Necesidad de una política integral

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La semana pasada terminó en Chile una reunión de expertos convocados por el Fondo Monetario Internacional. Se trataba de analizar si el frenazo a la dinámica económica de los grandes países emergentes dificultaría la situación latinoamericana, todavía aquejada por la desigualdad y la injusticia social. El periodista Alejandro Rebossio, en un artículo en El País, sintetizaba así las conclusiones comunes de los participantes en el debate: “Expertos de ONG, gobiernos, universidades y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) aportaron sus recomendaciones para seguir reduciendo la pobreza y la desigualdad, con medidas como la mejora de la calidad educativa, el aumento de productividad, la formalización laboral y de las empresas y una recaudación tributaria mayor y más justa”. Sobre este último punto, se insistió en la exagerada y dañina para los pobres proporción del IVA con respecto a la recolección total de impuestos, el elevado fraude fiscal y la fuga de capitales hacia paraísos fiscales. Casi a continuación, esta semana, ha comenzado la Cumbre Iberoamericana en Veracruz. Rebeca Grynspan, que antes trabajó en la Cepal y en el PNUD, es ahora la secretaria general iberoamericana, y el discurso sigue siendo el mismo: sin crecimiento acelerado de la calidad educativa y la universalización de la misma, nuestros países se quedarán atrás.

Este pequeño resumen se refiere a América Latina en su conjunto, pero refleja en buena parte la situación salvadoreña. Si se habla del IVA, vemos a la gran empresa salvadoreña encantada con este impuesto (jamás se les escucha criticarlo) y frenéticamente opuesta cuando se habla de subir impuestos a la renta o a sus propias transacciones. Si el expresidente Flores logró con facilidad enviar dinero a un banco en las Bahamas, según el famoso ROS gringo, no es difícil pensar en quiénes habrán sido sus maestros. No en vano en su partido se concentraba la mayoría de banqueros salvadoreños (algunos incluso ponían la bandera del partido en la cima de sus bancos en tiempo de elecciones). Teniendo en cuenta que los grandes bancos —que pasaron a dominar nuestro sistema financiero luego de los banqueros criollos— ponían asesores a disposición de los millonarios europeos para trasladar dinero negro a los paraísos fiscales, poca duda puede quedarnos de que en países con menor control, como El Salvador, nuestros banqueros y oligarcas ejercían esas funciones a mansalva. Independientemente de la percepción de corrupción que se pueda tener, la corrupción es una realidad en el país y han sido los grandes empresarios, más que los políticos, los que han estado implicados. Incluso con careta legal en algunos momentos, como cuando privatizaron el sistema bancario en beneficio propio durante la presidencia de Cristiani.

Pero más allá de la cerrazón mental de nuestra derecha económica y política, resulta imprescindible reseñar la necesidad de una política integral de desarrollo. Desde hace tiempo los expertos de las Naciones Unidas repiten que la única manera de desarrollar un país es invirtiendo en su gente. Y no es necesario tener vista de águila para percibir que la inversión en nuestra gente es demasiado baja. Una educación pública de calidad y universalizada desde los dos años de edad hasta los 18 es hoy una utopía. Y no por irrealizable, sino porque no existe un plan adecuadamente estructurado, con plazos, inversiones y pasos calculados para lograrlo. La formalización del trabajo continúa siendo un proyecto lejano, a pesar de la necesidad. El desprecio por los trabajadores salvadoreños se sigue manifestando en esos salarios mínimos ridículos, injustos y exageradamente desiguales, que son la norma en nuestro país. Y la negativa a aumentar la carga tributaria progresiva es cantaleta permanente de quienes desde el poder económico se burlan de los pobres.

Necesitamos menos discurso y más política integral. Incluso en la sociedad civil nos dejamos arrastrar con demasiada frecuencia por este dime que te diré sobre cuál partido es más corrupto, cuáles políticos son más ineficaces o quiénes son los dirigentes más mentirosos, olvidando que la “idolatría del dinero”, como la llamaba monseñor Romero, ha sido la fuente principal de la corrupción en El Salvador. Y el “gran dinero” lo manejan unos pocos. Saber cuánto necesitamos invertir en nuestra gente, programar el gasto adecuadamente, precisar de dónde obtendremos los recursos, todo esto es necesario. Cuando la ANEP vocifera que el presupuesto está desfinanciado, no se le ocurre decirles a sus miembros que lo refuercen. Ni siquiera condicionadamente. Al contrario, si los presupuestos se financian con impuestos, da la impresión que a este gremio le encantaría desfinanciarlo todavía más. Muchos de estos ricos lo son a costa de los bajos salarios de los salvadoreños, no solo por su inteligencia, habilidad o suerte. Otros, y no pocos, lo son gracias a la corrupción y al aprovechamiento de las facilidades que les dio el poder político cuando lo disfrutaron. Está bien que ahora hablen de responsabilidad social empresarial. Pero eso puede convertirse en una forma de hipocresía si en el fondo hay un verdadero boicot a la obligación ética de contribuir con un mayor aporte tributario al erario público y a una política nacional integral de desarrollo.

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Anónimo
11/12/2014
13:42 pm
Es lo que siempre se ha sabido, como secreto a voces, que pasaria si los empleados de todos los negocios de la oligarquia ganaran en promedio arriba de los $800.00 dolares como salario justo y equitativo en funcion de los beneficios que les reporten las empresas que poseen, y ademas, dotaran de prestaciones sociales de calidad a su gente, pagaran como debe ser sus impuestos, sin evasiones ni elusiones y se dedicaran a hacer negocios transparentes en consumo y PRODUCCIÓN, otro gallo nos cantaría! y a eso agregar que solamente fueran 14 diputados en el pais y que trabajaran de sol a sol por el bienestar de este y no para sus bolsillos o el de sus familiares, y los demas funcionarios y empleados depuraran la burocracia y ampliaran los horarios laborales y recortaran los días festivos, solo asi apuntariamos a salir del subdesarrollo, todos tenemos parte de responsabilidad, y a la iglesia un tanto de mucho le atañe despertar conciencias! para que esto sea una realidad y no una utopía.
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