Internet y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación han cambiado la manera de hacer política. Es cada vez más frecuente que las campaña electorales se trasladen casi en su totalidad a las redes sociales. Paralelamente, hay un creciente recurso a la mentira. Nunca antes ha habido tanta información a disposición pública, pero también nunca antes tal profusión de mentiras. Internet ha hecho posible que cada usuario, además de consumidor de contenido, pueda ser generador de discurso sin ningún tipo de control. Además, los algoritmos de las redes sociales hacen que la información que se le muestra a cada persona esté condicionada y filtrada, instalándola así en una burbuja discursiva.
El Instituto Tecnológico de Massachusetts y la Escuela de Administración de Sloan (ambas estadounidenses) realizaron el que hasta hoy es el estudio más grande sobre la transmisión de falsedades en Twitter. Analizaron aproximadamente 126 mil tuits publicados entre los años 2006 y 2017, los cuales fueron retuiteados más de 4.5 millones de veces. Entre los hallazgos de la investigación destaca, primero, que las noticias falsas tienen 70% más posibilidades de ser compartidas que la verdad; que las falsedades más populares se refieren a temas políticos; y, tercero, que, contrariamente a lo que se cree, las fake news se difunden más rápido que la verdad porque son los humanos, y no los bots, quienes más las propagan. Una mentira viaja más rápido y más lejos que una verdad.
A Joseph Goebbels, jefe de propaganda de Hittler, se le atribuye la frase “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Entre los psicólogos, esto se conoce como el efecto de la “ilusión de verdad”, y tiene una enorme eficacia en el mundo de la propaganda. Los políticos lo saben y lo usan. Y todo esto sucede hoy en el contexto de la posverdad, en el cual los hechos objetivos, las evidencias, las pruebas son menos importantes a la hora de formar la opinión pública que las emociones o a las creencias personales. Y la comunicación política ha sabido desde siempre que entre racionalidad y emoción, triunfa la emoción. La mayoría de políticos solo dicen lo que la gente quiere escuchar y tocar sus emociones, más allá de lo que sea verdad o posible.
Las noticias falsas tienen incidencia en la sociedad en su conjunto, afectan la integridad democrática, y por tanto deben ser abordadas en sus dimensiones política, social y cultural. Además de ser portadoras de mentiras, tienen una intencionalidad explícita de engañar. Desde la política, la manipulación de la información, las medias verdades o directamente las mentiras son un medio para construir base electoral o consolidar una idea. Las fake news han convertido en presidentes a mentirosos y facilitado que la gente apoye acciones que la perjudican.
¿Cómo saber cuando una noticia es falsa? Los especialistas aconsejan percatarse de quién es la fuente de la información y contrastar con otras fuentes para verificar su veracidad. Para la vida diaria, otro recurso es aplicar el triple filtro de Sócrates, que consiste en preguntarse lo siguiente: primero, ¿estoy absolutamente seguro de que lo que se dice es cierto?: filtro de la verdad; segundo, ¿es algo bueno lo que se afirma de otra persona o instancia?: filtro de la bondad; y, tercero, ¿es útil para mí o para el país lo que dice la información?: filtro de la utilidad. Una vez hechas las tres preguntas, si una información no es cierta, ni buena, ni útil, entonces toca desecharla, ignorarla, no reproducirla.