reconciliación sean sus principales fundamentos, deben apartarse de estas prácticas. Insistir en el ataque, la mentira y el engaño solo los desprestigia y les resta credibilidad.

En un país en que una buena parte de la población no se siente representada por los partidos políticos, en el que estos se enfangan en la últimos puestos de la confianza ciudadana, esta campaña sucia solo contribuye a socavar la democracia, debilitando aún más a sus instituciones, políticos incluidos. Lo que la población espera, diferentes encuestas lo demuestran, es una campaña de altura, con debates y propuestas que sean creíbles y factibles, que respondan a los principales problemas del país y a las necesidades de la población. La campaña sucia debe parar.

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Anónimo
31/10/2018
08:29 am
En este país la campaña política es permanente; arrecia en los tiempos establecidos y por igual tantos los del gobierno, como los dueños del poder económico,la diferencia actual son las redes sociales, que las maneja el pueblo..
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