La ley de partidos de El Salvador establece como derecho y como deber: definir los procesos internos para elegir y postular candidatos en las elecciones convocadas por el Tribunal Supremo Electoral. El artículo 29 de dicha ley dice que, son asuntos internos de los partidos políticos, el establecer procedimientos para la elección de precandidaturas y candidaturas a cargos de elección popular.
Dicho lo anterior, hasta antes de la ley de partidos, los procesos de selección de candidatos presidenciales de los principales partidos en El Salvador han sido muy diversos. A continuación se describen las formas de elección que van desde las más participativos hasta las menos incluyentes, y también se agrega la desventaja de cada tipo de elección.
En primer lugar se plantean las elecciones internas, en donde los afiliados eligen o votan de forma secreta sobre quien los presentará por el partido de su preferencia, un inconveniente con este método es que esta competencia interna puede generar fraccionamientos en el partido pero puede decirse que es el más democrático.
En segundo lugar la convención o asamblea donde se cuenta con la participación de militantes activos que cumplen ciertos requisitos establecidos para decidir por mayoría el candidato. Muchas veces las propuestas son fruto de las negociaciones previas de miembros notables del partido, que buscan legitimarse en una asamblea con voto a mano alzada.
En tercer lugar la negociación de notables, donde se conforman un grupo reducido de personas con poder dentro de un instituto político para decidir el candidato, el inconveniente con esta forma de elección es que grandes grupos de simpatizantes pueden sentirse relegados.
En cuarto lugar, el dedazo o designación directa por líderes del partido un grupo o persona, es la forma menos democrática aquí se asigna directamente al candidato o puede incluso autonominarse, en este proceso no existe ninguna negociación, puede decirse que este es el método menos democrático de todos los mencionados. A partir de esta explicación, para el caso de las elecciones presidenciales en El Salvador pueden resumirse en los siguientes tipos de selección:
Dado este escenario, pareciera que ha habido elecciones sin democracia, para los partidos tradicionales no ha sido importante el ser democrático sino solo parecerlo. A partir de esto, se entiende que las élites de los partidos políticos manipulan las reglas a conveniencia y no han mostrado una forma consistente en el tiempo en la forma de elección de sus candidatos presidenciales, se ha buscado elegir candidatos a conveniencia de élites, sin que estos sean procesos realmente participativos.
Otro factor a destacar, es que aunque están más cerca las elecciones municipales y de diputados de 2018, desde ya se perfilan ciertos candidatos, que buscan representar a los partidos mayoritarios en las presidenciales de 2019 en El Salvador. En el caso de Arena, tanto Javier Simán como Carlos Callejas se disputan desde hace meses esa posibilidad, según lo presenta el periódico el Faro en su artículo “Dos millonarios libran disputa no autorizada por la candidatura presidencial de Arena”. Por otro lado, en el partido de gobierno "Hugo Martínez, Gerson Martínez y Nayib Bukele son posibles candidatos por el FMLN" según Fabio Castillo en el programa de entrevista 8 en punto.
Esto nos muestra que las elecciones presidenciales ya se están adelantando, a pesar que ni siquiera han comenzado las legislativas y municipales. Dicho escenario, hace pensar desde ya que hay una competencia voraz de los competidores dentro de los mismos partidos. Incluso, se percibe que ninguna institución- dentro del sistema político – es capaz de detener dicha lucha de manera formal.
De este modo, habiendo descrito tanto el modo de elección de los partidos y las campañas adelantadas ( así como la incapacidad de parar la misma), podemos concluir que aún se está lejos de construirse una democracia sólida, ya que aún persisten conductas autoritarias. Y aunque habría que estudiarse más a profundidad, parece que mucha gente añora y defiende algunas formas de autoritarismo, mientras que otra gente promueve y en público se presente como amante de la democracia.
En conclusión, no está bien definido lo que la población quiere en cuanto a régimen político preferid (ya que su postura no es homogénea y hay varios grupos con ideas encontradas), sin embargo, los partidos parecen sí tener claro que continúan deseando concentrar el poder a partir de formas autoritarias la práctica, aunque en el discurso digan promover y defender la democracia.