Abismo financiero a la vista

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Rodolfo Cardenal
03/02/2022

Las escasas noticias sobre el viaje de la familia Bukele a Turquía y Dubái indican que las expectativas presidenciales no fueron satisfechas. Los medios oficiales solo han registrado el encuentro con el presidente de Turquía, la visita a una fábrica de armamento sofisticado, la comparecencia de la primera dama en la feria de Dubái y promesas vagas de inversión. Si las expectativas presidenciales hubieran sido satisfechas, el oficialismo no se habría mostrado tan parco. El presidente ni siquiera se molestó en relatar a sus seguidores los momentos memorables del viaje, sino que se presentó en San Miguel para inaugurar el área de descanso del personal sanitario de los hospitales nacionales. Un aterrizaje abrupto y modesto en la realidad.

Probablemente, Bukele no fue acogido como esperaba y, en particular, no halló las fuentes de financiamiento que quizás buscaba. Necesita dinero urgentemente para financiar el presupuesto de este año, el cual, pese a sobreestimar los ingresos, presenta un hueco de casi 500 millones de dólares. De ahí el disgusto con el FMI, que se niega a facilitarle 1,300 millones de dólares si no sube algunos impuestos, reduce el gasto y rinde cuentas. Si sube los impuestos, en concreto, el IVA, una receta típica del Fondo, es probable que se aliene a una porción significativa de sus seguidores. Si no sube el IVA, pero sí los otros impuestos que el Fondo recomienda, se aliena al gran capital, el más afectado y cuyo apoyo, aunque silencioso y a regañadientes, es muy conveniente. Reducir el gasto y rendir cuentas sería ir en contra de la naturaleza del régimen.

No obstante, Hacienda dice tener “otras alternativas”. La única conocida es el bitcóin. Los hermanos Bukele confían ciegamente en que la criptomoneda aumentará su valor de manera continua y sostenida, hasta arrojar dinero suficiente para financiar el presupuesto, pagar la deuda e invertir en los megaproyectos. La confianza de los Bukele es tal que han gastado el 1 por ciento del PIB en implementar la criptomoneda y han aumentado la deuda existente en más de 300 millones de dólares para adquirir bitcóin. Apuestan en él como quien acude al casino convencido de que ganará suficiente dinero para cancelar sus deudas y elevar su nivel de vida. Bukele confía, según sus propias palabras, en que cada uno de los 50 millones de millonarios que, según él, existen adquiera uno de los 21 millones de bitcoin disponibles. Dado que la oferta no satisface ni siquiera la mitad de la demanda, el precio de la criptomoneda se disparará espectacularmente y, en ese momento, tendrá más dinero del que necesita. “Es cuestión de tiempo”.

Mientras llega ese momento, el régimen debe rebuscarse, esto es, contraer más deuda, cada vez más cara, para cumplir con los acreedores y para sobrevivir. El supuesto no tiene fundamento. Nadie puede garantizar que los millonarios adquieran bitcóin. Tampoco “los bonos volcán”, dado que el eurobono ofrece una rentabilidad mucho más alta. El juego es arriesgado y la apuesta muy alta. Si fracasa, las pérdidas serán astronómicas. No para los Bukele, que no arriesgan su capital, sino para el país. La única garantía de la operación es  —pensando bien— la certeza del iluminado; pero —pensando mal— no se puede negar que la apuesta y su promesa de riqueza fácil sin cuento tienen la apariencia de las grandes estafas.

Los mercados reaccionan negativamente. Temen que el país no pueda honrar sus compromisos financieros. En la actualidad, El Salvador ocupa el tercer lugar en la lista de países de mayor riesgo para invertir, después de Venezuela y Argentina. Esta, que vive una prolongada crisis financiera, ya ha llegado a un acuerdo con el FMI, porque no tiene otra alternativa. Los Bukele, en cambio, confían en que millonarios dispuestos a asumir altos riesgos y afrontar grandes pérdidas los alejen del abismo financiero.

La cuestión aquí no es discutir las políticas del FMI, sino señalar sus razones para no proporcionar el préstamo que los Bukele tanto necesitan. El Fondo se niega por falta de garantías. Paradójicamente, uno de los abanderados del neoliberalismo no se traga el liberalismo de los Bukele. Tampoco los entendidos más lúcidos en criptomonedas, que ven en ellas la gran oportunidad para libertarse de las restricción de los sistemas financieros tradicionales. Las criptomonedas son las monedas del reino de la libertad total. Un reino en abierta contradicción con el autoritarismo de los Bukele. Ni siquiera la fantástica ciudad liberalizada del oriente del país ha conseguido despejar esa sombra. Mientras tanto, a sus pies se abre el abismo financiero. El peor enemigo de El Salvador futuro no es Arena y el FMLN, sino los Bukele del presente.

 

* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.

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Jalberto
04/02/2022
09:53 am
Probado esta y nuevamente caemos en el mismo dicho..."El peor enemigo de Bukele es Bukele". Neófitos guiando Neófitos, o ciegos guiando a ciegos...el mundo financiero que este muchacho conoce se reduce a la fallida administración (si así se le puede llamar) de un centro de vicios que el padre del susodicho le regalo para que el niño se entretuviera. Con el riesgo de ir preso por trafico de drogas dentro del antro y sacrificando al ahora presidente de cierta asamblea, el muchacho salió librado. Así lo crío el padre soportando sus malas crianzas y librándole de la caída en un abismo que ya lo tuviera consumido. Esa es la persona que guía los destinos de este pais, hasta el 2024 (Dios permita que así sea). La herida de muerte ya causada, a nuestro moribundo Pulgarcito esta terminando de empujar al abismo antes descrito y a la tumba a este pais. El melodrama no cabe y solo nuestro presidente esta autorizado a usarlo cuando acusa a todos menos a el de sus fracasos, Dios nos proteja.
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