La contribución de Bukele con una revista especializada en criptomonedas presenta los lugares comunes de su autor de una manera más articulada de lo habitual. Dada la especialidad de la revista, Bukele ratifica su confianza ciega en el bitcóin y ensalza su decisión de adoptarlo como moneda nacional. Otro tópico. Luego se refiere a la realidad nacional e internacional en términos apocalípticos. Bukele dice librar una lucha a brazo partido contra enemigos muy poderosos por la libertad, la verdad, la prosperidad y “el futuro de la humanidad”.
Los enemigos de Bukele son muchos más y más perversos que los de Putin, el dictador ruso. Este se enfrenta militarmente con Ucrania, la Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos, pero el sátrapa salvadoreño lucha contra casi todos los Gobiernos y las corporaciones del mundo, los bancos y las organizaciones internacionales, los ejércitos, los préstamos, la clasificación crediticia, la industria, el comercio, el suministro de alimentos, el derecho internacional y la propaganda. Los poderes del mundo se habrían confabulado para derribarlo con la mentira, el desprestigio, la destrucción, la censura, la confiscación y las publicaciones.
“Las fuerzas más poderosas del mundo” habrían decidido acabar con él por haberse levantado contra el “sistema mismo”, al colocar en el país “el epicentro de la adopción del bitcóin” y, de esa manera, otorgarle “la libertad económica, la soberanía financiera, la resistencia a la censura, la riqueza no confiscable y el fin de los coronadores de reyes […] y [de] la reasignación de la riqueza de las mayorías hacia los intereses privados, las élites, los oligarcas y los poderes en las sombras detrás de ellos, moviendo los hilos”. Lo único cierto es la adopción de la criptomoneda. La censura es práctica cotidiana y la riqueza nacional es explotada sin contemplaciones por los intereses privados, familiares y oligárquicos. Los censores y los corruptos están protegidos por un tupido velo de silencio, de desinformación y de mentira descarada del Gobierno de Nuevas Ideas.
Ni siquiera la invitación a atenerse a los hechos es verídica. Bukele invita a sus detractores bien intencionados del exterior a darse una vuelta para constatar cómo ha transformado el país. Los invita a recorrer las calles engalanadas para ellos —ya que en las otras encontrarán el caos urbano—, a visitar la playa con ruedas —las otras no son atractivas— y los volcanes —que no son obra suya—, a respirar aire puro —que está contaminado, al igual que el agua superficial— y a preguntar por su popularidad —pero solo a sus seguidores, no a los familiares de los desaparecidos ni a los que reclaman justicia y derechos vulnerados—. Bukele invita a recorrer “el país vitrina”, hecho para turistas, no el real, el cotidiano de las mayorías.
No hay razones válidas para temer que el ejemplo libertario de El Salvador de los Bukele sea retomado por otros países. En bastantes prevalecen las mismas tendencias autoritarias, fascistas y militaristas, y la corrupción goza de buena salud. Excepto por la adopción del bitcóin, el país no es modelo ninguno. En el mejor de los casos, se inscribe en una tendencia autocrática y totalitaria. La criptomoneda no libera ni da riqueza. La libertad de unos pocos de ingresos medios y altos descansa en la opresión y el terror de los demás. La bonanza es aún más restringida. Es un privilegio reservado a la familia presidencial, sus paniaguados y algunos capitalistas de siempre, expertos en hacer fortuna al amparo del gobernante de turno. En este ámbito de privilegio, ilegalidad y corrupción, el bitcóin es ideal para mover dinero sucio sin impedimentos. En este sentido, restringido y elitista, la criptomoneda es libertad, fundamentalmente económica y financiera.
El Armagedón de Bukele se disuelve en palabrería. Se reduce al bitcóin. Desde la vida cotidiana de las mayorías, la criptomoneda es muy poca cosa. La confabulación de los poderes para destruirlo es una construcción mental para mostrarse víctima libertaria de la perversidad de aquellos. El mesianismo en construcción no lo impedirán fuerzas poderosísimas, sino algo mucho más profano: la incompetencia, la iliquidez y la corrupción del régimen mismo.
La retórica presidencial eleva la conflagración al plano de lo trascendente. El David salvadoreño lucha contra el Goliat extranjero por la posesión de “la verdad”, uno de los trascendentales de la metafísica y la teología. Es “la verdad” presidencial contra la de sus enemigos, o sea, casi todo el mundo creado. Es insensato pensar que la totalidad está en el error, mientras él, cual nuevo Absoluto aristotélico, está en posesión plena de “la verdad”. Esta peculiar interpretación de la realidad lleva el mesianismo político a límites insospechados.
En cualquier caso, la libertad solo es verdadera si es universal. Ahí donde hay injusticia y opresión, no hay libertad. Ahí donde la mayoría de la población lucha para mal sobrevivir en condiciones muy adversas, tampoco. La libertad solo es real cuando las necesidades básicas de todos están satisfechas y cuando la justicia prevalece siempre.
* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.