Vuelta a lo cotidiano

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José M. Tojeira
07/04/2010

Las semanas últimas han sido intensas. Los días dedicados a monseñor Romero, de tanto significado y de tan múltiples expresiones, y posteriormente la Semana Santa nos han dejado sin duda deseos de mejorar en muy diversos aspectos. Ahora volvemos a la normalidad densa y lenta de esta tierra nuestra con sus buses que se salen del carril, con los homicidios y la impunidad, con las soluciones a medias de los problemas y con la bendita política llena de contradicciones y debilidades.

Algunos datos nos dejaron mejor sabor de boca. Otros no tanto. Bajó el número de homicidios y de mortalidad accidental en Semana Santa, pero los periódicos prefirieron resaltar que subió el número de accidentes. Con respecto al crimen, ojalá la reducción en muertes de estos días se convierta en tendencia. Acelerar la presencia de la Policía en la calle y mejorar la capacidad de investigación de la misma, además de las políticas preventivas, es indispensable para enfrentar el hasta ahora mayor éxito de la delincuencia: la impunidad. Insistir en sacar al Ejército a la calle lo único que hará es provocar un repunte de la violencia en el mediano plazo.

Pero el presente vuelve a la ramplonería, no sólo defendiendo la presencia del Ejército en las calles, sino sobre todo cuando los temas requieren pensamiento serio. Sobre el Estatuto de Roma y la aceptación del Tribunal Penal Internacional vuelven nuestros juristas a decir tonterías. La mala conciencia por los crímenes del pasado es muy fuerte en El Salvador, y el miedo de los mediocres hace coro a los temores. Da risa ver cómo exhiben su ignorancia incluso magistrados de la Corte Suprema al invocar la Constitución para impedir el avance de un pensamiento jurídico cada vez más aceptado internacionalmente. O cuando mencionan como excusa que sólo 120 países han aceptado el estatuto. O cuando repiten que Estados Unidos y China no lo han aceptado, ignorando que esos países están considerados hoy por hoy como importantes violadores de derechos humanos por organizaciones tan serias como Amnistía Internacional.

La pobre jueza que quiso investigar por qué se publicaba la foto de un delincuente juvenil se ha convertido ahora en la mayor enemiga de la libertad de prensa en el país. Triste historia que teniendo una libertad de información tan reducida, y con frecuencia tan manipulada en el país, veamos enemigos en donde no los hay. Y olvidemos que El Salvador necesita dejar atrás políticas informativas exageradamente ligadas a los intereses de muy pocos. El problema del acceso a la información libre está más en los dueños de algunos medios, y en la cerrazón tradicional del propio Estado, que en la pobre jueza de menores a la que tanto se fustiga.

La vuelta a lo cotidiano en El Salvador está marcada por un retorno a la mediocridad. Todo lo contrario de lo que veíamos en Romero o de lo que se conmemora en la Semana Santa. Y con esta especie de mediocridad intelectual, y en algunos sentidos espiritual, difícilmente saldremos de los problemas del subdesarrollo. Tenemos un pueblo mayoritariamente bueno y unas élites mayoritariamente mediocres. Fruto de una historia en la que la fuerza bruta, unida a la fuerza del dinero, de las trampas ideológicas, de los favoritismos, posibilitó el dominio de unas élites sin conciencia social y, en muchos aspectos, sin principios solidarios. Mediocres, en definitiva, y con la capacidad de transmitir la mediocridad a mentes y corazones de muchos, bajo el disfraz de lo que ellos consideran políticamente correcto. Hoy, los intentos de salir de esa historia de abuso por parte de unos pocos, y de marginación de las mayorías, camina aún sin horizontes que entusiasmen demasiado. La crisis internacional ha sido como un balde de agua fría sobre las esperanzas que los cambios políticos han generado. Pero también la indefinición de los rumbos hacia el cambio, las resistencias de quienes tienen mucho y la lentitud de los procesos van dejando un poso de decepción no muy conveniente para el desarrollo. Los pueblos necesitan esperanza, y en política la esperanza sólo se mantiene si la vida de los pobres mejora.

