Agitar 24/7 no es gobernar

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Rodolfo Cardenal
13/03/2025

El oficialismo vive de la agitación y del alboroto. No esclarece nada y esconde casi todo; hace poco y provoca en demasía. Esa es su manera de dar la impresión de que gobierna y avanza hacia un futuro portentoso, pero etéreo. Elemento importante de esa construcción es la reformulación de la historia nacional para demostrar que hasta la era Bukele, todo lo demás ha sido farsa y engaño.

La estabilidad de la dictadura descansa, en gran medida, en la aceptación porfiada de su liderazgo. De ahí que sembrar dudas o cuestionar el rumbo del país sea intolerable. El oficialismo se lanza colérico contra los inconformes y los críticos, a quienes intenta desacreditar enrostrándoles acusaciones sin fundamento. Aun cuando fueran verdaderas, evaden la crítica y la denuncia. Así responde la dictadura a los defensores de los derechos humanos, los ambientalistas y los líderes comunitarios. La desacreditación suele ir acompañada de insultos y amenazas, algunas de las cuales se concretan en capturas arbitrarias.

La obstinación del oficialismo con la UCA es fascinante. Atribuye su pensamiento crítico universitario a la animosidad por haberla excluido de la lista de sus proveedores de servicios educativos y en otras áreas de interés público. A veces, sus fuerzas de choque le exigen investigaciones rigurosas. Una provocación, porque no les prestan atención. En otras ocasiones, añoran la UCA idealizada de la década de 1980, pero pasan por alto que esa misma postura crítica desembocó en la masacre de noviembre de 1989. Algunos hay que dicen avergonzarse de ser sus exalumnos, pero olvidan que se formaron en sus aulas. Los altavoces de la dictadura rehúyen el debate abierto y libre. No buscan inteligencia, porque se conforman con creer sin entender lo que Bukele les ha dicho que crean. No necesitan explicaciones ni demostraciones.

En el empeño irracional por proyectar fortaleza y seguridad, asoma la debilidad de la dictadura. Se parapeta en la oscuridad porque no puede actuar de cara la esfera pública. Una pequeña muestra es el informe financiero de la empresa Chivo, difundido por el FMI. La sociedad operó en números rojos y está quebrada. El desarrollo y la fuerza del movimiento contra la minería metálica tiene potencial para marcar el principio del fin de una administración corrupta, ineficiente y mendaz.

La dictadura tampoco hace mucho. Dondequiera que se mire, se descubren obras empezadas y no concluidas, o simplemente abandonadas. La incompetencia es sufrida en casi todas las dependencias públicas. La educación pública languidece. En lugar de abrir, cierra escuelas. El responsable del ramo juega con las palabras para despistar: no cierra escuelas, sino que las fusiona. El sistema público de salud da señales de agotamiento. El índice de ejecución de la inversión pública es bastante bajo. Dinero prestado no falta, sino ejecución pronta y eficaz.

Cuando los desmanes logran salir a la luz, la dictadura mira a otro lado y difunde noticias sorprendentes para desviar la atención de la opinión pública. Casa Presidencial atosiga a las redes de comunicación con un flujo incesante de declaraciones, anuncios, comentarios, insultos, ironías, desmentidos y quejas para que la gente salte de un tema a otro. La turbulencia no deja tiempo para analizar y formarse una opinión seria. La agitación distrae y entretiene a la esfera pública. Entretanto, la dictadura explota sin obstáculos los recursos estatales para engrosar aún más los grandes capitales y enriquecer a la familia presidencial, a costa de las mayorías vulnerables y abandonadas.

Casa Presidencial no informa, sino distrae para ocultar el desgobierno, la corrupción y la incompetencia, para mantener en alto la moral de los creyentes y llamar la atención de los extranjeros libertarios y conspiranoicos. Agobia para impedir pensar y abrir posibilidades a la disidencia. Positivamente, la divulgación constante de disparates y falsedades muestra a un Bukele en actividad permanente. Gobernar es acción 24/7.

Bien miradas, esas intervenciones 24/7 son circunstanciales, puntuales y desarticuladas. Ejemplo de ello es el inesperado cierre de varias dependencias dedicadas al cuidado animal, incluido un hospital que, al día siguiente, fue reabierto sin más. Los asesores del bitcoin tuvieron la misma experiencia. Bukele decidió sobre la criptomoneda sin consultarles, sin informarles ni darles explicación. Improvisada y anárquicamente no se puede dirigir un país que arrastra miserias y desigualdad desde hace décadas.

Al igual que sus predecesores, Bukele no sabe cómo gobernar en beneficio directo e inmediato de quienes lo eligieron. Abruma, pero construye poco. El discurso de las primeras piedras da por realizado lo que no son más que grandiosos planes. Las ceremonias, algunas espectaculares, indican cuándo empieza las obras, pero no cuándo estarán terminadas.

Los ciclos de admiración y aplauso, de indignación y miedo no bastan para gobernar. Bukele actúa como emperador romano o dictador fascista, porque no sabe cómo dirigir como presidente constitucional. La percepción ha sustituido a la realidad, porque la mayoría cree en sus milagros. Sin embargo, mayor peligro es que también convenza al resto de los descreídos y desconfiados.

 

* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.

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