Tres décadas de responsable servicio

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Nancy Solito
02/10/2012

Ramón Martínez Bazán nació el 11 de abril de 1954. Es originario de Soyapango, donde aún vive con su esposa, María Cortez, y sus dos hijos, Ramón y María del Pilar. Es uno de los empleados más antiguos de la UCA, y quienes lo conocen saben de su puntualidad y dedicación laboral.

Empezó a trabajar en la Universidad el 2 de septiembre de 1976. Por 33 años se desempeñó como custodio y los últimos tres, como vigilante en las casetas. Su turno comienza a las seis de la mañana, por lo que sale de su casa a las 4:30 a.m. para llegar a tiempo. "He agarrado la disciplina de que mi hora de entrada debe ser exacta, y cuando vengo tarde me siento mal porque me gusta la puntualidad".

Cuando se inició en el puesto, la UCA era muy pequeña y tenía poco personal. Su jefe era el padre José María Gondra, y recuerda que él llamaba a los empleados desde su oficina a través de un megáfono.

De lo que más valora de su labor como custodio es la cercanía que estableció con los padres jesuitas. "Como me tocaba abrir las puertas de los salones, siempre los saludaba y platicaba con ellos antes de que entraran a dar sus clases", recuerda.

 

Tiempos difíciles

Durante el período de la guerra, en la UCA se vivieron momentos de tensión. "La indicación era cerrar los portones a las seis de la tarde y abrirlos a las seis de la mañana (...). Por la noche, todos los guardias dormíamos en un cuarto ubicado por donde ahora se encuentra la Dirección de Pastoral Universitaria".

Este capítulo en la historia del país es uno de los más difíciles de remembrar para Ramón, ya que la UCA no estuvo exenta de ataques. "Cuando pusieron una bomba atrás del Edificio de Administración Central, nosotros acabábamos de hacer la ronda, eran como las ocho de la noche. Justo cuando salimos de esa zona, estalló".

"Luego, colocaron una granada en la imprenta; otra, cerca de la casa de los padres, y también en una pequeña oficina que tenían los estudiantes de economía; esa vez, alcanzamos a ver unas sombras y al ratito fue la explosión (...). No se podían tomar mayores medidas de seguridad frente a todo el ataque del Ejército".

Aun tanto tiempo después, por los nervios, Ramón tartamudea un poco al recodar lo que vivió en esos años. "Un día sábado, vinieron nueve militares para hacer un cateo. Nosotros estábamos ya en nuestro cuarto y ellos entraron a la fuerza, disparando y destruyendo todo lo que encontraban. En ese momento, nos escondimos debajo de las camas; fue un milagro que no nos vieran, porque nos hubieran matado. Se dirigieron a la casa de los padres. Ellos salieron y les pidieron que no destruyeran más las cosas, que solo les indicaran a dónde querían revisar".

"La noche del asesinato, estábamos en la UCA. Desde nuestra habitación, escuchamos el tiroteo. Nos asustamos porque lo oímos muy cerca, pero no nos imaginamos que ya estaban adentro. Al amanecer, fuimos a la casa de los jesuitas para decirles que nos íbamos porque sentíamos que las cosas estaban empeorando. Pero cuando llegamos, vimos desde lejos los bultos y, como todo estaba custodiado, no nos acercamos. Confirmamos la noticia de sus muertes por la radio".

"Para nosotros, fue un impacto muy grande, porque ellos eran los guías de la Universidad", dice, después de un breve silencio. "Sin embargo, a pesar de estar muy consternados por la situación, y en medio de un ambiente tenso y desolador, regresamos después de cuatro días del asesinato. Pasado un mes, comenzaron algunas clases y actividades administrativas".

 

Gusto por su trabajo

Para Ramón, la primera cara de la UCA son los vigilantes, y por eso siempre ha procurado hacer bien su trabajo. "Les digo a mis compañeros que me molesta cuando alguien de nosotros no hace bien su labor o lo hace de mala gana, porque la gente generaliza, y por uno que no se desempeñe bien, se llevan una mala impresión", lamenta.

Con el tiempo, ha observado un cambio en el comportamiento del estudiante. "Antes, los alumnos eran más respetuosos, saludaban y tenían más conciencia de la situación del país (...). Me parece que los jóvenes de hoy hasta se molestan porque uno los salude".

