A sus 34 años, es doctora en Ingeniería Química y se desempeña en la UCA como coordinadora y catedrática de esa carrera. María Dolores Rovira, conocida como "Loli", nació en San Salvador el 1 de noviembre de 1977. Es la segunda de tres hermanos (Carolina y Jorge Rovira). Estudió en el Liceo Francés y siempre prefirió las materias de Química, Biología y Matemática.
Su deseo de estudiar en la UCA nació de la familiaridad con su historia y misión. Y es que su padre, Jorge, era amigo de Segundo Montes y Amando López; y su madre, Esperanza, fue alumna de Ignacio Ellacuría. "Ellos frecuentaban mi casa porque eran muy amigos de mi papás (...); de hecho, el padre Montes los casó".
De niña, sus padres la traían con frecuencia a la UCA, ya que Esperanza estudiaba la Licenciatura en Letras y Jorge daba clases en ingeniería. "Fueron todas esas cosas [las] que me hicieron inclinarme por esta universidad, porque siempre había estado presente en mi niñez y adolescencia".
De este modo, en 1996 se inscribió en Ingeniería Química. Durante los primeros años, fue instructora de algunas materias como Química Analítica y Química General. Y en los últimos dos años de la carrera, tuvo a su cargo el laboratorio del Departamento de Tecnología de Procesos y Sistemas (hoy denominado Departamento de Ingeniería de Procesos y Ciencias Ambientales).
A pesar de que sus padres se dedicaron a la docencia, Loli no había sentido inclinación por ella. Fue justamente la labor en el laboratorio la que despertó su vocación. "Como tenía mucho contacto con los jóvenes, empecé a descubrir que me gustaba educar. Y entonces, desde antes de graduarme, quería dar clases en la UCA".
En 2001, ya en proceso de graduación, continuó a cargo del laboratorio y añadió una nueva tarea: empezó a fungir como asistente logística de la Maestría en Gestión del Medio Ambiente. Culminada su carrera, fue contratada para impartir una asignatura: Introducción a la Biotecnología. Y fue así como entró a formar parte de los catedráticos del Departamento.
Nuevos retos
Algo que siempre estuvo dentro de las metas de Loli fue seguir estudiando. Y, según cuenta, para ello siempre tuvo el apoyo de Francisco Chávez, su jefe. Sin dejar de lado la pasión por la docencia, comenzó a buscar oportunidades y logró que la aceptaran en el Instituto Químico de Sarriá, en Barcelona. Después, consiguió una beca y viajó a España en 2002 para estudiar la Maestría en Tecnología Química.
Su trabajo de tesis lo hizo en el laboratorio de biotecnología del Instituto. Y fue la primera vez que se sumó a un grupo de investigadores. Esa experiencia despertó en ella el gusto por el análisis y la búsqueda de nuevos conocimientos. Durante ese período, Chávez visitó España para fortalecer las relaciones entre la UCA y el Instituto. "Fue en este encuentro que nació la idea de continuar vinculando a ambas instituciones, a través de un doctorado a distancia de Ingeniería Química".
En 2004, y ya con el título de maestra, Loli retomó sus funciones de catedrática. "Yo regreso de terminar la maestría y me incorporo en la Universidad. Empecé a dar clases, pero sabía que quería inscribirme al doctorado; sin embargo, necesitaba conseguir otra beca". Y así lo hizo. Al año siguiente, logró inscribirse al Doctorado en Ingeniería Química.
"El proceso fue duro, porque con mi tutora Rosa Nomen, impulsadora del programa, y el doctor Chávez tuvimos que definir la temática y buscar financiamiento". Tras meses de presentar propuestas, les fue aceptado el tema "Mejora del cultivo de camarón marino en la Bahía de Jiquilisco, El Salvador".
Esta investigación se logró llevar a cabo gracias a la formulación y ejecución de tres proyectos: "Determinación de contaminación por plaguicidas en la Bahía de Jiquilisco", gracias al apoyo del Fondo de la Iniciativa para las Américas El Salvador (Fiaes); "Factores que afectan el crecimiento de las especies marinas en la Bahía de Jiquilisco", financiado por la Agencia Catalana de Cooperación para el Desarrollo; y "Evaluación del impacto de las aguas residuales provenientes de la producción de camarón sobre las características físico-químicas del agua de la Bahía de Jiquilisco", también apoyado por el Fiaes.
Loli defendió su tesis doctoral en diciembre de 2010. Y lo hizo de tal forma que el jurado la calificó cum laude (destacado). "Para mí fue muy gratificante obtener una nota sobresaliente; pero lo ha sido aún más el hecho de que cuatro catedráticas del Departamento se animaron a inscribirse en el programa (...). Esto ha dado mucho empuje a la investigación".
Optimista, ante todo
Desde 2007 está a cargo de la coordinación de la carrera de Ingeniería Química, y en esta especialidad tiene proyectado abrir una maestría. Además, sigue dando clases e investigando, y está involucrada en un proyecto para la Alianza en Energía y Ambiente con Centroamérica (AEA), en el que se buscan fuentes alternativas para generar energía eléctrica. "Aunque el entorno en el país no sea el óptimo, se puede avanzar, se puede aportar a la solución de problemas y generar conocimiento".
Y es que la joven ingeniera siente un gran gusto por la investigación. "Creo que el enfoque que le da la Universidad me motiva más, porque los proyectos ayudan a las personas y a sus problemas concretos".
Sonriente, comparte la noticia de su embarazo. Algo que había deseado desde antes, pero que había postergado para dedicarse al trabajo y a su formación académica. "Me casé en el 2007, pero como acababa de empezar el doctorado, detuve algunas cosas, como la maternidad. Ahora me siento completamente feliz".
Se define a sí misma como una persona optimista. Sabe que desde su trabajo puede hacer mucho por la sociedad y que cada quien, esté donde esté, debe intentar transformar las cosas. "No me desanimo fácilmente, porque creo que es posible seguir mejorando y que desde cualquier área se puede aportar".