Paroxismo del fenómeno Bukele

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Rodolfo Cardenal
13/02/2020

La toma militar de la legislatura está en continuidad con la militarización de la seguridad pública y la exaltación del Ejército y la Policía. No es casualidad que el aparente motivo sea la autorización para negociar un préstamo de 109 millones destinado a financiar esa actividad. El despliegue de soldados, francotiradores y antimotines con armas de guerra forma parte de la lógica militar adoptada por el Gobierno de Bukele, ya exteriorizada en el desfile del 15 de septiembre. Al Ejército y la Policía les parece normal apoderarse del edificio legislativo y acosar a los diputados en sus residencias. Así como les pareció normal el terror desatado en las décadas de 1970 y 1980. Al presidente Bukele le parece normal el respaldo de unos militares y policías cooptados por “el encanto presidencial”. Casi todo el préstamo en disputa está destinado para adquirir equipo militar, incluido un barco de 13 millones de dólares para que el ministro contralmirante tenga al menos una nave. Olvidaron la apoliticidad constitucionalmente obligada.

El motivo de la toma militar de la legislatura y el llamado a la insurrección se escapa a la comprensión racional. La autorización estaba en camino y el banco no presionaba. Es más, la mentalidad predominantemente militarista de la mayoría de los diputados garantizaba el voto afirmativo. El origen del conflicto está en otro lado. No hace mucho, varios altos funcionarios desafiaron a los diputados al negarse a dar explicaciones sobre la crisis del agua. El secretismo del viaje a México del viceministro de Seguridad y carcelero mayor, a cuenta de una empresa mexicana que vende equipo de video vigilancia, enrareció aún más la discusión. Y con razón, porque, que se sepa, es la única empresa que retiró el formulario para licitar. Insultar y maldecir a los diputados no es diplomático y es inadmisible en un presidente. Bukele ya sabía que la legislatura se caracteriza por la displicencia, la holgazanería, el despilfarro y la imprevisibilidad. Si el bienestar ciudadano es la razón de sus apuros, por qué no ha mostrado el mismo interés en la aprobación de una buena ley del agua, de justicia transicional y de pensiones. Pareciera que la única razón de la toma era dejar claro “quién tiene el control de la situación”, es decir, un capricho presidencial.

Al presidente Bukele lo ha traicionado su talante empresarial tradicional. Ha equiparado, equívocamente, la presidencia del poder ejecutivo con la dirección general de una de sus empresas. Aquí, los deseos del jefe son órdenes y los empleados están pendientes de ellos. Pero eso no es posible en la presidencia de un órgano estatal, regulado por una ley fundamental que determina sus competencias. El presidente del Ejecutivo no puede ultrajar a los diputados, aun cuando le asista la razón; no puede usurpar la presidencia de la legislatura ni amenazar con disolverla si no acata su voluntad. Tampoco puede deslegitimar a la Sala de lo Constitucional. Las últimas actuaciones presidenciales no son “normales”, ni la ocupación militar es simple “presencia”, ni el presidente es “pacificador”, ya que él mismo convocó a las masas, las llamó a la insurrección, las agitó y luego las detuvo. Cabe reconocer, sin embargo, que tiene a su favor el enorme atractivo que el autoritarismo militar ejerce en la opinión pública y su elevada popularidad. Más reflejo del hastío que suscitan Arena y el FMLN que identificación con su política y su forma de gobernar. El fenómeno Bukele ahonda y consolida la debilidad institucional.

En estos asuntos, conviene dejar a Dios en paz. No solo porque el Estado es constitucionalmente laico, sino también porque está mandado no tomar su nombre en falso. El aborto de la insurrección popular, o el llamado a “la paciencia”, no es obra de Dios, sino del embajador estadounidense, del cuerpo diplomático, de la Unión Europea y de diversos organismos internacionales. Además, el Dios de Jesús condena tajantemente el uso de la violencia y se ocupa de las víctimas de la injusticia, de los desempleados y empobrecidos por la avaricia del capital y de los emigrantes que buscan trabajo y pan. Ninguno de ellos es prioridad para el presidente Bukele, atareado en la construcción de una base de poder con militares y policías.

