Desde su fundación en 1986, y a lo largo de tres décadas de dar seguimiento sistemático a la opinión de las y los salvadoreños, el Instituto Universitario de Opinión Pública (Iudop) ha investigado la realidad social salvadoreña y centroamericana a través de estudios académicos, objetivos e independientes encaminados a la transformación de la sociedad. Durante ese tiempo, el Iudop ha sido blanco de ataques de distintos grupos de poder, en particular de aquellos que se ven señalados o cuestionados de forma directa por el sentir y pensar de la población. Sin embargo, los períodos preelectorales han sido particularmente intensos en lo que respecta a acciones que han intentado erosionar la confianza de la ciudadanía en el Iudop.
Es útil hacer remembranza de lo frecuentes que han sido las críticas contra el Instituto en períodos electorales y hacer notar el reciclaje de argumentos tendenciosos utilizados por aquellos que en realidad no saben cómo reaccionar ante la voz de la población. De hecho, quienes intentan desprestigiar los datos generados por el Iudop en el fondo están intentando opacar y silenciar las opiniones de los ciudadanos que se expresan a través de nuestras encuestas; aquellos cuya realidad cotidiana es adversa y, por tanto, tienen una perspectiva cruda sobre el rumbo del país. La incomodidad generada por nuestro trabajo radica en la mística que caracteriza nuestra labor. La imparcialidad, el rigor técnico, el atender a los principios éticos de la investigación, el profundo respeto por cada una de las personas que accede a participar en nuestros estudios de opinión y el procesamiento totalmente transparente de los resultados son estándares de trabajo no negociables para el Iudop.
Figuras públicas, candidatos y funcionarios, entre otros, se encuentran en el registro histórico de quienes han intentado desprestigiar al Instituto. Aunque lidiar con esas acciones es inherente a nuestra labor, preocupa el uso de estrategias cada vez más perniciosas contra las entidades que le brindan a la población una vía para expresar sus opiniones y darlas a conocer públicamente. Este tipo de artimañas ya empiezan a evidenciarse en este período preelectoral: recientemente se divulgó una encuesta falsa en la que se utilizó distintivos e información del Iudop. De este modo, personas inescrupulosas intentan engañar la buena voluntad de las y los salvadoreños, en un momento en que el país debería unirse para atender la pandemia. Suplantar la identidad del Iudop con tal de obtener información personal de la población de cara a las elecciones de 2021 es un acto de bajeza.
La inversión de fondos públicos en publicidad oficial para posicionar insistentemente una imagen determinada de las acciones gubernamentales, la ausencia de espacios de diálogo y el rechazo a la evidencia científica para la toma de decisiones son elementos que delinean un escenario complicado para la investigación académica, cuyo fin último es realizar un servicio a favor de la verdad. Pero los momentos más adversos son una oportunidad, y en este caso el Iudop echará mano de la creatividad, compromiso y entrega de su equipo para seguir cumpliendo la misión que proyectó su fundador, el padre Ignacio Martín-Baró: ser un instituto académico que se constituya como un canal válido de expresión de la voz de las mayorías salvadoreñas.
* Laura Andrade, directora del Iudop.