Politiquería

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Editorial UCA
31/05/2023

Visceral ha sido la reacción del oficialismo ante la posibilidad de que Nuevas Ideas tenga que competir contra una candidatura presidencial única, apoyada por varios partidos políticos en la oposición. El coro cyan parece estar más preocupado por la puridad ideológica de los partidos Arena y el FMLN que por la hipotética amenaza que una candidatura única representaría para la continuidad en el poder de Bukele y los suyos. Los voceros del oficialismo se rasgan las vestiduras ante la posibilidad de que dos partidos que por años han estado enfrentados, con ideologías radicalmente distintas, pudieran llegar a un acuerdo para la elección presidencial.

Para tranquilidad del régimen, más preocupado por la moral y la puridad ideológica ajena que por la propia, los líderes del FMLN salieron rápidamente a declarar que su instituto político nunca se aliará con Arena ni con ningún otro partido de derecha de cara a las elecciones; al contrario, presentará su propia fórmula para optar a la más alta magistratura de la nación. Tanto unos como otros padecen de amnesia interesada, prefieren olvidar la dinámica política que ha caracterizado al país desde las últimas décadas hasta el presente.

Durante sus 10 años de gobierno, el FMLN se apoyó en el derechista partido GANA, escindido de Arena, para lograr mayoría en la Asamblea Legislativa y así sacar adelante sus proyectos. También negoció con otras fuerzas políticas en la Asamblea para elegir a las autoridades de segundo grado. Lo mismo hizo Arena cuando la correlación de fuerzas en la Asamblea Legislativa no le fue favorable y necesitó el apoyo de otros partidos para aprobar sus planes. Y esa herencia la hizo suya Bukele.

Sus seguidores harían bien en recordar que él aspiraba a ser candidato presidencial por el FMLN y que no se fue de ese instituto político por su propia voluntad, sino que fue expulsado después de un proceso disciplinario. Por tanto, para ganar la presidencia tuvo que afiliarse a GANA y participar bajo su bandera. GANA, un partido que nació de Arena en el marco de una oscura pugna de intereses, muy probablemente aceitada con los míticos maletines negros.

Durante sus cuatro años de gestión, la alianza de Bukele con GANA ha sido muy sólida, sin mayores diferencias, a pesar de que entre ambos supuestamente media un abismo ideológico; tan sólida que participaron en coalición en algunos departamentos y municipios para las elecciones de 2021. Y esa lógica de contubernio la ha aplicado también Nuevas Ideas con la Democracia Cristiana y el PCN, que apoyan todas las propuestas que el oficialismo presenta en la Asamblea Legislativa. Ninguno de estos aliados tiene un pasado limpio, ninguno se han distinguido por su pureza ideológica, ni por su honestidad, ni por su coherencia, ni por defender los intereses de la población por encima de los propios.

La agresiva reacción del oficialismo ante una posible alianza entre partidos políticos de la oposición hace pensar que en el fondo desconfía del apoyo popular que muestran las encuestas. Si Nuevas Ideas y sus líderes tuvieran algo de sentido y pensamiento democrático, deberían alegrarse de la posibilidad de tener un adversario fuerte en las próximas elecciones, pues ello les permitiría demostrar que en verdad cuentan con el apoyo de la ciudadanía. Y si ganaran las elecciones, su victoria sería más legítima. Competir con otras opciones fuertes y bien sustentadas, con ciudadanos probos y honestos, es mucho mejor para la democracia que la falta de competencia real. En democracia, todos tienen derecho a buscar alianzas y coaliciones, en especial cuando se trata de defender los principios y las libertades fundamentales.

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