En definitiva, ¿qué ha conseguido? Consiguió enajenarse aún más a los diputados, que con dificultad querrán autorizar la negociación del préstamo, pues el voto afirmativo tendrá visos de ceder al chantaje. Consiguió retrasar aún más la decisión legislativa, ya que ahora los diputados se aprestan a examinar con más detalle el préstamo. Consiguió una reconvención de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General, que incluye a la cúpula militar y policial, que habría violentado la Constitución. Consiguió renovar las fuerzas de la oposición, al proporcionarle munición fresca. Y consiguió estropear su imagen nacional e internacional, tan cuidadosamente construida, y encapotar “el buen clima” para la inversión y los negocios con los nubarrones de la inestabilidad política y social. Este malhadado fin de semana deja a un presidente Bukele disminuido y aislado, excepto para sus incondicionales. Recuperar las pérdidas es tarea cuesta arriba.


* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.

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Stanley
21/02/2020
11:38 am
Gracias Rodolfo Cardenal, por el aporte analítico a la actual coyuntura. Es menester que este ejercicio se haga continuamente, pero como vos profética, ¿A dónde debemos seguir? ¿Cuáles son los signos que nos ayuden a dirigirnos al camino? ¿Cuál debe ser el aporte de la Iglesia en estas circunstancia? me parece que en río revuelto, ganancia de pescadores.
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Jose975674445
15/02/2020
22:44 pm
Al pueblo peruano le costó 12 años deshacerse de Fujimori en el gobierno y aún sigue peleando contra los vestigios del fujimorismo pese a que el propio Fujimori está preso por asesino y ladrón y su hija sufre prisión preventiva por estar vinculada a un caso de lavado de activos. La actuación del actual presidente Nayib Bukele, no escapa a la historia del Perú, y que, de estar pensando en repetir esa misma historia, posiblemente estaríamos viendo resultados nefastos en menos tiempo del que duró Fujimori, so pena de ver derramada sangre de sus mismos seguidores que luego se darían cuenta del error de haber confiado en un aprendiz de dictador de cuarta categoría.
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Jose975674445
15/02/2020
22:39 pm
En 1990, Alberto Fujimori ganó las elecciones presidenciales en Perú, en un contexto en que la sociedad peruana evidenciaba su hartazgo por los partidos y los políticos tradicionales, aun así, no obtuvo mayoría legislativa.Pese a que el congreso otorgó al Ejecutivo facultades legislativas en materia económica, Fujimori solicitó facultades plenas con el argumento de que el legislativo no aprobaba las leyes necesarias para combatir el terrorismo, uno de los problemas más serios que enfrentaba el Perú a principios de la década del 90. Antes de la negativa congresal, el 5 de abril de 1992, Fujimori decretó un autogolpe de Estado que obtuvo 80% de apoyo popular. Sacó a los militares a la calle, disolvió el congreso e intervino otras instituciones públicas, como el tribunal constitucional y la contraloría general de la república. Desde entonces se inició en Perú uno de los momentos más oscuros de su historia republicana. Se convocó a una asamblea constituyente bajo reglas impuestas por
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Rfp
15/02/2020
12:05 pm
El presidente Bukele, ha tenido una trayectoria bien planificada, lo que le ha permitido llegar a la presidencia de la república en un tiempo récord, todo lo que hace en mi opinión está fríamente calculada...creen ustedes que ha cometido un error?? Yo no creo eso, él es un estratega que sin partido político y solo con su ingenio logró llegar a donde esta. En definitiva creo que tenía calculado los efectos negativos y hasta pudo haberlos hablado con la Embajada, ahora solo queda esperar... sentarse para que los diputados y sus partidos continúen con el resto de su plan...sin saberlo oponiéndose al Presidente seguirán haciendo el agujero de su propia tumba es decir el fin de sus puestos , entregandoselos en bandeja a los de Nueva Ideas. El presidente no es ningún tonto y tiene criterio y visión clara de lo que quiere hacer en el país, no hay errores sino apuestas.
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Ana568286747
14/02/2020
11:59 am
Excelente el análisis, muy realista. Permite comprender el declive, auto-propiciado, de una persona con el potencial y la oportunidad de favorecer a las grandes mayorías.
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Mh
14/02/2020
10:38 am
Buen artículo, P. Cardenal. Solo me queda una "espinita" con usted: en campaña, con sus artículos y opiniones, apoyó casi abiertamente la candidatura de Nayib Bukele. Puso su granito de arena para este tipo llegara a la presidencia. Siempre he creído que su "odio" a Arena y al FMLN, lo cegó. Un odio o rechazo que estaba bien justificado, por cierto. Sin embargo, muchos no queremos ver ni en pintura a nadie de esos dos partidos, pero supimos ver que Bukele era un aprovechado y que no era la solución. Usted, no lo vio. Sería bueno que hoy también asuma su responsabilidad.
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