Cómo crear empleos es el rompecabezas de todas las economías del planeta impactadas por la actual crisis del sector financiero mundial. Para El Salvador, la falta de empleo ha sido uno de los desafíos permanentes y una de las causas principales del fenómeno de la migración de los salvadoreños hacia los Estados Unidos y otros países. El actual Gobierno habla de crear una "fábrica de empleos"; idea bien intencionada, pero que aún no conocemos en su totalidad. En todo caso, es necesario revisar lo que otros países piensan o han hecho al respecto de la generación de empleos.
China, con una población de alrededor de 1,300 millones, aceleró e incrementó el proceso de inversión extranjera en su país para generar empleo, de tal forma que ahora se ha convertido en el centro de la producción mundial, con impactos graves en su medio ambiente (impactos que aún no han sido dimensionados completamente). También aceleró la construcción de carreteras, edificios, aeropuertos, presas hidroeléctricas, etc., que son actividades intensas en generación de empleos. Hasta ahora, esta estrategia ha resultado exitosa y China se perfila como la primera potencia económica del planeta en las próximas décadas.
Japón siguió una estrategia similar desde hace varias décadas; sin embargo, ahora su economía está en peligro. Según lo detalla el artículo del The New York Times "Rising Debt a Threat to Japanese Economy" (20 de octubre), la deuda pública bruta japonesa ha crecido al doble de su economía de 5 trillones de dólares, y para pagar sólo los intereses de esta deuda Japón tuvo que dedicar un quinto del presupuesto de 2008. Esta experiencia, al trasladarla a nuestro país, significa que el desarrollo de infraestructura (carreteras, puertos, aeropuertos, etc.) a través de deudas, si bien genera empleos, a la larga puede colapsar la economía si no se reactiva la producción nacional. Las megaobras (como el puerto de La Unión o el publicitado metrobus) crean una falsa percepción de desarrollo y muestran un "progreso" que al final de cuentas puede ser contraproducente.
En los Estados Unidos surgió la propuesta del tax credit para generar empleos (todavía en discusión). Este mecanismo aplica solo a nuevos empleos y consiste en que las empresas dejarían de pagar al Gobierno en el primer año un 15.3% del salario de un nuevo empleado; en el segundo año, sería el 10.2%; y en el tercer año regresaría a la normalidad. En esencia, se trata de un incentivo para que las empresas creen nuevos empleos vía reducción de impuestos. Obviamente, en la propuesta se fija un techo a los salarios que podrían aplicar al tax credit.
Otra de las ideas de los Estados Unidos surge de observar los siguientes datos: en el año 2000, 487,000 nuevas empresas crearon empleos para 3.1 millones de personas, pero estas mismas empresas, en 2005, dieron empleo a 2.4 millones de trabajadores. Entonces ¿cómo se crean empleos de manera sostenida? Simplemente, creando año con año nuevas empresas que compensen la pérdida natural de empleos que se da ya sea por el cierre de compañías o porque algunas de éstas se concentran en unidades de negocios que les son rentables.
La clave está en la creación sostenida de nuevos empleos. Entonces, lo que debe existir en el país son incentivos para la creación de nuevas empresas en sectores en donde el país tenga fortaleza (y no para el consumo, como ha sido hasta ahora). Un ejemplo de esta idea se observa en Alemania, en donde para desarrollar la industria de energía solar se crearon programas de subsidios para que los ciudadanos pudieran adquirir equipos que les permitiera generar electricidad (a partir de la energía solar) desde sus casas. Al hacerlo, no solo se benefició a los ciudadanos (que pagan menos en su factura de consumo eléctrico), sino que surgió toda una industria que ha generado miles de empleos. Aquí hay que apuntar que al reducir las familias su tarifa de consumo eléctrico, disponen de más dinero para consumo, lo que aumenta la actividad económica y genera más empleos. Ello a la vez le permite a Alemania captar más impuestos, que contribuyen a mantener el subsidio. De esta forma se crea un círculo virtuoso.
Otra idea para crear empleos se encuentra en la Política de Ciencia y Tecnología de Venezuela. En ésta se establece que un porcentaje de las ganancias de las empresas (antes de la aplicación de los impuestos) se invierta en la capacitación de sus empleados. Esto no solo vuelve a la empresa más competitiva sino que la vuelve más productiva y rentable, generando de manera indirecta más empleos.
En resumen, se proponen los siguientes mecanismos para generar empleos: (a) atraer más inversión extranjera y nacional sin descuidar la producción nacional; (b) crear incentivos y condiciones para la apertura de nuevas empresas (por ejemplo, con programas fuertes de emprendedurismo y propiciando una cultura de innovación en el país); (c) orientar los subsidios al desarrollo de empresas en sectores claves de la economía y no al consumo; (d) organizar la producción en cadenas productivas (algo que ya se hace en el sector agrícola, pero que se debe extender a otros sectores); (e) usar la capacitación de los empleados como estrategia para aumentar la productividad (lo que de manera indirecta generará más empleos); (f) pensar en producir para la región o, en otras palabras, incrementar los mercados de las empresas; y (g) identificar productos símbolos en municipios que puedan articularse en cadenas productivas para el desarrollo por regiones.
No hay fórmulas mágicas para desencadenar este proceso, pero, a la fecha, no existe una discusión seria en el país entorno a la generación de empleos. Si se le sigue apostando a las megaobras de infraestructura vía endeudamiento para generar empleos y a subsidios orientados al consumo, se seguirá perpetuando la pobreza y la migración. Mientras el problema de desempleo avanza, la fábrica de empleos sigue sin vida.