En 1985, el P. Segundo Montes fundó el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (Idhuca) con el objetivo de aportar al compromiso de la Universidad con el cambio social, específicamente a través de la defensa de los derechos humanos. En sus inicios, en medio del conflicto armado, el Idhuca se preocupó por registrar cuidadosa y rigurosamente las violaciones a estos derechos. Pero su trabajo no se limitó a una simple recopilación de atropellos, sino que se esforzó por iniciar una reflexión sobre el significado teórico y práctico de los derechos humanos. En esa línea, procuró movilizar a la opinión pública y organizar una red de solidaridad internacional con El Salvador.
Treinta y un años después, en la historia del Idhuca se destacan momentos claves al lado de las víctimas que marcaron y posicionaron al Instituto a nivel nacional e internacional por su opción por la defensa de la dignidad humana. Para celebrar el 31.° aniversario de su fundación, miembros del Idhuca y personal de la Universidad participaron el 1 de septiembre en un convivio, en el que se explicó brevemente la evolución del trabajo del Idhuca, la importancia de sus aportes para el cumplimiento de la misión de la UCA, los proyectos más destacados y los principales retos.
En la actividad, Mirla Carbajal, abogada del Instituto, reseñó el trabajo del Idhuca en la búsqueda de justicia. A inicios de los noventa, explicó, las primeras acciones de acompañamiento a las víctimas se dieron a través de visitas carcelarias. “Íbamos a tomar casos de personas detenidas por haberse robado una gallina, una casetera o por delitos leves, y que pasaban mucho tiempo sin la visita de algún defensor, sin saber cómo estaba su caso. Se les apoyaba y se logró la libertad de algunos”. De esa década, también destaca el trabajo en casos como los de Francisco Véliz, Mauricio García Prieto y Katya Miranda. Asimismo, se brindaba asesoría jurídica a personas con dificultades económicas. Actualmente, esta tarea ya no la realiza el Idhuca, sino la Oficina de Asistencia Legal, una instancia del Departamento de Ciencias Jurídicas.
En 2001, la dirección del Idhuca optó por dedicarse al “litigio estratégico”. Es decir, acompañar aquellos casos que sirven para “transformar o incidir en cambios de políticas públicas y legislaciones, y con los cuales se demuestre que el sistema de justicia en El Salvador es débil”. Un ejemplo es el caso de Erick Mauricio Peña Carmona, asesinado por dos compañeros en la Escuela Militar de Aviación. En la sentencia, el juez cuestionó la formación militar y solicitó cambios en las actividades permitidas durante la instrucción de los cadetes.
Este tipo de litigio, de acuerdo Carbajal, “no es el papel del abogado tradicional, que está en un escritorio, toma el caso y se va a litigar”. Al Idhuca, explicó, “llegan casos que no son fáciles, personas que vienen de otras instituciones donde no tuvieron respuesta, y llegan al Instituto con la esperanza de que se pueda hacer algo”. Por tanto, “no es un acompañamiento que se queda en la parte jurídica, sino uno solidario y con mucho compromiso con las víctimas”.
Durante el convivio también se expusieron los proyectos educativos impulsados por el Idhuca a través de diplomados, capacitaciones y talleres. Entre los temas abordados destacan investigación criminal y derechos humanos; prevención de la violencia en centros escolares; cultura de paz desde la gestión de territorios; educación vial y derechos humanos; género y derechos humanos con énfasis en la juventud; educación para la paz; participación ciudadana; y transformación de conflictos.
De acuerdo al P. José María Tojeira, director del Idhuca, la historia del Instituto “es fuerte” y “con momentos de más esplendor y otros con menos bríos”, pero con una presencia constante “en los medios de comunicación, defendiendo personas, cuestionando instituciones y exigiendo un funcionamiento democrático del Estado”.
El 31.° aniversario, de acuerdo a Tojeira, es “un momento para reflexionar” y de preparación para los retos que debe enfrentar el Idhuca, sobre todo en un contexto en el que se siguen vulnerando los derechos humanos. Esta misión convierte al Idhuca “en una de las puntas de lanza en el batallar de la UCA”, que implica “estar a la vanguardia de las luchas de la Universidad”.