Volver a lo cotidiano implica siempre un desafío, especialmente después de unas vacaciones o tras unas fiestas y actividades que nos recuerdan lo mejor del espíritu humano. Desafío de aprovechar las nuevas energías tras el descanso, y reto de concretar el entusiasmo que tanto Romero como el Señor Jesús resucitado despiertan en nuestros corazones. Enfrentar la realidad con radicalidad humanista y cristiana es imprescindible para cambiar el país que tenemos. Como es también indispensable una buena dosis de generosidad frente a los retos del desarrollo y del necesario cambio social. Personas generosas como Romero nos marcan el camino. Y el recuerdo de la radicalidad del Evangelio, y de la muerte y resurrección del Señor nos abren a la esperanza. Volver a la realidad críticos, generosos y esperanzados es el único modo de evitar la decepción que la mediocridad ambiental puede producir.

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Anónimo
10/04/2010
20:16 pm
y si se ha dado cuenta pues me desconcierta que no se ha hecho nada por cambiar eso, y en lo personal si "no hay interés por ver solución a la decadente reputación de la UCA en cuanto a aspectos académicos e ideológicos departe de los catedráticos" entonces inútil es pedir que cese tanta violencia y mediocridad. Independientemente de si sea nuestra universidad u otra pues nosotros tenemos que hacer el cambio y dar la pauta para generar ese cambio. Este país con tanta violencia solo puede demostrar "burla" "insulto" e "hipocresía" hacia lo alto del cielo ya que ni en semana Santa se respeto la vida, y usted sabe de que nosotros podemos cambiar nuestro país y no solo decir ni querer que suceda sino que "en realidad pase" Ha sido un gusto dar mi punto de vista gracias por el espacio padre. Yo desearía conversar con usted para poner puntos de vista y que
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Anónimo
10/04/2010
19:57 pm
como se quiere; como se mantiene la esperanza de cambiar a la sociedad si las cunas de profesionales no hacen un trabajo y un desempeño como en aquellos años de alta reputación de la universidad. Sabe pues a mi juicio padre es muy ilogico que se trate de retirar y reprimir la mediocridad, si las decepciones de una persona que trata de salir de ese hoyo negro que incluye todos lo factores que usted hizo referencia (Violencia, impunidad, mediocridad) son derivadas a indiferencias de parte de la dirección académica, de un colegio, de una Universidad, de un trabajo. El mal vivir de una persona mas genera un conflicto en su interior y se ven afectados para ser parte de la delincuencia y pro lo consiguiente de mediocridad e impunidad. Yo con usted ya he tenido la fortuna de charlar algo breve y no me parece que en todo esto no se haya dado cuenta de los records de estudio que se manejan en la U hoy e día que ahora los catedráticos no se
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Anónimo
10/04/2010
19:42 pm
Bien pues tiene razón padre no tiene idea como veo su perspectiva es un suplicio y es como un infierno terrenal el que se vive en el país. Dolor, pobreza, mediocridad en el pueblo, sabe padre así como renegamos de la mediocridad que nos rodea y las palabras que circundas en nuestras mentes son combatir eso combatir hacer la diferencia no se puede realizar porque comienza desde nuestros hogares y el único lugar donde existiría una pequeña esperanza de que nazca un cambio de nuestra sociedad es nuestro centro de estudio y en lo personal nuestra Universidad "La UCA" era la que generaba gran auge porque era una universidad con convicción pero la "mediocridad" empieza en el corazón de la Universidad porque si se fija el récord de la UCA ha decaído en su característica de ser fuerte en el área "Académica" pero se buscaba métodos didácticos para que los estudi
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Anónimo
08/04/2010
07:34 am
Muy interesante, nunca habia visto el "volver a lo cotidiano" desde un punto de vista mas social y real, me bastaba con verlo desde el escaso reflejo de mi realidad vovler al trabajo y a la universidad. Es cierto, es impactatne que despues de pasar una semana descansando o viviendo la semana santa encontrarse con todos los accidentes de transtito, asesinatos, delincuencia en general en los periodicos; pero tambn es impactante o mas bn me parece preocupante la facilidad de omitir la realidad o simplemente no incluirse en ella y dejarla de lado. Ayer al mediodia escuchaba en YSUCA que la mayoria de personas que fueron encuestadas ni siquiera saben que es "impunidad". Me pregunto como con esta actitud e interes frente a los problemas sociales que se viven actualmente se puede hacer en realidad un cambio radical? me pregunto tambn sera suficiente tener esperanza para escapar de esa mediocridad? Oscar Argueta Estudiante de la UCA
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