Sin novedad, sin democracia

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Editorial UCA
29/07/2022

Los verdaderos sistemas democráticos se caracterizan por el pleno respeto a los derechos humanos y por proveer a toda la población de los bienes y servicios necesarios para una vida digna. La democracia es mucho más que el derecho al voto; según el politólogo francés Georges Couffignal, es una cultura que implica la aceptación del pluralismo de ideas y opiniones, el ejercicio de la libertad y el respeto a la diversidad. En una cultura democrática, la alternabilidad se da por sentada: la gestión del Estado pasa a otras manos si así lo decide la población. En la democracia no se utiliza la violencia ni para acceder al poder, ni para mantenerse en él; y se exige las libertades de expresión y de información como elementos fundamentales.

Por más de 80 años, El Salvador vivió bajo dictaduras militares auspiciadas y controladas por la oligarquía de la época; no se reconocía ningún derecho ciudadano y se ejercía un férreo control sobre las mayorías populares, las cuales vivían en condiciones de extrema pobreza. En ese contexto, la democracia se convirtió en un gran anhelo para acabar con los abusos del poder y las violaciones a los derechos humanos, y resolver los problemas de pobreza, educación y salud, para la mejora significativa de las condiciones de vida de la población.

Luego del fin de la guerra, a causa de la falta de una cultura democrática y de un verdadero interés en el bienestar de las mayorías, los líderes políticos salvadoreños entendieron la democracia únicamente como el ejercicio del voto y dejaron de lado los derechos sociales y económicos de la población. Y así nació la decepción con la democracia; una decepción que se fue profundizando con cada elección, hasta llegar al abismo en el que nos encontramos. Hoy, el voto premia a personas y grupos de clara tendencia autoritaria y antidemocrática. Esta es la realidad actual de El Salvador.

En este contexto, es fundamental recordar que la libertad de prensa y el acceso a la información pública son dos derechos fundamentales en todo sistema democrático, necesarios para que los ciudadanos reciban una información objetiva y veraz. El acceso a la información pública le permite a la ciudadanía exigir la rendición de cuentas del Estado sobre diferentes temas de interés nacional, como el uso de fondos, la gestión de las políticas públicas y las actuaciones de los funcionarios. Un reciente informe del Observatorio Universitario de Derechos Humanos de la UCA evidencia el grave deterioro de los derechos de acceso a la información pública y de la libertad de prensa. Ambos derechos son obstáculos para el proyecto oficialista de poder y control absoluto, y por eso busca anularlos. En esto, como en otras cosas, el régimen de Bukele se acerca cada vez más a la forma de gobierno de países como Cuba, Venezuela y Nicaragua. Su única novedad es hacerlo con un celular en la mano.

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