Soñando con nuestros mártires

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Editorial UCA
12/11/2014

Si aún vivieran, Ignacio Ellacuría tendría 84 años; Amando López, 78; Nacho Martín-Baró, 72; Joaquín López y López, “Lolo” o “tío Quin”, como le decíamos cariñosamente, tendría 99 años; Segundo Montes y Juan Ramón Moreno andarían en torno a los 80; Elba Ramos habría llegado a los 67; y su hija Maricela, como con frecuencia le decíamos, a los 42 años. Seguirían activos porque el fuego que los consumía por dentro no los dejaría descansar. Ellacuría, cuando le faltaban dos años para terminar el que él asumía que sería su último período como rector, decía que quería dedicarse a pensar El Salvador. Que se habían centrado necesariamente en el fin pacífico y dialogado de la guerra, pero que no se le había puesto el necesario pensamiento al futuro. Este hombre que deseaba impulsar una nueva civilización, protagonizada por los que él llamaba “pobres con espíritu” y que tuviera como centro el trabajo, hubiera luchado por construir la paz desde los intereses de los pobres.

En la mesa de las negociaciones de paz estuvieron presentes los derechos políticos y civiles del ciudadano, pero poco o nada los económicos y sociales. Todavía hoy sigue habiendo una desproporción entre los primeros y los segundos. Avanzamos en el derecho a la ética, a la rendición de cuentas, a la transparencia, al consumo informado, en temas electorales, pero caminamos sumamente despacio en temas de salario decente, educación equitativa y universalizada, salud de calidad e igualitaria para todos, vivienda digna. Ellacuría nos hubiera espoleado, desde el principio hasta el presente, a ir más aprisa en ese camino, donde se juega en definitiva la igual dignidad de la persona humana.

Nacho Martín-Baró, cuyo impacto en la psicología social latinoamericana ha seguido creciendo a través de su intuición de la psicología de la liberación, estaría en estos momentos en la plenitud intelectual. Sus análisis de la violencia como fenómeno psicosocial nos hubieran ayudado a prevenirla con más eficacia. Su análisis crítico del poder hubiera potenciado la democracia; y su cercanía personal a los pobres, las luchas de estos en contra de un sistema tan semejante al de las castas, que hoy sigue estratificando los derechos económicos y sociales según criterios de posición social, ingreso y zona geográfica de residencia.

Segundo Montes, analista lúcido de los procesos sociales, hubiera seguido con precisión a los migrantes, animándolos a organizarse y tratando de crear en este sector una visión que les hiciera incidir positivamente en el desarrollo social salvadoreño. Si por su capacidad económica hay alguna fuerza semejante a la de la empresa privada, esta es la de los migrantes. Fuerza que solo podrá mostrarse como tal si alcanza una organización social fuerte, capaz de negociar y presionar al Gobierno en función del desarrollo social. Montes estaría en la lucha, trabajando con los migrantes desde el inicio hasta el presente, ayudándoles a pasar de la fuerza caritativa y generosa que hoy son, a una fuerza organizada capaz de incidir en la transformación económica y social de El Salvador.

Lolo nos hubiera dejado una Fe y Alegría bien dotada, ahondando en la formación profesional de la juventud y en la prevención del delito. Juan Ramón, artesano de la Biblioteca de Teología y hombre de la teología espiritual, del seguimiento de las comunidades religiosas y del Profesorado en Teología, hubiera contagiado su fuego y su pasión por la cercanía a Jesús a los multiplicadores del Evangelio, religiosas en pastoral, laicos ilustrados, gente sencilla interesada en saber teológicamente más para poder dar razón de su esperanza. Amando, con su bonhomía y su cercanía, hubiera sido fundamental para que este equipo de la UCA conservara el humor, resistiera en su agotador ritmo de trabajo y no perdiera nunca la esperanza.

