Un ejemplo a seguir

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Oswaldo Feusier
02/06/2021

Conocí a Manuel Escalante en el año 2007 cuando inicié mis labores como docente a tiempo completo en la Universidad. “El Palo” o “Palo”, como le decían cariñosamente, era conocido por todos, por sus compañeros de carrera como estudiante de derecho, por el personal de la UCA como encargado del área de seguridad y, finalmente, por los colegas del Departamento de Ciencias Jurídicas como docente y doctorante en Derecho Constitucional. En esa etapa coincidí con Manuel.

En aquellos años, junto a Manuel éramos cuatro o cinco profesores a tiempo completo en el Departamento de Ciencias Jurídicas, todos jóvenes con la cabeza hinchada de sueños de cambiar la visión de las ciencias jurídicas en nuestro país, volverla más crítica y menos memorística o ideologizada con doctrina inútil o extranjera; un derecho con los pies en la tierra, comprometido con las necesidades sociales del país, “historizado” en los términos que utilizó el padre Ellacuría respecto a los derechos humanos.

De alguna manera, todos renunciamos un poco a ese sueño académico de nuestra juventud; pasó lo que sucede siempre y el pragmatismo mató la promesa para todos, menos para Manuel. Él continuó en la UCA hasta encontrar la manera más apropiada y efectiva de cumplir ese ideal trazado, asumiendo la subdirección del Idhuca.

Manuel fue un amigo y compañero; fue quien se ofreció a dar las vueltas y trámites cuando me incapacité y lo necesité. Fue un estupendo docente preocupado por perfeccionar los conocimientos de sus estudiantes, hasta el punto de esperar una escrupulosa ortografía. Manuel fue un incansable luchador por los derechos humanos, siempre preparado para la siguiente reunión, el próximo proyecto o artículo que sirviese para cumplir su compromiso con los derechos fundamentales.

Manuel fue quien mejor comprendió lo que en verdad representa la labor jurídica desde una visión universitaria. Los derechos humanos, decía Manuel, no basta con conocerlos o citarlos, no son conceptos o doctrinas que adornan los discursos de la manualística o los informes estatales. Los derechos humanos son realidades, deudas que se tienen con las grandes mayorías populares, realidades negadas por una violencia tan enraizada como sistémica. La partida de Manuel Escalante es una pérdida irreparable para nuestra comunidad académica y jurídica, sobre todo en estos tiempos, donde la sombra del autoritarismo se cierne sobre nuestras cabezas.

Manuel será extrañado, aunque no tanto como necesitado. Hoy su ejemplo de vida nos dará aliento para buscar un derecho vivo que finalmente se corresponda con la altura de los valores que lo fundamentan, y no con la pobreza y bajeza de su ejecución ideologizada.

 

* Oswaldo Feusier, docente del Departamento de Ciencias Jurídicas.

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