"Rezan las leyes básicas de una curiosa ética que el hombre es una máquina consumidora intrépida. Compre electrodomésticos, dicen los nuevos místicos. Es el gran signo de éxito del ‘homo sapientísimo’. Producto, consumo... Este es el triste tema de esta canción". ¿Por qué iniciar este comentario con parte de la letra de una de las canciones satíricas de Luis Eduardo Aute recopiladas en Babel, su disco de 1976? Porque esa lírica, treinta y siete años después de ser dada a conocer, sigue teniendo una enorme vigencia en El Salvador y el mundo. Y eso quedó comprobado en estos días recién pasados, en los cuales se reeditó el evento multitudinario que año tras año —desde hace veinticinco— se realiza en el lugar antes conocido como Feria Internacional, ahora Centro de Ferias y Convenciones. Ese fue el escenario donde se realizó, entre el 25 de julio y el 6 de agosto, Consuma 2013.
Cinco lustros pasaron ya desde que en plena guerra, durante la presidencia de José Napoleón Duarte, inició esta actividad, en la cual, según sus organizadores de antes y de ahora, se garantizan la diversión y la seguridad. ¿Por qué tocar tal tema en este espacio? Para los que nos sentimos y somos parte de esta casa de estudios es una obligación intentar compartir valoraciones sobre la realidad nacional desde el diario vivir de quienes escuchan y aprecian en algo nuestro aporte. Por ello, desde el enfoque de los derechos humanos, vale la pena reflexionar acerca de esta actividad, cuyo nombre debería decirle mucho a la gente.
Hace un par de años, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo —más conocido como PNUD— reveló que El Salvador ocupaba el tercer puesto mundial con la relación más alta entre consumo y producto interno bruto, detrás de Lesoto y Liberia. Esa información fue dada a conocer en el informe de 2010, que el PNUD publicó al siguiente año con un sugerente título: De la pobreza y el consumismo al bienestar de la gente. En concreto, se afirmó que de cada 100 dólares producidos en el país se consumían entre 102 y 103; también que la inversión era baja y el ahorro lo era aún más.
Según el PNUD, es necesario pensar y trabajar en un nuevo modelo de desarrollo, que tenga el ahorro como uno de sus elementos centrales. Para eso, se debe "empezar a romper con el ciclo vicioso del consumismo para ir al ciclo virtuoso de mejorar la productividad". Pero al igual que en los Gobiernos anteriores, el "del cambio" no hizo lo procedente para enfilar en esa dirección la nave llamada El Salvador. Siguió, como en otros muchos ámbitos, haciendo más de lo mismo. Y entre eso está la afamada Consuma, cuyos precios y seguridad dejaron mucho que desear, pero que siguió siendo, junto con la feria que se realiza en el predio Don Rúa, una de las pocas alternativas "populares" para ejercer de muy mala manera el derecho a la recreación que tiene la gente.
Para entrar a Consuma se debe pagar. Este año, la entrada costó un dólar y cincuenta centavos. Y si la familia llevaba vehículo, debía desembolsar dos dólares más; si no, había que sumarle lo del transporte público para el traslado hasta el lugar. Comida, bebida y uso de "las ruedas" representaron otro gasto más, que se incrementaba según el tamaño del grupo. A lo que se suma el tema de la seguridad. Algunos comentarios en las redes sociales dan cuenta de las deficiencias al respecto. Más grave aún es lo que muchas personas habrán podido ver en los noticieros, ocurrido en la última noche del evento: las terribles escenas de un grupo de trogloditas moliendo a patadas a un par de jóvenes y su tranquilo retiro del sitio sin que interviniera autoridad alguna.
Según el artículo 24 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, toda persona tiene derecho a disfrutar su tiempo libre. La Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre es más precisa al afirmar lo siguiente en su artículo quince: "Toda persona tiene derecho a descanso, a honesta recreación y a la oportunidad de emplear útilmente el tiempo libre en beneficio de su mejoramiento espiritual, cultural y físico". ¿Será que con esta feria se propicia el cumplimiento de lo anterior? ¿O lo que se hace, más bien, es fomentar el consumismo e inducir a la gente al despilfarro de un dinero que no tiene o que lo tiene en cantidades reducidas?
Habría que ir pensando en ese nuevo modelo de desarrollo del que habla el PNUD, donde esté en el centro la persona, que según la Constitución salvadoreña es el origen y el fin de la actividad estatal. A pocos meses del fin de un Gobierno que gasta y gasta en publicitar los "cambios de verdad" que asegura haber hecho, no queda más que trabajar para que, gane quien gane en la próxima elección presidencial, sea desde la sociedad que se empuje con fuerza para hacer valer el derecho de toda persona a tener y disfrutar otras posibilidades de recreación verdadera, que la hagan crecer y le generen desarrollo tanto en lo individual como en lo colectivo. Si no, seguiremos condenados a ser —en palabras de Aute— "máquinas consumidoras intrépidas".