¿La educación es la solución?

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Editorial UCA
06/07/2016

Invertir en educación es indispensable si queremos un país en paz, sin violencia, con instituciones eficientes, con trabajo y salario digno. Es una afirmación tan consabida que generalmente no se le da importancia. Se cree que yendo poco a poco se logrará competir con quienes nos llevan una enorme ventaja. Nos conformamos con obtener algunos oros y platas en olimpiadas de matemáticas internacionales mientras mantenemos a más de la mitad de la población sin bachillerato. Multiplicamos la desigualdad con el sistema educativo actual, sin caer en la cuenta de que ello no solo es fuente de pobreza y marginación, sino también de violencia. Es necesario pasar de la fraseología a la acción. Es muy fácil decir y repetir que “la educación es la solución”. Pero no somos capaces de tomarnos en serio la frase e invertir adecuadamente en el sector. Llevamos demasiado tiempo hablando de la necesidad de mejorar la educación en El Salvador, demasiado tiempo quejándonos de sus carencias, para al final contentarnos con pequeños e insuficientes ajustes frente a las enormes necesidades existentes.

Ciertamente, hay que avanzar. Los costos de la reforma educativa que ha propuesto el Consejo Nacional de Educación superan ligeramente los 12,500 millones de dólares. Eso significa que si queremos llegar a una educación de calidad en diez años, deberíamos invertir 1,200 millones de dólares más al año. Así, sobre los poco más de 900 millones de dólares asignados en la actualidad, habría que pasar durante la próxima década a un presupuesto aproximado de 2,200 millones anuales. ¿Es posible? Algunos dirán que es demasiado, que el país no tiene recursos suficientes y que debemos avanzar a pasos cortos. Sin embargo, si no damos el salto inicial, cada vez nos hallaremos más lejos de una educación decente. Y también cada vez pagaremos costos más altos por nuestro atraso y será más caro emprender una reforma en serio.

Es falso que en el país no haya dinero. No hace mucho, Oxfam, una ONG de prestigio vinculada al comercio justo y al desarrollo equitativo, reveló que 160 millonarios salvadoreños acumulan una fortuna de 21 mil millones de dólares. Global Financial Integrity, organización dedicada al saneamiento bancario internacional, asegura que entre los años 2002 y 2013 desde el país se envió a paraísos fiscales un promedio de 1,700 millones de dólares al año; en otras palabras, 17 mil millones: un 50% más de lo que se necesita para financiar la reforma educativa. En la misma línea, un reciente estudio del Departamento de Economía de esta casa de estudios demuestra que anualmente se evaden 1,500 millones de dólares en impuestos. Dinero hay, pero quienes lo tienen no quieren soltarlo y las instituciones son incapaces de recogerlo por la vía fiscal. La educación es un proyecto de todos y entre todos hay que sostenerlo, aunque el compromiso de aportar debe ser mayor —por ética, solidaridad y responsabilidad— entre quienes más tienen.

Por supuesto, el retorno de la inversión en educación no es tan rápido como el de una buena inversión comercial. Pero al final retorna no solo mayor capacidad productiva, más capacidad de emprendimiento empresarial y una mejora en la calidad de los servicios, sino además una serie de ventajas de valor inmaterial que repercuten enormemente en la economía y el bienestar de un país. La educación es fuente de convivencia pacífica, desarrolla capacidades en las personas, las hace más dialogantes, las impulsa a mayores niveles de cooperación y las abre a valores solidarios. Mantenernos como estamos es cada vez más difícil. Hemos tenido ya demasiadas explosiones de violencia como para asumir que no se repetirán sin cambiar las dinámicas de exclusión e injusticia social que nos caracterizan desde hace siglos.

Conseguir fondos para la educación de seguro requerirá negociaciones largas entre los diversos sectores de la vida nacional. Pero ese esfuerzo valdrá la pena. Un proyecto educativo serio es indispensable para construir un futuro distinto del que se avecina. De no apostar por esta vía, continuaremos siendo un país profundamente dividido por un racismo fundamentado en el tener. Un país pobre, desigual, violento, migrante y con unas élites que solo serán el reflejo trágico de las carencias de todos.

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Anónimo
07/07/2016
17:36 pm
Como dice el editorial que algunos dicen\"educación es la solución\". Realmente el individuo cuanto más se educa, mejor dicho más se instruye, tiene las mejores oportunidades en el mercado laboral. Pero, sino hay una correlación a la educación, como el establecimiento de nuevos centros de trabajo donde el mas educado pueda aplicar su conocimiento, él se quedará en el limbo, sin hacer nada. Entonces la inversión que se hizo para su formación se quedó perdida. Cuba tiene los mejores niveles de formación donde todos los niveles son gratis,desde primaria hasta la universidad; sin embargo hay centenares de ingenieros, medicos, enfermeras, etc. que no tienen trabajo. A la par de la mejor educación deben ir la creación de fuentes de trabajo. \"Es falso que en el país no haya dinero\" La ONG Osfam asegura que \"160 millonarios salvadoreños acumulan una fortuna de 21 mil millones de dólares\", esa es una fortuna privada. En forma callada ¿qué es lo que sugiere el e
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Anónimo
06/07/2016
19:12 pm
Mientras no invirtamos en educacion ,jamas saldremos del retraso
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