A pesar de que la propiedad privada es un derecho, no se debe olvidar que esta tiene límites y condiciones, como la función social, esto es, que el producto mayor redunde en el bien de todos. La sociedad actual, no obstante, se enfrenta a un pensamiento neoliberal que entiende a la propiedad como un bien profundamente excluyente.
En este contexto, el pasado 20 de febrero, en el marco del Día Mundial de la Justicia Social, se llevó a cabo la charla "La propiedad en monseñor Romero". José María Tojeira, director de Pastoral Universitaria, dio las palabras de inicio. Comentó que la creación de Dios es para toda la familia humana y que, por ello, lo ideal sería que quienes tengan faciliten que otros también puedan tener. Monseñor Romero consideró a la propiedad privada como el mal de la economía salvadoreña, como un absoluto intocable. Y motivó a no cesar de luchar contra la ideología de la riqueza.
La ponencia central estuvo a cargo de César Ochoa, quien explicó que monseñor se guiaba por el método de ver, juzgar y actuar. Asimismo, aseguró que a pesar de que Romero no hablaba mucho respecto a la propiedad privada, sí tomó posturas y reaccionó ante las injusticias de aquella época.
Así, en sus homilías decía que todo aquel que pudo hacer el bien y no lo hizo, que tuvo riqueza y poder, pero que no supo cumplir con su responsabilidad hacia los demás, sería reclamado en el juicio final y en el de la propia vida. Cuando el arzobispo pronunciaba estas palabras, se consideraba que el suyo era un pensamiento revolucionario, algo que no solo era mal visto por los poderosos, sino que ponía en peligro la vida del prelado.
Ochoa sostiene que si en aquel momento se hubiese escuchado a Romero, quizá se habría evitado la guerra, pues él advirtió que las personas de mayor poder estaban cayendo en el mal de idolatrar todos sus bienes hasta el punto de olvidar cuál es su fin universal: Dios los provee para que sean repartidos de forma justa entre todos los seres humanos.
Monseñor Romero también señalaba que la responsabilidad de organizar los bienes que Dios nos ha dado recae en el Estado y que este no debe olvidar que por encima de la acumulación de bienes está la persona humana; para la Iglesia, lo más sagrado.
El arzobispo mártir es considerado un referente de la lucha por una sociedad más justa. Por eso, cuando se habla de justicia social, siempre es importante recordar su vida. Pues, como él decía, nadie puede tener una propiedad sin que esta esté hipotecada al bien común.