Los dos últimos sondeos de opinión del Iudop muestran las grandes expectativas de la población ante el nuevo Gobierno. Dos de cada tres salvadoreños se sienten satisfechos del triunfo electoral de Nayib Bukele y piensan que El Salvador mejorará con su administración. En esta línea, los niveles de confianza en su capacidad de gobernar y afrontar los principales problemas de la nación son altos. Una mayoría superior al 70% le ve capaz de combatir la corrupción y la delincuencia, reducir la pobreza, defender los recursos naturales y promover la creación de empleos. Para lograr esto, más de 8 de cada 10 salvadoreños manifiestan que es necesario que el Gobierno entrante tenga como prioridad la reformulación de las políticas económica y de seguridad.
En lo que respecta a la política económica, los salvadoreños demandan la creación de fuentes de empleo, el aumento de los salarios, la reducción de la pobreza y la disminución del costo de la canasta básica. También la mejora de la educación y la salud, que junto al acceso a vivienda son los pilares de una política social que puede transformar al país. Estas demandas responden a las verdaderas necesidades de la mayoría de la población; necesidades que hasta ahora ningún Gobierno ha logrado satisfacer. Por ende, la ciudadanía espera que Bukele la escuche, que gobierne bien y que fruto de esa buena gestión se den cambios positivos que beneficien de manera directa al colectivo, que cumpla con las promesas de campaña, que luche contra la corrupción y que no la tolere en su Gobierno, que no mienta, que ejerza un liderazgo efectivo y capaz.
Después de 20 años de Gobiernos de Arena y 10 del FMLN, tres décadas de mentiras, corrupción y progresiva decepción ciudadana, la gente ha abandonado a los que alguna vez fueron partidos mayoritarios. En ese marco surge la figura de Nayib Bukele y Nuevas Ideas, en los que una importante parte de la población ha puesto grandes esperanzas, identificándolos con cambio, esperanza, novedad, oportunidades, prosperidad, juventud, positividad. Sin duda, ello supone un gran reto para Bukele y su Gobierno, pues tendrán que responder con prontitud a estas grandes expectativas con un equipo de funcionarios con poca experiencia en el manejo de la administración pública y sin contar con suficientes medios. Bukele mismo deberá esforzarse por mejorar la percepción de la población respecto a algunos aspectos de su persona; según las encuestas, en el plano personal, sus tareas son acercarse más a la gente, generar más confianza, mostrar que es capaz de escuchar y que sus decisiones no responden a caprichos personales, sino a la búsqueda del bien común.
A nivel político, El Salvador inicia una nueva etapa, en ruptura con las dinámicas y actores del pasado reciente, pero da continuidad a una realidad que tercamente se mantiene conflictiva, con problemas acuciantes que vienen arrastrándose desde hace siglos. Gran parte de los ciudadanos espera que dichos problemas ahora sí sean superados. Ojalá que todos los actores políticos sepan leer la nueva coyuntura y rompan con su afán de conflicto, colaborando entre sí para el bienestar y prosperidad de todos los salvadoreños.