Pasividad ante los problemas y desafíos nacionales

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Editorial UCA
24/01/2022

Más allá de los anuncios espectaculares, de algunas medidas medianamente positivas pero más de orden populista que estructural y de la propaganda y el autobombo, lo que se percibe en la actual coyuntura es una enorme pasividad ante la problemática real de El Salvador. Algunas publicaciones recientes lo dejan ver con claridad. Una de ellas es el último informe del PNUD sobre desarrollo humano. El documento expone, con toda propiedad, los graves problemas medioambientales del país. Recuerda, una vez más, el hecho de que Centroamérica será una de las regiones más golpeadas por el cambio climático. Señala que siete de cada diez hogares salvadoreños “presentan al menos una carencia ambiental”. Advierte que la degradación del medioambiente, unida al cambio climático, afectará con mayor severidad a los pobres. Deja constancia de que el modelo económico vigente ha sido poco eficaz para mantener de forma sistemática el desarrollo humano. Y afirma que aún no hay respuestas adecuadas ante el déficit ecológico nacional y la “alta degradación del suelo y la tierra”.

Por su parte, la Cepal acaba de publicar un informe en el que coloca a El Salvador entre los cuatro países con menos desarrollo a nivel latinoamericano, lo cual contrasta con la insistencia de diversos miembros del Gobierno en que el país es de desarrollo medio-alto, a punto de entrar en la comunidad de naciones de desarrollo alto. Para el BID, alcanzar niveles adecuados de desarrollo requiere de la confianza entre la ciudadanía, las instituciones y los gobiernos. Aunque de momento la mayoría confía en el liderazgo de Nuevas Ideas, tiene serias reservas sobre muchas de las instituciones gubernamentales, los empresarios y ciertas instituciones privadas (como el sistema bancario y el de pensiones). Para colmo, el Gobierno se dedica a sembrar desconfianza sobre toda organización, grupo o persona que tiene una visión crítica de la realidad y que propone diálogo y racionalidad. No tolera ningún comentario crítico a la gestión política de los problemas nacionales. Pese a que los informes internacionales multiplican sus advertencias de riesgos, no hay un plan de desarrollo y prevención adecuado para enfrentar las vulnerabilidades del país. Al contrario, se persigue a defensores del medioambiente, se favorece un tipo de productividad económica ecológicamente insana, se mantiene una economía excluyente y se persigue cualquier tipo de oposición.

El Gobierno necesita cambiar de actitud. De la extrema agresividad y de la seguridad absoluta respecto a su proceder debe pasar a un afán dialogante. La ebriedad del poder no construye historia fraterna. Reconocer los problemas es el paso elemental para corregir situaciones que pronto o tarde conducen al conflicto. Los informes internacionales están hechos por personas a las que les interesa el país. Y la mayoría de ellas coincide en que El Salvador tiene serias deficiencias en el campo del desarrollo y el bienestar. Recurrir al diálogo es el único camino seguro para salir del estancamiento causado por la división y el enfrentamiento constantes.

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