Un sistema democrático fortalecido

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Editorial UCA
23/06/2014

Muchas son las críticas que se le han hecho al primer Gobierno del FMLN, presidido por Mauricio Funes. Ciertamente, hay razones objetivas que permiten criticarlo por no haber realizado su misión a cabalidad, no haber cumplido una buena parte de las promesas de cambio ni logrado mejorar de forma significativa la seguridad ciudadana. Menos objetivas, más cargadas de subjetividad ideológica o de simple antipatía hacia el expresidente son las críticas que afirman que durante su gestión se puso en peligro la democracia. Más allá de las actitudes de Funes respecto a sus críticos y de sus posiciones personales respecto a algunos temas que han generado controversias en el país, se puede afirmar que en este último quinquenio El Salvador ha visto fortalecido su sistema democrático. Y esto es importante reconocerlo. En especial, frente a los que se consideran paladines de la libertad y la democracia, esos que con facilidad y a conveniencia se autodenominan "fuerzas democráticas", pero que cuando estuvieron en el Gobierno y prácticamente tuvieron el control de todo el aparato del Estado, muy poco hicieron para que se dieran avances democráticos.

Hay datos que muestran objetivamente que durante el período presidencial de Funes se dieron elementos clave para el fortalecimiento de la democracia. En primer lugar, fue un avance que hubiera alternancia de partido en el poder. Después de 20 años en los que Arena monopolizó el Ejecutivo, el hecho de que se respetara el resultado electoral de marzo de 2009 y que se entregara el Gobierno no solo a otro partido, sino al antagónico, supuso un fortalecimiento de nuestra democracia. Es precisamente en este tipo de situaciones en que se pone a prueba el modelo democrático. Y pudimos comprobar que funcionó, tal y como debía de ser. Que el partido gobernante haya pasado a ser oposición y viceversa no solo mostró el buen funcionamiento del sistema, sino que liberó dinámicas positivas para la democracia. La principal, entre ellas, es la aplicación práctica de la separación e independencia de los poderes del Estado, así como el pleno funcionamiento del sistema de pesos y contrapesos del sistema político.

Por primera vez en la historia de El Salvador, se nombró, con la importante participación del entonces presidente Funes, una Corte Suprema de Justicia autónoma, y se conformó una Sala de lo Constitucional plenamente independiente respecto a la Asamblea Legislativa y al Ejecutivo. Y ha sido esa independencia entre los tres poderes la que causó una buena parte de los conflictos políticos en los últimos años. Conflictos que no deben asustar ni entenderse como negativos. Cuando la relación entre los tres poderes era de dependencia, incluso de sumisión, no había conflictos, pero tampoco se respetaba la Constitución de la República. Se legislaba y se actuaba en contra de la Carta Magna sin que pasara absolutamente nada y sin que eso fuera tema de discusión en la agenda mediática.

Es normal que las sentencias de inconstitucionalidad que dicta la Sala de lo Constitucional no sean del agrado de todos y es legítimo que se pueda expresar desacuerdo con estas. Incluso se pueden encontrar valoraciones jurídicas bien sustentadas tanto a favor como en contra de dichas sentencias. A pesar de los conflictos que algunas de ellas han generado y de los públicos rechazos a las mismas, lo importante es que se han respetado y se han aplicado. Esto es una buena señal del fortalecimiento de la democracia en El Salvador. Como también lo es que hoy los ciudadanos sepan que existe una Sala de lo Constitucional a la que se puede recurrir en aquellos casos en los que parezca haber vicios de inconstitucionalidad.

Otro avance significativo, y que constituía una de las principales demandas de la sociedad civil, fue la Ley de Acceso a la Información Pública. La normativa, que ya se está aplicando —aunque con dificultades, hay que decirlo—, es fundamental para la transparencia, la lucha contra la corrupción y el control ciudadano del poder político. Asimismo, la democracia se ha fortalecido con la nueva Ley de Partidos Políticos, el voto por fotografía en las elecciones legislativas y los concejos municipales plurales; logros alcanzados gracias al concurso de la sociedad civil y de los distintos poderes del Estado. La lección queda: cuando un partido que ha gobernado por muchos años, como lo hizo Arena en El Salvador, pasa a ser oposición, exige al Gobierno más respeto a la institucionalidad democrática y transparencia en la gestión gubernamental de lo que se exigió a sí mismo. Aquellos aspectos que estando en el poder resultaban no ser relevantes pasan a ser de primera importancia cuando se está en la oposición. De ahí que la alternancia sea una necesidad fundamental de todo sistema democrático.

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Anónimo
25/06/2014
12:20 pm
muy bueno
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Anónimo
23/06/2014
10:20 am
Desde esa perspectiva la democracia se ha fortalecido. Sin duda la alternancia del poder y la independencia de la corte no han sido mérito del pasado gobierno, ya que si aplicamos el razonamiento lógico, el que cedió el poder fue el partido Arena y no el FMLN. Este fue beneficiario. No es una crítica al Frente, si no a la lógica aplicada en el artículo. Tengo esperanza de que este gobierno sí aporte al avance en democrático dando su aporte a una transparencia genuina y una institucionalidad fuerte y que la UCA esté alerta de que así sea.
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