Centroamérica y el desafío de las cifras

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Se reconoce hoy día que la información es un valioso insumo para fortalecer la transparencia y la rendición de cuentas. Su conocimiento y análisis posibilita mejorar la calidad del debate político y la participación ciudadana, tan necesarios en las sociedades donde predomina la propaganda, la demagogia y la manipulación de la conciencia colectiva. Por eso, documentos como el Estado de la región: estadísticas de Centroamérica 2013 o Bienestar infantil en los países ricos: un panorama comparativo, de Unicef, resultan sumamente útiles en el acercamiento a la realidad de nuestros países. Del primer documento, exponemos algunos hallazgos que representan verdaderos desafíos para el istmo y los países que lo conforman.

Durante los últimos 50 años, la población de Centroamérica aumentó en cerca de 30 millones de personas: pasó de 12.7 a 42.7 millones entre 1960 y 2010. Destaca el hecho que uno de cada 3 habitantes de la región es guatemalteco. Por otra parte, la esperanza de vida promedio en la región aumentó en 17.5 años: de 56.5 años en 1960 a 74 en 2010. Y todos los países lograron alcanzar una esperanza de vida mayor a los 70 años. Sin embargo, El Salvador, Honduras y Guatemala tienen actualmente la esperanza de vida de la Costa Rica de hace 30 años.

Dado el crecimiento de la población, Centroamérica tuvo en 2011 aproximadamente 3 millones más de personas pobres que en 2000: pasó de 17.8 a 20.8 millones durante ese período. Guatemala es el país más desigual de la región; y en el otro extremo está Nicaragua, con el menor nivel de desigualdad. En este marco, el grupo poblacional que forma parte de la fuerza de trabajo activa aumentó en cerca de 5 millones de personas durante la última década: de 13.5 millones en 2000 a 18.5 millones en 2011. El desempleo afecta más a las mujeres. El Salvador y Honduras son los únicos países en los que la tasa de desempleo de los hombres es superior a la de las mujeres. En 2011, la diferencia fue de 3.8% y 1.1%, respectivamente.

Según su participación en el mercado intrarregional, los países de Centroamérica se dividen en tres bloques. Para Guatemala y El Salvador, este mercado ha sido el destino de entre el 30% y el 40% de sus exportaciones; para Costa Rica, Honduras y Nicaragua, representa entre el 10% y 15%; mientras que para Panamá representa tan solo el 1%. En lo que a remesas respecta, en promedio, estas pasaron de representar el 4.7% del PIB regional en 2000 al 7.7% en 2011. Honduras es el país de la región donde la participación de las remesas en la economía es mayor, con el 15.8% de su PIB en 2011.

En conjunto, los países de Centroamérica lograron reducir su deuda externa durante la última década. Así, la deuda de la región pasó de 50.3% del PIB en 2000 al 31.5% en 2011. Honduras y Nicaragua son los que más disminuyeron su deuda externa en ese período (39 y 87 puntos porcentuales del PIB, respectivamente). En contraste, en la década, Belice y El Salvador aumentaron su deuda externa en 7 y 12 puntos porcentuales del PIB, respectivamente. En estrecha relación, durante los últimos tres años (2009-2011), todos los países, excepto Costa Rica y Panamá, han mostrado algún incremento en la carga tributaria. No obstante, solo en Belice y Nicaragua los impuestos representan más del 15% del PIB. Cabe señalar que este es un umbral muy bajo con respecto al promedio de América Latina (18.4% del PIB), y más aún si se compara con las naciones más desarrolladas del mundo, donde ese indicador alcanza el 36.3% del PIB.

En el área de inversión social, Costa Rica amplió la brecha en el gasto público en salud como porcentaje del PIB respecto a los demás países de Centroamérica. Además de ser el que destina un mayor porcentaje del PIB a este rubro, aumentó la relación de inversión durante la década 2000-2011, pasando del 5% del PIB al 8.7%. En contraste, el país que menos destina a la salud es Guatemala, con solo el 1.1% del PIB.

Con excepción de Guatemala y Panamá, el gasto público en educación como porcentaje del PIB aumentó durante el período 2000-2011 en la región. El país que más proporción de su PIB destina al rubro es Costa Rica, con 7.1% del PIB para 2011; y el que menos lo hace es Guatemala, con 1.6% del PIB para ese mismo año. El porcentaje de analfabetismo promedio de los países de Centroamérica se redujo a la tercera parte en 40 años: pasó del 38% en 1970 al 12% en 2010. Solo en Nicaragua afecta aún a más del 20% de la población.

Pese a la ausencia de conflictos armados, Centroamérica es la región más violenta del mundo. La tasa regional de homicidios prácticamente se duplicó durante la última década, al pasar de 22 a 40 por cada 100 mil habitantes entre 2000 y 2011. Como un parámetro a considerar, la Organización Mundial de la Salud considera que tasas superiores a 10 por cada 100 mil habitantes evidencian un problema de salud pública. En la década de estudio, se registraron en Centroamérica cerca de 168 mil homicidios; el 87% de estos se registraron en los tres países del Triángulo Norte. Honduras es el país con la mayor tasa de homicidios del mundo, que además ha tendido a aumentarla durante la última década hasta alcanzar su máximo histórico en 2011: 86.5 homicidios por cada 100 mil habitantes.

Finalmente, entre 2000 y 2011 se registró en Centroamérica un total de 181 eventos naturales que se convirtieron en desastres y que dejaron una cifra de 4,856 víctimas mortales (el 80% de ellas, en El Salvador y Guatemala). Se prevé que de no fortalecerse la gestión del riesgo y de la vulnerabilidad, esta cantidad tenderá a aumentar en el futuro, pues entre las regiones tropicales del mundo el istmo está señalado como el "punto caliente" más vulnerable al cambio climático.

Estos datos, entre otros, nos muestran con realismo la región en la que vivimos, con sus tendencias demográficas, sociales, económicas y políticas. Por supuesto, tras estos números hay personas, grupos y estructuras que requieren la formulación de políticas nacionales y la implementación de acciones regionales que conduzcan a la Centroamérica que queremos: incluyente, democrática, solidaria y justa. El acceso y la difusión de información pertinente, veraz y objetiva es un aspecto medular en la búsqueda de ese propósito.

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