Nueva oportunidad

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Editorial UCA
03/01/2022

Las promesas, los augurios y los deseos suelen poblar los primeros días de un nuevo año. Sin embargo, en muchos aspectos, especialmente en los temas económicos y materiales, el año nuevo está condicionado por el anterior. Por ejemplo, se puede decir que en 2022 mejorará la educación, pero ello depende del presupuesto aprobado en 2021. Las actitudes, en cambio, sí pueden presentar novedad, puesto que dependen en buena parte de la voluntad humana. Por eso, al comenzar este 2022, es importante revisar algunas actitudes que necesariamente deben cambiar si se desea el desarrollo humano digno e integral de El Salvador.

En el país, el diálogo abierto, franco y cordial con quienes piensan diferente suele ser difícil. Ello incluso se nota al interior de la familia y en instituciones que por su propia constitución deberían estar abiertas a una comunicación horizontal. En la actualidad, en el campo político, no hay posibilidades de diálogo. Amparado en un triunfo electoral masivo, el Gobierno ha asumido la posición de considerar enemigos a todos los que le hacen cualquier tipo de señalamiento. Más aún, anima a sus partidarios a insultar, denigrar, calumniar a quienes critican actos, actitudes o políticas oficiales. Entre los críticos al Gobierno también hay un grupo que utiliza un lenguaje agresivo, y poca gente en la oposición trata de decirles que ese no es el camino más eficaz para que las cosas cambien.

Resulta urgente cambiar la dirección de la política. Dialogar sobre datos reales, reconocer errores cuando son evidentes y apostar por la tolerancia son aspectos esenciales para construir en conjunto y retomar con seriedad temas clave como la protección del medioambiente, el acceso a la información pública, el respeto a los derechos humanos y el combate a la corrupción. Por supuesto, la existencia y el accionar de las pandillas no deben queda fuera. Aunque una amplia proporción de la ciudadanía piense que la única solución es la mano dura y represiva, un país que se considere civilizado no puede apuntar solo por ese ese camino. Para integrar positivamente a esos grupos dentro de la sociedad, el Gobierno necesita la colaboración de los ciudadanos y las organizaciones civiles.

Trabajar colaborativamente es difícil, pero no imposible. Mantener la actual situación de agresividad y polarización solamente conducirá al estancamiento, a la corrupción y al irrespeto de los derechos humanos. Hay abundantes ejemplos en América Latina del fracaso al que conducen el autoritarismo y la falta de diálogo. En etapas aún más complicadas que la actual, El Salvador ha sabido encontrar caminos de solución a sus problemas. 2022, en el que se cumplirán 30 años de los Acuerdos de Paz, ofrece una nueva oportunidad de conversar entre todos sobre la construcción de un futuro común y armonioso. Aprovechar el momento implicaría más inteligencia política que continuar la deriva hacia el conflicto y el ensimismamiento sectario.

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