La Secretaría General del Sínodo de Obispos acaba de publicar Instrumentum laboris, un texto que recoge de forma sintética y sistemática las respuestas dadas por las conferencias episcopales de todo el mundo a las 39 preguntas del cuestionario del papa Francisco, formulado en el documento preparatorio del próximo sínodo. Esta consulta a las iglesias ha resultado novedosa por su carácter participativo y la riqueza de aportes de los que partirá el sínodo extraordinario, que tiene como objetivo anunciar el Evangelio en los actuales desafíos pastorales relacionados con la familia. Pocas veces la Iglesia toma en cuenta la opinión y sentir de las iglesias particulares, como momento previo y fundamental, para presentar lineamientos y orientaciones universales en temas tan importantes y decisivos para la vida eclesial y humana. Es, por tanto, un signo de cooperación mutua para posibilitar una Iglesia que se construye desde la diversidad y desde las problemáticas comunes y específicas.
Ahora bien, en una parte de Instrumentum laboris se condensan los desafíos internos y externos relativos a la realidad familiar en la sociedad contemporánea, tanto del mundo rico como del mundo pobre. Veamos cuáles son esas realidades que, según el documento, se constituyen en verdaderos desafíos, esto es, en situaciones difíciles que exigen una respuesta pronta y eficaz si se quiere que la familia cumpla su función de ser formadora de personas, educadora de la fe y promotora de desarrollo social.
En primer lugar, en el texto se hace una consideración global: uno de los grandes desafíos de la familia contemporánea es resistir la tendencia a su privatización. Es decir, existe el riesgo de olvidar que la familia es la "célula fundamental de la sociedad, el lugar donde se aprende a convivir en la diferencia y a pertenecer a otros". Es preciso, por tanto, proponer una visión abierta de la familia, fuente de capital social, donde se cultivan las virtudes esenciales para la vida común. Se estima que sin familia, el ser humano no puede salir de su individualismo, ya que en ella se aprende la fuerza del amor para sostener la vida. Y sin un amor fiable, la unidad entre seres humanos se podría concebir solo como fundada en la utilidad, en la suma de intereses, en el miedo, pero no en la bondad de vivir juntos, ni en la alegría que la sola presencia del otro puede suscitar (n.° 33).
En segundo lugar, se plantean las problemáticas internas. Las conferencias episcopales convergen en las siguientes. Dificultades de relación y comunicación en la familia, esto es, ponen de relieve la insuficiencia e incluso la incapacidad de construir relaciones familiares que superen los conflictos y tensiones entre los cónyuges, debido a la falta de confianza mutua y de intimidad, al dominio de un cónyuge sobre el otro, así como a los conflictos generacionales entre padres e hijos. En otros contextos sociales, se habla también de la debilidad de la figura del padre, que en muchas familias genera fuertes desequilibrios e incertidumbre de identidad (n.° 64).
Asimismo, es unánime y transversal en las respuestas la referencia a la violencia psicológica, física y sexual que sufren en la familia las mujeres y los niños. Se recuerda también el terrible fenómeno del feminicidio, que con frecuencia está vinculado a profundos trastornos afectivos o de relación, y es consecuencia de una falsa cultura de la posesión. En determinadas áreas geográficas (África, Asia y Oceanía), se señala explícitamente la promiscuidad sexual y el incesto, así como la pedofilia y el abuso de niños (n.° 66). En la misma línea, varios episcopados denuncian el drama del comercio y la explotación de niños. Al respecto, se subraya la necesidad de poner especial atención a la plaga del turismo sexual y a la prostitución que explota a los menores, especialmente en los países en vías de desarrollo. Se subraya que tanto la violencia doméstica como el abandono y la disgregación familiar tienen un impacto significativo en la vida psicológica de la persona y, por consiguiente, en la vida de fe, ya que el trauma psicológico afecta de manera negativa la visión, la percepción y la experiencia de Dios y de su amor (n.° 67).
Por otra parte, el documento insiste en los problemas relacionales que los medios de comunicación, junto con las redes sociales e Internet, crean en el seno de la familia. Y plantea que, de hecho, la televisión, los teléfonos inteligentes y los ordenadores pueden ser un impedimento para el diálogo entre los miembros de la familia, al alimentar relaciones fragmentadas. Al respecto, se observa que además del riesgo de disgregación y desunión familiar, existe la posibilidad de que el mundo virtual se convierta en una auténtica realidad sustitutiva, en particular, en Europa, América del Norte y Asia (n.° 67).
Finalmente, en lo que respecta a los desafíos externos, es unánime la referencia al impacto de la actividad laboral en los equilibrios familiares. El documento registra la dificultad de organizar la vida familiar común en el contexto de una repercusión dominante del trabajo, que exige de la familia cada vez más flexibilidad. Los ritmos de trabajo son intensos, incluso extenuantes; los horarios son a menudo demasiado largos y a veces se extienden incluso al domingo: todo esto es un obstáculo a la posibilidad de estar juntos. En algunas áreas geográficas, se habla de que la creciente precariedad laboral, junto con el crecimiento del desempleo y la necesidad de desplazamientos cada vez más largos para trabajar, tienen graves consecuencias sobre la vida familiar. Producen —entre otras cosas— un debilitamiento de las relaciones, un progresivo aislamiento de las personas con el consiguiente aumento de la ansiedad (n.º 70).
En ese ámbito, se subraya también la incidencia que tiene la emigración sobre el tejido familiar. Se sabe que para hacer frente a los problemas de subsistencia, los padres y, en número creciente, las madres se ven obligados a abandonar la familia por motivos laborales. La lejanía de uno de los padres tiene consecuencias graves tanto en los equilibrios familiares como en la educación de los hijos. En referencia a esta situación, se señala la necesidad de facilitar la reunificación familiar mediante la promoción de políticas adecuadas (n.º 72).
En las respuestas y observaciones, se insiste de manera generalizada en las estrecheces económicas que atenazan a las familias: falta de medios materiales, pobreza y lucha por la subsistencia. Se trata de un fenómeno extendido, que no afecta solo a los países en vías de desarrollo, sino que se menciona con insistencia también en Europa y en América del Norte. Se constata que en casos de pobreza extrema y creciente, la familia debe luchar por la subsistencia, en la cual concentra la mayor parte de sus energías. Algunas observaciones piden una palabra profética fuerte de parte de la Iglesia en relación a la pobreza, que pone a dura prueba la vida familiar (n.º 73).
Estos retos, entre otros, formarán parte del debate en la III Asamblea General Extraordinaria del Sínodo de Obispos, con el tema "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización", que tendrá lugar en Roma del 5 al 19 de octubre de 2014. Sin duda, por la importancia de los temas, la metodología utilizada y la riqueza de aportes, podemos esperar un documento final realista, orientador y propositivo para enfrentar con lucidez teórica y ética las situaciones críticas por las que atraviesa la familia en la sociedad contemporánea.