"Que se vayan"

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Editorial UCA
27/04/2022

Los autócratas y los populistas suelen buscar o inventar un enemigo al cual culpabilizar de todo y con el cual sembrar miedo o incertidumbre entre el pueblo al que dicen defender. Desde su inicio, la administración de Nayib Bukele declaró a las pandillas como su enemigo número uno. Y con esa base lanzó el tan publicitado como desconocido Plan Control Territorial. Luego clamó por la aprobación de préstamos para financiar el Plan. Todo el que pidió explicaciones sobre el uso que se haría del dinero pasó a engrosar las filas de los que estaban del lado de los delincuentes. En la narrativa oficial, el presidente era víctima de los mismos de siempre, que en ese momento controlaban la Asamblea Legislativa. El combate de un enemigo temido por la población fue utilizado como justificación para tomarse militarmente el primer órgano del Estado. Solo la comunicación directa con Dios hizo que el asunto no pasará a más.

Poco después vino la pandemia; el covid sustituyó a las pandillas. El nuevo enemigo, totalmente desconocido y, por tanto, generador de gran angustia y miedo, fue la excusa para obtener y gestionar sin mayor control una ingente cantidad de recursos y someter a la población a una cuarentena brutal. Además, el virus fue útil para profundizar la autocracia y apuntalar el afán del Gobierno de presentarse como el mejor de toda la historia. Quienes declararon inconstitucionales las medidas que violaron derechos humanos fueron acusados de buscar la muerte de la población. Quienes investigaron la corrupción corrieron igual suerte. Sin embargo, cuando el covid-19 se volvió manejable, se recurrió de nuevo a las pandillas. La ola de 62 homicidios en un solo día fue el acicate.

De nuevo urgieron dineros, armamento y equipos. Y se dio un nuevo paso en la consolidación del régimen autoritario: se decretó un estado de excepción que ha servido para detener a miles de personas, sin distinguir entre inocentes y culpables. Como antes por el virus, se han anulado las garantías que protegen al ciudadano. Quienes critican lo hecho son aliados de los pandilleros, incluyendo a los organismos internacionales que denuncian violaciones a los derechos humanos. De paso, se ha aprovechado para presentar los proyectos del tren del Pacífico y del aeropuerto de Oriente. Si es que llegan a realizarse, no pasarán por la ley Lacap, sino que se adjudicarán directamente. A quienes cuestionan cómo gobierna la administración se les anima a irse del país, pues este no los necesita. No hay lugar para opinar distinto ni pensar por cuenta propia. A los que no les guste, “que se vayan”. El régimen solo necesita a los que aplauden; los demás, sobran.

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