Política centroamericana

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Editorial UCA
02/07/2013

El nombramiento del actual ministro de Relaciones Exteriores, Hugo Martínez, como Secretario General del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) invita a reflexionar sobre nuestras relaciones internacionales. De refugiarse casi exclusivamente en la relación dependiente con Estados Unidos, especialmente durante el tiempo de la guerra civil, El Salvador ha ido ampliando sus vínculos con otros países sin abandonar su cercanía y subordinación al gigante del Norte tanto por razones económicas y comerciales como por la presencia de un poco más de la cuarta parte de la población salvadoreña en ese país. Nuestras exportaciones van mayoritariamente hacia Estados Unidos. Y las remesas enviadas de allá juegan en nuestra vida social y económica un papel semejante en importancia a los subsidios y a las redes de protección social. Eso explica también una presencia consular en México muy extendida al servicio de los migrantes que transitan por este país hacia el Norte. Sin embargo, el tránsito por México continúa siendo peligroso. Los secuestros, asesinatos, trabajo esclavo y violaciones de mujeres ocurren con una frecuencia sistemática y grave.

La llegada del FMLN al Gobierno ha supuesto una positiva ampliación de relaciones con el mundo y una mayor sensatez en las posiciones internacionales, generalmente muy conservadoras en los tiempos de Arena. Pero aprovechando esta coyuntura de cambio en la cancillería, es necesario señalar brevemente algunos aspectos en los que El Salvador debería reforzar su política exterior. En una posición geográficamente central en el istmo, los salvadoreños debemos reforzar la política centroamericana. El SICA, que ha mejorado su rumbo y acción con el Secretario General saliente, debe ahora con un salvadoreño reforzar esfuerzos y convertirse en una oportunidad para la región. Si aislados nuestros países tienen poco futuro, el trabajo por conseguir avances en la unión centroamericana debería ser para el nuevo Secretario un tema prioritario. Hoy está de moda hablar de la posición geográficamente estratégica de nuestros países para las comunicaciones y el transporte de mercancías. Pero querer aprovechar individualmente esta situación, compitiendo unos con otros, no hace más que prolongar las miserias de nuestras débiles economías. Una institucionalidad común en América Central potenciaría posibilidades de todo tipo si se sabe avanzar con una planificación equitativa. Asimismo, un esfuerzo común centroamericano por proteger a nuestros migrantes en su paso por México es indispensable para afirmarnos como países con voz propia. Solo unidos podremos influir con más peso sobre México a la hora de solicitar una mayor protección de nuestros migrantes o incluso la supresión del visado para ingresar y atravesar dicho país.

El Salvador debe también tener una voz más fuerte y —ojalá— única en torno al tema del calentamiento global. El previsible aumento de la temperatura en los próximos años dañará con mucha más fuerza a las naciones situadas entre los trópicos. Centroamérica apenas tiene incidencia en el fenómeno, pero dada su geografía se llevará climáticamente la peor parte. Tormentas más frecuentes y violentas, sequías más duraderas, inundaciones y deslaves seguirán golpeando nuestra ya considerable vulnerabilidad. El Salvador perderá tierra y recursos naturales si se eleva el nivel del mar, como parece evidente. En este contexto, es un deber ético liderar o promover esfuerzos centroamericanos para que nuestra voz tenga un eco más fuerte en el contexto internacional, y no nos toque pagar en solitario los estragos producidos por otros en el clima. Prevenir el desastre desde políticas comunes es indispensable para mitigar el efecto del calentamiento global en el conjunto de estos países nuestros tan interrelacionados.

Políticas comunes de desarrollo social y de prevención de la violencia, libre tránsito de personas y mercancías, posiciones conjuntas en temas internacionales, áreas comunes de desarrollo en las fronteras, políticas ecológicas solidarias y complementarias, fortalecimiento y más autonomía de las instituciones centroamericanas son algunos de los asuntos pendientes que esperan al nuevo Secretario General del SICA. El apoyo nacional salvadoreño en la búsqueda de soluciones a los problemas planteados no solo será bueno para el Sistema y su nuevo Secretario, sino para toda Centroamérica y para nosotros mismos. Porque si no avanzamos hacia una Centroamérica con mayor cohesión, solidaridad interna y voz común, seguiremos hundidos en la pequeñez de nuestros países, con sus difíciles soluciones particulares frente a un mundo demasiado amplio y con tendencias a establecer, desde los países grandes, relaciones asimétricas y con frecuencia injustas para el más débil.

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