"Eran las 7:30 de la mañana. Como siempre, ese día llegó puntual a su clase de Análisis Dinámico de Estructuras. Vestía con una camisa a cuadros, manga corta y pantalón formal. Saludó a sus alumnos y comenzó a llenar la pizarra de ecuaciones diferenciales. Una hora y media después, se dio cuenta de que el cepillo de dientes, que debió dejar en su habitación, todavía estaba en el bolsillo de la camisa. Sorprendido y sonrojado, dijo: ‘¡Coño!, ¿y esto qué hace aquí?’. Entonces, lo sacó y lo guardó en la bolsa trasera del pantalón". Graduado en 2004 de Ingeniería Civil, Boris Carías, exalumno de Jon de Cortina, recuerda esto como si hubiese sido ayer.
Y es que Cortina sigue presente en la memoria de quienes lo conocieron. Martha Zechmeister, directora de la Maestría en Teología Latinoamericana, relata una experiencia que la marcó. "En 1999, llegué por primera vez a El Salvador y a la UCA. Recuerdo que un fin de semana, Jon de Cortina me llevó a Guarjila y a la celebración del aniversario de la masacre del río Sumpul. De regreso, comenzó a razonar qué hubiera hecho él si fuera el papa: ‘El primer día, despediría a todos los cardenales; el segundo, vendería todas las obras de arte de los museos del Vaticano y daría el pisto a los pobres; el tercero, ordenaría a las mujeres...’. Recuerdo que se interrumpió con su propia carcajada, y añadió: ‘Pero mis hermanos me dicen que no sobreviviría ni al primer día’".
Espíritu de servicio
Desde 1986, Jon de Cortina trabajó por el desarrollo de Chalatenango, centrando sus esfuerzos en la comunidad de Guarjila. Ahí conoció de primera mano los testimonios de mujeres que relataban cómo el Ejército, literalmente, les arrebató de los brazos a sus hijos. Impactado por el drama de esos relatos, inició un largo camino para encontrar a los niños desaparecidos durante la guerra civil. Este esfuerzo lo llevó a fundar, el 20 de agosto de 1994, la Asociación Pro-Búsqueda, uno de sus principales legados.
Esta labor la conoció muy bien Rosa Ruiz, amiga de Jon. "En verano de 2003, tuve la oportunidad de viajar por primera vez a El Salvador. Allí conocí a una gran persona: el padre Jon de Cortina, por quien tuve contacto con la comunidad de Guarjila y la Asociación Pro-Búsqueda. El padre Jon me enseñó a querer a la gente de Guarjila, a las que siempre llevo y llevaré en mi corazón. Él me habló de todas las familias que habían perdido a sus hijos, de todos los hijos que buscaban a sus papás. Conocí muchas historias que entraron en mí de tal manera que ya nunca podrán salir. Me quedó el amor, el cariño, el respeto con el que el padre Jon hablaba de cada uno de los protagonistas de esas historias (...). A partir de esa experiencia, quise que en Cataluña conocieran el trabajo de Pro-Búsqueda; el trabajo que el padre Jon hacía con esas familias de Chalatenango, y que dio su primer fruto con un reencuentro en 1994".
Sacerdote fiel a su gente
"La campana sonó por más de una hora", cuenta Mabel Rivera, habitante de Guarjila y empleada de la UCA. Era el 12 de diciembre de 2005 cuando les dieron la noticia de que Jon de Cortina había fallecido en Ciudad de Guatemala. "El padre Jon era el corazón de Guarjila. Era ese motor que hacía que cuando te estabas apagando tuvieras vida. Era esa persona que a pesar de una y mil cosas que tuviera que hacer, siempre tenía tiempo para escucharte", dice. Los hermanos de Jon, Carlos y Begoña, recuerdan que él "pensaba y sentía que se estaba cometiendo una enorme injusticia con el pueblo salvadoreño. Ese pueblo que ha sabido sufrir y resistir el dolor de una guerra civil, de la desigualdad, de un injusto reparto de riquezas que consiente que haya personas que no llegan a alcanzar lo más básico, algo tan esencial como una casa, una educación o el derecho a la salud. Esas eran precisamente las cuestiones que le preocupaban y le animaban a seguir luchando".
Se le ve, pues, como un hombre entregado a los pobres y sus causas. "Lo tenemos presente en la lucha de cada día. En la lucha por la justicia, en la lucha por la verdad, en la lucha por los niños desaparecidos, en la lucha por los derechos de los campesinos, en la lucha por la dignidad de los hombres y mujeres de El Salvador (...). Su vida fue una vida para los demás, una vida para todos, especialmente para aquellos que más sufren (...). Sigue presente en cada uno de nosotros, en cada una de las familias que encontraron en él la acogida sincera, en cada una de las comunidades que tuvieron la suerte de luchar y celebrar con él, en cada persona que recibió de él una mano abierta, una mirada tierna, una lágrima comprometida, una palabra de consuelo", expresa el jesuita Paco Ángel, del Grupo de Solidaridad Jon Cortina.
En honor a Jon
En el octavo aniversario de su deceso, el Departamento de Mecánica Estructural llevó a cabo el 28 de noviembre, en el Auditorio Elba y Celina Ramos, la Cátedra "Jon de Cortina, S.J.". Actividad para rendirle tributo y mostrar cómo desde su especialidad en la ingeniería civil trabajó para transformar la realidad de los más desfavorecidos.
En la jornada, participaron como ponentes Marina Dolores Ortiz, de Pro-Búsqueda; Rodrigo Garay, director estructural de Freyssinet El Salvador Sistemas de Construcción; y Miguel Martínez, de la Unidad de Planificación Vial del Ministerio de Obras Públicas. En la apertura, Andreu Oliva, rector de la UCA, dijo que la de Jon de Cortina "fue una vida que valió la pena. Fue una persona que vivió la vocación y la misión de la Universidad. Él quería transformar a El Salvador al servicio de los más necesitados".
Como cada año, la comunidad universitaria lo recordará con una eucaristía el sábado 14 de diciembre a las cinco de la tarde en la capilla de la UCA.