La admisión de algunas celebridades locales de las redes digitales en el recinto legislativo puede resultar contraproducente para sus patrocinadores. La misión encomendada es difícil. Tendrán que ampliar su agenda, pero no tardarán en descubrir que la actividad legislativa es, de por sí, tediosa. Mucho más cuando se encuentra al servicio de un poder que ordena y manda. En el recinto legislativo, las ideas y la discusión sobran. Ahí no hay sorpresas. Solo poses, aplausos y fotografías. Los diputados se congratulan por unos proyectos de ley y unas decisiones que no suyas, sino de Casa Presidencial. Si los youtuberos son “creadores de contenido” y medianamente sensatos, no tardarán en descubrir que ahí hay poca materia prima para crear.
Entonces, el entusiasmo inicial menguará. Si no abandonan el puesto, aburridos y desencantados, puede que decidan entretenerse a costa de los legisladores. Tal vez comiencen con los de la oposición, algo que saben hacer bien. Pero este material es escaso. Son pocos y el oficialismo no les da espacio para expresarse y decidir. El contenido caerá en los tópicos y las producciones perderán interés. Agotada esta aproximación, les quedan los diputados oficialistas y sus aliados que, al ser mayoría y dominar la actividad legislativa, prometen más contenido. Si los toman en serio, encontrarán que dan poco de sí. Si la emprenden contra la ramplonería predominante, los expulsarán. Tal vez por eso les dieron credenciales solo para un mes. Sea lo que sea, la presencia de los youtuberos expone a los diputados a la vigilancia estrecha y a la crítica irrespetuosa y cínica. Propagarán lo que la prensa profesional no se atreve a difundir por respeto básico al oficio. La apertura a estas celebridades de las redes es un riesgo para la proyección idealizada de la actividad legislativa del oficialismo.
Si esto llegara a suceder, los youtuberos prestarán, sin pretenderlo, un valioso servicio a la sociedad. Exhibirán, desde su peculiar perspectiva superficial y grotesca, la pobreza y el servilismo de los representantes de los Bukele. Si, por el contrario, los youtuberos satisfacen las expectativas de quien los admitió en la legislatura, sus producciones adolecerán de aburrimiento, el interés de sus seguidores tenderá a decaer, así como también los likes. Sus creaciones no solo perderán atractivo, sino que se desnaturalizarán al asimilarse al orden establecido de los Bukele. El éxito de la producción youtubera estriba, en gran medida, en su aparente independencia y autonomía, que confieren a sus creaciones una identidad y una autenticidad únicas.
Muy pagados de sí mismo están los responsables de esta decisión. Si piensan que la labor legislativa es tan fascinante como para aumentar los seguidores de los youtuberos, viven en otro mundo. Si esperan que estos difundan lo que la prensa profesional censura por presuntas motivaciones políticas y perversas, son ingenuos. No se puede difundir una actividad inexistente. Claro, siempre se puede inventar, lo cual ya hacen sin acudir a la legislatura. Si buscan una mayor incidencia en la opinión pública de cara las elecciones legislativas del próximo año, las cuentas no les salen. La mayoría legislativa, lo que han dado en llamar “la gobernabilidad” de Bukele, se tambalea. La dificultad es la misma. Hay poco para mostrar y menos para entusiasmar, y ya es demasiado tarde para cambiar de rumbo.
El perfil de los diputados actuales es idóneo para proporcionar esa gobernabilidad a Bukele, pero es totalmente inadecuado para representar los intereses del pueblo al que dicen deberse. El interés y el sentir popular no forman parte de la agenda legislativa. El punto único de dicha agenda es Bukele. El autoritarismo y la centralización, equivocadamente etiquetados como “gobernabilidad”, han anulado de tal manera la actividad legislativa y la personalidad de los legisladores que ahora resulta cuesta arriba seducir al electorado. No sería extraño que la desconexión de los diputados de la gente y su realidad, y la abstención dispersen el voto más de lo deseado. Desde esta perspectiva, los youtuberos tienen la difícil tarea de ilusionar a un electorado más indolente que movilizado.
Esa misma incertidumbre ha llevado al oficialismo a apostar por el voto de la minoría de expatriados pudientes y privilegiados. El plan es reforzar las posibilidades de los candidatos del departamento de San Salvador. La mayoría de los inmigrantes no tiene papeles, ni empresas, ni negocios, sino dos o tres empleos simultáneos para sobrevivir ellos y la familia que dejaron atrás. Sus prioridades son permanecer, trabajar y enviar remesas. Ninguna de ellas figura en la agenda legislativa. Sus así llamados representantes no se han ocupado de defender su regularización migratoria, sus derechos laborables ni el derecho de sus familiares a una vida digna y humana.
* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.