Sobre la dignidad humana

7
Editorial UCA
09/04/2014

La igual dignidad humana suele estar a la base de las religiones, y por supuesto es una afirmación radical de la cristiana. También es fundamento de la democracia como sistema político. Sin embargo, esa afirmación contrasta siempre con la tendencia a compararse con los demás y, a partir de eso, diferenciar entre superiores e inferiores. Así, la negación de la igual dignidad humana brota con irreflexiva naturalidad. Y se necesita la fuerza de un profeta o la mente aguda de un observador y pensador social para enfrentar situaciones de injusticia, abuso o de severa limitación o destrucción de la dignidad humana.

La humanidad ha convertido en hábito establecer diferencias y estructurarlas socialmente. Tanto entre mujeres como entre hombres, el más sabio, el más rico, el más fuerte, el más hábil, el más atractivo tiende fácilmente a considerar que sus cualidades y capacidades le dan derechos especiales que los demás no tienen. El uso irresponsable de la riqueza, la utilización de la fuerza bruta para imponer políticas, el desarrollo científico puesto a sueldo de la producción o perfeccionamiento de armas de destrucción masiva muestran cómo el dinamismo comparativo bajo el simplismo del binomio superior-inferior puede llevar a extremos peligrosos para la humanidad.

Entre nosotros, una de las plagas que golpean severamente la dignidad humana, al tiempo que empobrecen al país y rompen la cohesión social, es la corrupción. Presente en lo económico, lo político y lo social, niega sistemáticamente la igual dignidad de las personas. El que tiene poder es capaz no solo de imponer su voluntad, sino de obtener provecho económico de su posición. Y lo hace con la suficiente frecuencia como para que la ciudadanía tenga una pésima opinión respecto a personas poderosas económicamente y/o dedicadas a la política. Hay alcaldes o funcionarios, Corte Suprema incluida, que con toda facilidad colocan, o logran colocar, a sus parientes como personal de confianza en sus municipios, o en oficinas de funcionarios amigos de alto nivel, sin preguntarse si el nepotismo es una forma de corrupción.

El hijo, el sobrino, el hijo de un amigo es capaz "porque es de los míos, de mi confianza, de mi círculo de amistades y lo conozco bien", es la fraseología que se escucha cotidianamente. Y además, se suele añadir que "si no tienes influencia, relaciones, recomendaciones, no vas a encontrar trabajo". No importa la valía personal ni las cualidades. Y no es del todo falso lo que se dice; este modo de pensar tiene fundamento en la cotidiana realidad corrupta de nuestros estamentos del poder. En este sentido, promover la dignidad humana pasa por el establecimiento de leyes, normas y procedimientos que aseguren la igualdad ante la ley y de hecho. Pero también, y sobre todo, por una educación y una opción personal abierta a las necesidades del ser humano y al sufrimiento de los más débiles, pobres, excluidos, marginados u olvidados.

Un sentimiento samaritano y solidario ante el herido y golpeado por el irrespeto a la igual dignidad que todos llevamos y compartimos resulta imprescindible para avanzar. La solidaridad, tantas veces invocada, se contempla con demasiada frecuencia como una virtud optativa, sin reflexionar y caer en la cuenta de que es tan fundamental y necesaria como la libertad. Desde un idealismo decimonónico, tan romántico como obsoleto, nuestros himnos ensalzan que los pueblos escriben la libertad con su propia sangre. Hoy, debemos decir, la libertad se escribe y se construye desarrollando plenamente las capacidades de la gente. En otras palabras, respetando su dignidad, su capacidad de desarrollo, e invirtiendo en eso lo que sea necesario. La igual dignidad exige libertad, y que esta sea patrimonio de todos. Y que seamos solidarios para que cada persona pueda, libremente, dentro de una comunidad pacífica y justa, desarrollar al máximo sus capacidades y el sentido de su propia dignidad.

Lo más visitado
4
Anónimo
04/09/2017
14:53 pm
deberion hberla hech mas corta pero no importa me sirvio muchisimo gracias ATT anonimo
0 6 1
Anónimo
05/04/2017
16:37 pm
tengo muchas dudas me ayudan?
0 6 1
Anónimo
07/01/2017
18:02 pm
La igual dignidad humana es una de las mentiras pseudo-filosóficas que más dolor y muertes innecesarias han causado en la Historia. Esa noción arranca de la Grecia tribal de Tracia, con el chamán Salmoxis ó Apolo Boreal, porque en la horda sí todos son iguales, no en sociedades civilizadas. La agricultura y urbes exigen especialización económica, meritocracia de deberes y derechos, ganárselos: Ya no somos iguales. Y no es necesario, sería retroceso. Lo indispensable es que haya fácil movilidad social vertical y acelerada creación de clase media con bienes afincados a la Patria, no dispuesta a emigrar, capitalizada. Cuando Jesús preconiza la igualdad (si lo hizo, de cierto no consta) yerra y demuestra no ser Mesías ni Dios, como piensan los judíos, pues hasta Moisés diversificó deberes a las 12 tribus, no las uniformizó. Ni los pollos y palomas que crío son iguales: Menos los humanos. Salgan del aula a la calle, ser diferente es producto del trabajo. Ya no...
0 6 2
Anónimo
11/04/2014
07:02 am
La demagogia elitista aristocratica de las curules sedientes .
0 5 3