Elba seguiría trabajando, ya con el ritmo más lento de las abuelas, y sembrando entre las múltiples generaciones de jesuitas ese espíritu de bondad y sabiduría popular que tanto la distinguía en su relación con los jóvenes aprendices de la Compañía. Y Celina sería una profesional llena de ese espíritu de servicio que siempre la caracterizó cuando ayudaba a su madre en su trabajo los días de vacación, rasgo de una nueva generación de salvadoreños que, nacidos entre la violencia y la pobreza, salen adelante buscando un futuro más pacífico y solidario.

Son sueños, pero nos siguen señalando tareas. Porque nuestros mártires continúan vivos en el Reino que deseamos que venga a esta tierra. Viven además en nuestra historia, en el recuerdo motivador de quienes los admiramos tanto en vida como en la memoria. Y permanecen en las vidas de aquellos que salvaron al acelerar el final de la guerra con el sacrificio de su entrega generosa y su sangre derramada. Soñar con nuestros mártires de la UCA es despertar con nuevos bríos a la lucha por la paz con justicia social.

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Anónimo
14/11/2014
11:39 am
Imaginar su dirección y quehacer ahora, es realmente una aventura; porque eran tan complejos que probablemente nos estarían sorprendiendo como siempre. Pero que linda ilusión y certeza saber que siguen vivos en los caminos teóricos y experienciales que construyeron para siempre; y, en el sello que dejaron en quienes formaron (en la academia y en el quehacer cotidiano de todas sus relaciones), sembrando su amor y sabiduría. Dejándonos incontrovertiblemente comprometidas/os con la paz, la compasión, la justicia, a verdad, la sabiduría y el amor. No murieron. Siguen vivos en su obra; pero sobre todo, en aquella parte de su obra humana que se multiplicará en infinitos tiempos, seres y generaciones. SIGUEN VIVOS!!!!
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Anónimo
12/11/2014
15:30 pm
Aunque este año la distancia me separa de estar directamente Celebrando la vida de estos 6 hombres de Dios y estas dos mujeres capaces, de dar la vida la una por la otra, con gran capacidad de servir desde su humilde trabajo en la cocina, eso me hace recordar la frase de Santa Teresa de Jesús: hasta entre los pucheros anda Dios. Ellas más que nadie supieron amar a las demás personas manifestado en su sencillo trabajo. Al leer este hermoso documento sobre la vida de nuestros Mártires, me llena de vida, de esperanza, porque desde la presencia de Dios que hoy ya gozan todos esos sueños que aparentemente se truncaron con su muerte los van haciendo realidad desde su vida en plenitud. Que ellos y ellas que en pocos años dieron mucho de su vida, nos alcances de Dios la Gracia de vivirla con autenticidad cada día.
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Anónimo
12/11/2014
15:30 pm
a mi siempre me gustado imaginarme como seria la vida en la actualidad de algun ser querido que se a marchado la casa del Padre ETERNO ,asi me imagino a monseñor Romero que diria ? cuantas cartas pastorales habria escrito? las misas por television opacarian a los canales de cable y asi digo con respesto a los martires de riqueza de pensamiento nos hemos perdido plasmados en libros que bonitos sueños .VIVAN POR SIEMPRE
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Anónimo
12/11/2014
15:30 pm
Que lindo artíuculo, como se deja entrever que fue por esas razones que les trancaron los sueños a ellos, por que en realidad representaban y trabajaban por un verdadero desarrollo social y económico en favor de los mas desfavorecidos, los truncaron si, pero tenemos la obligacion, la convicción de continuarlo, trabajar por que asi sea, es lo que necesita nuestro sufriente país, que ellos resuciten en el pueblo con esas ideas y proyectos, por eso la noticia de beatificación de nuestro monseñor se une tambien a ellos para resucitar con ellos en su pueblo, para implementar esas ideas y esos trabajos y escribir nuevamente la historia de este país. Ánimo! Padres Jesusitas, hermanos todos en Jesús de Nazareth.
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