Tiempo de actuar

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Editorial UCA
06/12/2019

La Conferencia de las Partes (COP) es el órgano de decisión supremo de la convención de las Naciones Unidas sobre cambio climático. Su vigésima quinta reunión se realiza este año en Madrid, España, organizada y presidida por Chile. Anualmente, la COP reúne a todos los países miembros, durante dos semanas, para reforzar la conciencia pública y la acción sobre los problemas relativos al cambio que se está produciendo en el planeta debido a un estilo de vida no sostenible. La cita de este año tiene especial relevancia porque en 2020 entrará en vigencia el Acuerdo de París, que exige disminuciones sustanciales en las emisiones de gases de efecto invernadero a todas las naciones, pero especialmente a las que más los generan: Estados Unidos y China.

El lema de la COP 25, “Tiempo de actuar”, no es gratuito. Los países y las grandes corporaciones han sido demasiado displicentes ante el problema. Han postergado decisiones clave y aplazado la puesta en marcha de la medidas requeridas para disminuir y controlar la emisión de gases de efecto invernadero. El papa Francisco, en el mensaje que envió a la Conferencia, apunta a esa irresponsabilidad. El papa se lamenta que “después de cuatro años, no se ha respondido adecuadamente a ese fuerte sentido de urgencia, de acción rápida, que exigen los datos científicos de que disponemos (…) Estudios que muestran que los compromisos actuales de los Estados para mitigar el cambio climático y adaptarse a él distan mucho de ser los que realmente se necesitan para alcanzar los objetivos establecidos en el Acuerdo de París”. Lo que le lleva a preguntarse “si existe la voluntad política de destinar con honestidad, responsabilidad y coraje más recursos humanos, financieros y tecnológicos para mitigar los efectos negativos del cambio climático, así como para ayudar a las poblaciones más pobres y vulnerables, que son las más afectadas”.

Pero el papa no es pesimista, pues “numerosos estudios nos dicen que todavía es posible limitar el calentamiento global. Para ello necesitamos una voluntad política clara, previsora y fuerte, decidida a seguir un nuevo rumbo que apunte a reorientar las inversiones financieras y económicas hacia aquellas áreas que realmente salvaguarden las condiciones de una vida digna de la humanidad en un planeta ‘sano’ para hoy y para mañana”. Por supuesto, ello implica realizar cambios importantes en nuestra forma de vida. Y por eso llama “a reflexionar concienzudamente sobre (…) nuestros modelos de consumo y producción y sobre los procesos de educación y sensibilización para hacerlos coherentes con la dignidad humana”. En su mensaje, termina haciendo consciencia de la gran responsabilidad de esta generación, tanto por haber provocado el cambio climático como en la tarea trascendental de enfrentarlo.

La COP 25 constituye un nuevo intento de crear conciencia sobre el cambio climático y sobre la necesidad de actuar ya, antes de que sea demasiado tarde; un llamado de atención para que los acuerdos tomados por los países cobren cuerpo en la realidad. En última instancia, el compromiso es de todos. Estados, sociedades y ciudadanos deben cambiar hábitos y modelos de vida a fin de evitar una mayor degradación del medioambiente.

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