Las elecciones de 2018 y 2019 serán clave. Lo serán porque ya ha quedado demostrado que la alternabilidad en la Presidencia de la República es posible y ese escenario podría presentarse para el periodo 2019-2024, y porque también ha sido evidente que, como resultado de esa alternabilidad, los mecanismos parlamentarios de control pueden funcionar en los aspectos financieros y presupuestarios, es decir, en 2018 se integraría una Asamblea Legislativa capaz de facilitar u obstaculizar la capacidad de gobernar de aquel periodo Presidencia.
Pero será más clave aún porque el pueblo, el cuerpo electoral, el que elegirá a los representantes políticos, ha dejado de ser el de antes. Por primera vez en nuestra historia reciente, el cuerpo electoral estará integrado mayoritariamente por personas que, por su edad, no han “vivido” en un contexto sociopolítico “gobernado” por militares: la ciudadanía estará integrada mayoritariamente por la niñez de la guerra (quienes nacieron entre 1980 y 1991, difícilmente fueron combatientes militares, y crecieron en la postguerra) y la niñez de la “paz” (quienes nacieron luego de los Acuerdos de Paz de 1992 y son ciudadanos/as). Dicho con otras palabras, por primera vez, la niñez de la dictadura (quienes nacieron antes de 1980, en medio de gobiernos militares, y “vivieron” la guerra civil), será la minoría. Esta aseveración es posible hacerla, después de observar las estimaciones y proyecciones de crecimiento de la población salvadoreña1.
Para la elección presidencial de 2014, que ganó el profesor Salvador Sánchez Cerén, por un estrecho margen, la niñez-dictadura fue la mayoría del cuerpo electoral (52%), mientras que la niñez-guerra (28%) junto a la niñez-paz (20%), la minoría. Un año después, para las elecciones parlamentarias de 2015, de la actual polarización legislativa, la composición del cuerpo electoral experimentó una tendencia irreversible: la niñez-dictadura y la sumatoria de la niñez-guerra (27%) y la niñez-paz (23%) se distribuyeron en partes iguales, en el 50%. Como puede observarse, por un lado, el peso relativo de la niñez-dictadura disminuyó, aunque continuó siendo importante, y, por el contrario, el resto aumentó, pero de una forma interesante: al mismo tiempo en que la niñez-guerra disminuía en 1%, la niñez-paz aumentaba en 3%; lo cual es lógico ya que el único grupo –de los tres– que puede crecer, es este último. Así, las tendencias irreversibles del crecimiento de la niñez-paz y de la disminución de las otras dos, serán mayores en las próximas elecciones, lo que puede verse en el siguiente cuadro:
En definitiva, si bien el peso relativo de la veteranía continuará siendo superior al de cualquiera de los otros dos grupos, estamos frente a la primera vez en que la sumatoria de estos últimos supera al primero. Tomando como referencia las elecciones de 2019, podría decirse que, de cada 10 electores, 4 habrían nacido antes de 1980 (de 41 años o más), 3 entre 1980 y 1991 (de 29 a 40 años) y 3 entre 1992 y 2002 (de 18 a 28 años). Para las próximas elecciones, el cuerpo electoral habrá cambiado, es obvio, ahora la pregunta es: ¿cambiarán la campaña electoral y la política partidaria?
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1 Minec, Digestyc, Unfpa y Celade. El Salvador: Estimaciones y Proyecciones de Población. Nacional 2005-2050 y Departamental 2005-2025. San Salvador, El Salvador. Julio de 2014.