Una de las constantes de la dirigencia del FMLN en los últimos años ha sido su errático comportamiento. Declarar públicamente que se aconsejó al expresidente Mauricio Funes irse del país para evadir la justicia, cobijar con inmunidad a funcionarios y militantes señalados por actos de corrupción, declarar como preferido a uno de los precandidatos a la Presidencia de la República son solo algunos ejemplos de sus grandes yerros políticos y éticos. De hecho, son tantos que se impone la pregunta de si los desaciertos han sido premeditados o producto de una muy equivocada lectura de la dinámica nacional.
El descalabro electoral del 4 de marzo tomó por sorpresa a algunos dirigentes y a otros menos los movió a la autocrítica, pero en general no los ha llevado a ser más sensatos. En la concentración con motivo del Día Internacional de los Trabajadores, el máximo dirigente del FMLN defendió lo indefendible, haciendo gala de una profunda desconexión con el sentir de la población y con la realidad. En su discurso, el Secretario General del partido se solidarizó con el pueblo de Nicaragua, pero en apoyo al Gobierno de Daniel Ortega y equiparando las multitudinarias manifestaciones en contra del régimen con las “fuerzas oscuras” que, según él, buscan desestabilizar a Nicolás Maduro, en Venezuela.
Por lo visto, la cúpula del FMLN coincide con el Gobierno de Nicaragua en su discurso ideológico; un discurso pretendidamente anticapitalista que queda desmentido por el carácter marcadamente neoliberal de las políticas económicas que implementa Ortega. Precisamente, la aprobación por decreto de medidas inconsultas que afectarían a la clase trabajadora fue la gota que rebalsó el vaso de la tolerancia de los nicaragüenses.
El ciclo de la actual dirigencia del FMLN se ha agotado, pero prefiere no darse por enterada bajo el equivocado supuesto de que impulsar una renovación en estos momentos solo implicará que el partido llegue debilitado a los comicios de 2019. Las autocríticas de algunos funcionarios del Gobierno y los propósitos de renovación de los precandidatos presidenciales se quedarán en nada si no se traducen en un giro hacia el realismo y la coherencia, a fin de distanciar al FMLN de la falta de honradez con la realidad que lo ha llevado a la irrelevancia en la Asamblea Legislativa.
Los que observan complacidos estos desatinos del Frente son, por supuesto, Arena, los candidatos que quieren aprovechar el agotamiento de la dirigencia efemelenista y los grandes empresarios que empujan o forman parte del proyecto de la derecha. Todos ellos contemplan exultantes cómo el partido de izquierda evita dar signos de ser capaz de protagonizar un proyecto político creíble para beneficio de las mayorías.