La UCA no ha olvidado a sus mártires, tal como acusan las redes sociales del presidente Bukele. Prueba de ello es el juicio contra los autores intelectuales de la masacre que tiene lugar en España, algo que aquí no ha sido posible por la protección que el Ejército brinda a los asesinos. De hecho, sería oportuno conocer cuánto cuesta al Estado salvadoreño la defensa del excoronel sentado en el banquillo de los acusados en la Audiencia Nacional de España. Por su lado, una sala de la Corte Suprema tiene detenido el proceso. La UCA guarda la memoria de sus mártires, la de los de la Iglesia salvadoreña y la de las víctimas de los crímenes de guerra. Quienes afirman lo contrario no saben lo que dicen, se expresan sin reflexionar. Hablan o escriben más para ofender que para contribuir al debate sobre la realidad nacional. Esas voces pecan de excesiva emotividad y poca racionalidad.
Mientras tanto, el Gobierno al que intentan defender lidia con varios señalamientos de corrupción. Los primeros indicios cobran cada vez más fuerza gracias a la prensa. La vocera principal de Casa Presidencial tiene dos hermanos en dependencias estatales, una hermana en un consulado y otra ha sido favorecida con un contrato en el Ministerio de Hacienda y con un préstamo del banco donde uno de sus hermanos es gerente. El préstamo fue concedido pese a ser calificado de alto riesgo. A ninguna mujer sin una conexión similar le hubieran concedido el préstamo y el contrato. El marido de la vocera se libró de la purga de los parientes de la dirigencia del FMLN y conservó la embajada en Moscú.
El viceministro de Hacienda, un exdiputado de Arena y ahora del partido oficial, y otro alto funcionario han sido beneficiados con el negocio de los protectores faciales y las mascarillas. El ministro de Salud adquirió 200 servicios funerarios privados por más de mil dólares cada uno, pese a sepultar en cementerios municipales; y mascarillas valoradas en 3 millones de dólares a un proveedor de cerámica y porcelana. El ministro de Obras Públicas adjudicó a una empresa de publicidad un contrato para transportar personal y Casa Presidencial compra alimentos a una empresa vinculada al régimen de Caracas e investigada por corrupción en México y Estados Unidos.
En una palabra, el nepotismo y la corrupción de siempre. Sin embargo, el presidente no ha procedido con la radicalidad y la celeridad con la que fulminó a los parientes de la dirigencia del FMLN. Ni ha tenido coraje para impedir unos contratos, al menos, extravagantes. En cualquier caso, esa extravagancia tiene sentido si los beneficiarios son leales a Bukele. Un candidato y un presidente que prometió romper con el pasado de Arena y del FMLN no puede permitirse la más leve sospecha de nepotismo y corrupción. Menos aún cuando la hacienda pública está arruinada. Lamentablemente, el Gobierno de Bukele no ha pasado la prueba de la realidad. Se ha decantado por los antiguos mecanismos y se vale del secreto para esconder sus operaciones.
Funcionarios y allegados no solo asaltan la hacienda pública en tiempos de escasez, tanta que ha habido que endeudar al Estado por décadas, sino que se aprovechan de la crisis para enriquecerse ilícitamente. Sorprendida por la prensa, Casa Presidencial resta importancia a sus descubrimientos y alega justificaciones inadmisibles. Insultar y negar los hechos como ataque perverso no desvanece los señalamientos. Invocar el interés electoral es falaz, porque todos, incluido el presidente, apuntan a las elecciones de febrero próximo. Alegar la defensa de la vida es mejor argumento, aunque esta no se defiende con prácticas irracionales e inmorales.
Otra justificación interesante es el trabajo intenso. Los funcionarios emplean y contratan para preservar la vida, se afirma. Pero no es su dedicación la que está puesta en duda. Alegar el trabajo es desenfocar la cuestión. El narcotraficante, el contrabandista y el pandillero también trabajan. Trabajar no da licencia para violar la legislación y la ética, y mucho menos para desvalijar una hacienda pública arruinada. Aparte que los resultados no parecen estar a la altura de sus supuestos esfuerzos.
Las voces que insultan para defender al Gobierno libran una batalla inútil contra la perplejidad. Cansadas de Arena y del FMLN, se ilusionaron de tal manera con la alternativa Bukele que ahora, confrontadas con los hechos, se resisten a aceptar la realidad. Se aferran irreflexivamente a lo que quisieran que hubiera sido, porque lo que hay es demasiado duro. La conclusión obligada es la inexistencia de salida. La antigua forma de hacer política ya es pasado, pero la nueva tiene demasiado de aquella. La izquierda democratacristiana fracasó, la lucha revolucionaria y la guerra no llevaron a ninguna parte, el neoliberalismo tampoco. La opción Bukele surgió entonces como alternativa, pero, al cabo de un año, la realidad es desalentadora. Las crisis sanitaria, medioambiental y económica se han encargado de desvelar la verdadera naturaleza del Gobierno de Bukele.
* Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero.