Sobre la perspectiva de crecimiento

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Armando Álvarez
18/11/2021

El pasado 17 de noviembre, el presidente del Banco Central de Reserva anunció una mejora en la perspectiva macroeconómica para el año 2021, proyectando una tasa de crecimiento del producto interno bruto (PIB) de 10.3% en relación con el año 2020. La proyección es elevada, incluso al tomar en cuenta que la economía cayó en 7.9% durante 2019. Para ilustrar la recuperación, de confirmarse este crecimiento, el PIB de 2021 representaría el 102% del PIB de 2019, es decir, se encontraría un poco por encima de los niveles prepandemia. Aunque pueden surgir cuestionamientos a las proyecciones del BCR (por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, proyecta una tasa de crecimiento de 7.5%), el propósito de este escrito es indagar sobre las causas de esta recuperación.

El presidente del BCR aseguró que “se está logrando que el PIB de El Salvador crezca, gracias a las acciones estratégicas implementadas por el Gobierno del presidente Bukele”. Esta afirmación es cuestionable. De acuerdo con la memoria de labores del Ministerio de Economía, “dado el contexto global e interno ocasionado por la pandemia de covid-19, una de las principales prioridades ha sido implementar acciones para mejorar las perspectivas de recuperación y crecimiento económico a corto, mediano y largo plazo, a través del aumento de la inversión privada y pública, la dinamización de las exportaciones”. Por tanto, de funcionar las acciones del Gobierno, se esperaría que el crecimiento sea liderado por la inversión o las exportaciones.

En relación con las exportaciones, efectivamente han presentado un crecimiento, tal como se señaló en la rueda de prensa, pasando de $4,994.5 millones entre enero y octubre de 2019 (prepandemia) a $5,494.4 entre los mismos meses de 2021. Esto representa un crecimiento nominal de 10%. Sin embargo, cuando se habla de comercio exterior también debe considerarse la evolución de las importaciones, pues representan una salida de recursos y una menor dinámica productiva interna. En el mismo período, las importaciones pasaron de $9,745.8 millones a $12,347.9, es decir, un crecimiento nominal de 26.7%, muy por encima de las exportaciones. Lo anterior causó que para el primer semestre de 2021 el déficit comercial (la diferencia entre importaciones y exportaciones) alcanzara el 22.6% del PIB, en contraste con el 16.6% registrado en el primer semestre de 2019.

Aunque algunas importaciones son ineludibles (por ejemplo, hasta septiembre de 2021 se reporta $130 millones de importación en concepto de vacunas provenientes de China y $22 millones provenientes de Estados Unidos), otras pueden estar fomentadas por medidas políticas pragmáticas que no toman en cuenta las repercusiones sobre la dinámica económica interna. Un caso claro es la importación de alimentos, algo que no solo carece de transparencia, sino que también desarticula la actividad económica interna. En otro texto, escrito antes de los mayores efectos económicos de la pandemia, ya señalaba la importancia de fomentar la actividad productiva interna para atenuar las repercusiones económicas del covid-19.

Por otra parte, aunque la inversión también ha aumentado su participación en el PIB, pasando de 17% a 21.5% entre el primer semestre de 2019 y el primero de 2021 de acuerdo con cifras del BCR, usualmente la adquisición de bienes de capital proviene de importaciones. En caso de no desarrollarse un plan articulado, especialmente en la inversión pública, esto no es sostenible, ya que genera una mayor presión sobre el déficit comercial y una mayor necesidad de otras fuentes de recursos externos, como el endeudamiento con el exterior, al que el Gobierno solo puede acceder a elevadas tasas de interés debido al deterioro de las finanzas públicas y su falta de credibilidad.

Históricamente, las remesas han sido la principal fuente para compensar la salida neta de recursos que provoca el déficit comercial y la actualidad no es la excepción. En la misma rueda de prensa, el BCR celebraba que las remesas se incrementaron de US$4,646 millones entre enero y octubre de 2019 a US$6,142 hasta el mes de octubre de 2021, representando un crecimiento nominal del 32%. Lo anterior implica una economía que se ha hecho más dependiente de las remesas. Efectivamente, para el primer semestre de 2021, las remesas alcanzaron el 26.5% del PIB en contraste con 20.9% del primer semestre de 2019. En ese sentido, las remesas son la principal fuente de la positiva perspectiva de crecimiento de la economía salvadoreña.

En suma, la recuperación proyectada difícilmente tiene a la base “las acciones estratégicas implementadas” por un Gobierno al que le sobran tuits y le falta planificación. En lugar de celebrar el crecimiento de las remesas como mérito propio, el Gobierno debería mostrar más interés en explicar a qué se debe este comportamiento: ¿han mejorado sus ingresos los salvadoreños y salvadoreñas en el exterior?, ¿hay más compatriotas emigrando?, ¿se están endeudando las familias en el exterior? Lo anterior le permitiría prever cuánto tiempo durará este impulso económico y generar medidas para superar un modelo de desarrollo que depende de la constante expulsión y deterioro de la calidad de vida de salvadoreños y salvadoreñas.

  

* Armando Álvarez, docente del Departamento de Economía.

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