Por acuerdo de la Asamblea General de Naciones Unidas, desde 2007 cada 20 de febrero se celebra el Día Mundial de la Justicia Social. En la Constitución del país, la justicia social aparece como uno de los principios fundamentales que deben orientar e impulsar la actividad del Estado. En los discursos de los políticos el tema sale de vez en cuando, aunque cada vez con menos frecuencia. Los sectores económicamente pudientes han logrado que mucha gente piense que la justicia social es algo del pasado, propio de un lenguaje izquierdista obsoleto y pasado de moda. Sin embargo, continúa siendo una necesidad en El Salvador, porque lo que abunda es lo contrario: injusticia, desigualdad, discriminación.
La persona que acuñó por primera vez el término lo definió como aquella virtud que “iguala de hecho a todos los hombres en lo tocante a los derechos de humanidad”. En otras palabras, se da a todos el disfrute de sus derechos básicos. En nuestro caso, la justicia social sería dar justicia y seguridad a quienes estaban oprimidos por las pandillas, pero también respetar y garantizar los derechos de quienes están recluidos en las cárceles. Justicia social es brindar derechos a todos, no limitar los de unos en favor de otros. Ciertamente, el delincuente puede y generalmente debe perder el derecho a la libertad para no dañar a otras personas, pero conserva el derecho a la alimentación, a ser tratado con dignidad, a recibir la visita de familiares y amigos. En el terreno socioeconómico, que es donde con más frecuencia se debe aplicar, la justicia social significa educación, salud, salario, vivienda y pensiones de igual calidad para todos.
La justicia social está en el origen del llamado Estado social y democrático de derecho. Y en buena parte por ello los partidarios del capitalismo a ultranza, que permite a los más fuertes hacer grandes riquezas a costa de las mayorías, se oponen a tomarla en serio. Es un error. La desigualdad está en la base de la mayor parte de los problemas sociales del país, sin que hasta la fecha se esté realmente luchando contra ella. Mientras no haya una reforma fiscal que exija mayor responsabilidad a los que más tienen, mientras no se abran oportunidades de desarrollo para las mayorías será poco probable que se pueda superar la dura situación socioeconómica nacional.
Aunque desgraciadamente está ausente en la agenda política y en las perspectivas de desarrollo de El Salvador, la justicia social es el camino para que el futuro sea pacífico y aporte bienestar universalmente. El silencio, la falta de diálogo y de celebración en el Día Mundial de la Justicia Social no es una buena señal; el mismo silencio que guardaron los anteriores Gobiernos, a los que con cierta razón se les señala de ser causantes de los problemas actuales.