No obstante, disfruta su cargo porque conoce a muchas personas y ha logrado forjar una buena amistad con sus compañeros: "Nunca he tenido problemas con nadie". También reconoce que en todos estos años en las casetas, ha aprendido incluso a identificar quién es estudiante y quién no. "He detectado a gente que dice venir a una cosa y uno sabe que miente, a veces traen su cuaderno para hacerse pasar por alumnos; por eso, siempre pido el carné o un documento, incluso tenemos las fotos de quienes tienen prohibida la entrada".

Con una larga carrera dedicada a dar seguridad y resguardo a toda la comunidad universitaria, Ramón Martínez mira hacia atrás y no duda de que escogió el mejor lugar para desempeñarse profesionalmente, pues la UCA ha sido su segundo hogar por mucho tiempo. Dentro de poco, deberá jubilarse, una situación que le provoca sentimientos encontrados, ya que prevé una extraña sensación al romper con una rutina que está tan marcada en él. Afirma, además, que le gusta mucho el trato que la UCA da al personal.

Al recapitular, ve que con los años aprendió que siempre se debe servir desde cualquier área. Y es que más de tres décadas dedicadas al servicio no han desvanecido las virtudes de un hombre cuya filosofía de vida es tratar de hacer mejor las cosas cada día. "Para mí, es una satisfacción ayudar y servir a los demás", resume, con convicción.

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Anónimo
26/04/2013
13:32 pm
Es muy interesante conocer la percepción del personal de seguridad. En particular, me han parecido curiosas las alusiones hacia los años de guerra civil. Por otra parte, es profundamente lamentable saber que las palabras del Sr. Martinez son ciertas, muchos estudiantes utilizan una nefasta y primitiva actitud no solo con los guardias de seguridad, sino con la mayor parte del personal de la universidad. Saludos y ánimos a todo el personal de la UCA
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Anónimo
26/04/2013
13:32 pm
Muchas felicidades por este reportaje,Ramón. Me complace saber que tu labor ha sido reconocida. Me motivas a seguir tu ejemplo de trabajador esforzado, responsable, honesto,respetuoso y fiel tus principios cristianos y éticos.
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Anónimo
26/04/2013
13:32 pm
Me gusta pensar en las caras de estos señores que llegan a volverse tan familiares... gracias por presentar a don Ramón, y felicidades a él por tantos años de servicio!
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Anónimo
26/04/2013
13:32 pm
Que bueno reconocer a aquellos que siempre nos reciben y se vuelven parte de la UCA, porque en la universidad de la vida, las persona son lo que valen, mis respetos a Ramon y realmente se le reconocen su labor, muchas gracias!
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Anónimo
26/04/2013
13:30 pm
Por esos años de trabajo, por ese libro de historias que guarda en su vida, ya es como parte de los fundadores de la Universidad, es un tesoro para ser recordado en la historia universitaria y salvadoreña. Felicidades!! por ser nuestro ejemplo de dedicación a su trabajo.
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Anónimo
26/04/2013
13:30 pm
Muchísimas gracias Don Ramón por su trabajo, que ha realizado y realiza día con día en nuestra universidad, su espíritu de servicio nos nutre y fortalece.
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Anónimo
26/04/2013
13:30 pm
Felicidades Don Ramón,usted es un orgullo para todos los empleados de esta universidad. Su humildad y dedicación, lo han llevado a ser un profesional en su vida. Espero que la mayoria de empleados de la uca tomemos conciencia y veamos a Don Ramón como un ejemplo a seguir, sobre todo porque ser profesional no es tener un título o una maestria; el profesionalismo es el valor que reúne el respeto y la humildad para formarse como persona.
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Anónimo
26/04/2013
13:30 pm
Muchas felicidades y bendiciones Don Ramón, lo conozco desde hace mucho tiempo y es un excelente ser humano, educado, amable, sonriente y de muy buen corazón. Se le quiere mucho y adelante como siempre. Un fuerte abrazo y que Dios lo colme de mucha bendición siempre.......
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Anónimo
26/04/2013
13:30 pm
Me alegra que publiquen semblanzas. Personas como Ramón crean compañerismo y amistad. Son bases sólidas de la Universidad desde su buen hacer y su servicialidad permanente
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Anónimo
26/04/2013
13:30 pm
Muchas felicidades don Ramón por su ardua labor y esmero en su desempeño, es usted un ejemplo que deberían seguir muchos de sus compañeros para que esa buena imagen de la Universidad permanezca y no se pierda. En todos estos años que tengo de conocerlo sé que es una exelente persona respetuosa y amable sencible al sufrimiento de los demás, le deseo muchas bendiciones y que siga adelante siendo el buen ser humano que es.
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