Sin transparencia y sin vacunas

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Editorial UCA
19/03/2021

Mientras el coronavirus obligaba a cubrirse parte de la cara, también destapó muchas injusticias. A la vista quedaron precarios sistemas de salud, familias sin vivienda digna, sin agua potable ni saneamiento; se evidenció que la mayor parte de la población se gana el sustento en una lucha diaria, por la cual le es imposible cumplir una cuarentena; se desnudó la rapacidad sin límite y autoritarismo de funcionarios y políticos que convirtieron la tragedia en ocasión de lucro y violentaron derechos humanos. Hasta hoy, el virus suma 2.6 millones de fallecidos y más de 121.3 millones de infectados en el mundo, y ha agudizado las desigualdades; el acceso a las vacunas es un ejemplo.

Al 22 de enero de este año, 52 países habían comenzado a vacunar a su gente; 142, no. Organizaciones de derechos humanos internacionales advierten del peligro de que 67 países de bajos ingresos no tengan acceso a la vacuna en 2021, pues no han llegado a acuerdos con ninguno de los principales productores del medicamento. Funcionarios de la OMS señalan que Guinea era el único país africano que había comenzado a vacunar en enero. Del otro lado de la moneda, los países ricos han adquirido tantas dosis de vacunas como para inmunizar varias veces a su población.

Reino Unido aseguró 367 millones de dosis de diferentes compañías, lo que equivale a más de cinco veces su población. Canadá, Nueva Zelanda y Australia han adquirido suficientes vacunas como para aplicar cuatro dosis a cada uno de sus ciudadanos. En contraste, Covax, la iniciativa mundial para que el acceso equitativo a tratamientos contra el covid-19, solo ha comprado el 14% de las vacunas producidas. Peor aún, todo apunta a que los países más pobres las comprarán a mayor precio que los países ricos. Un artículo publicado por el British Medical Journal señala que Sudáfrica habría comprado la vacuna AstraZeneca a 5.25 dólares la dosis, mientras la Unión Europea pagará solo 2.15 dólares.

A esta inequidad planetaria se añaden las historias de corruptelas y privilegios durante el proceso de vacunación. Perú, Argentina, Chile y Brasil destacan en esa lista negra. En El Salvador, el 17 de febrero llegó un lote de 20 mil dosis de Covishield, la vacuna del Serum Institute of India. Luego, como parte del mecanismo Covax, el país recibió, el 11 de marzo, 33,600 dosis de AstraZeneca. De este último lote se sabe que se trata de una donación, pero del origen de las 20 mil dosis de Covishield solo hay especulaciones. Esa falta de transparencia es una de las constantes del actual Gobierno, que ha reservado la información sobre el hospital El Salvador, la compra de insumos médicos, los centro de contención y los paquetes alimentarios, entre otros. 

Costa Rica fue el primer país de la región en recibir vacunas Pfizer y ya lleva alrededor de medio millón de dosis. A pesar de que la empresa le exigió a los países compradores una cláusula de confidencialidad sobre el precio de la vacuna, Costa Rica reveló que encargó 3 millones de dosis a un costo total de 36 millones de dólares ¿Por qué acá no se puede conocer el convenio de compra con AztraZeneca? Ciertamente, enfrentar la pandemia exige sortear toda dilación, pero no prohíbe la transparencia ni la decencia.

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